En la penumbra

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Vamos, que esto no puede ser.

No dormí en toda la noche debido a la impotencia que sentía. No me creo una persona capaz de engañar a su pareja ¿O sí? ¿En qué clase de bruja ambiciosa e irresponsable me había convertido? Y yo que empezaba a pensar que me acomodaría a mi nueva vida, que al menos estaba cobrando sentido ¡¿Y ahora resulta que soy una perra infiel?!

Esa vocecita que susurraba que nada estaba bien tal vez tenga razón. De todos modos tenía que estar rematadamente loca para engañar a mi marido (¡con quién además tengo un hijo!) con un compañero de equipo, casado también.

No. No debe ser cierto. Debe ser una especie de broma de mal gusto. Mentir se me da muy mal, si lo engañara estoy segura que Neuer se daría cuenta sin esfuerzo.

Comienzo al punto a revisar el cuarto. Nada en el tocador que no fueran perfumes y maquillajes, joyas y otros tantos álbumes llenos de fotos. Todo está cuidadosamente ordenado por una mano que no es la mía. Llevo aquí casi una semana y no siento que de hecho habite esta casa. Es algo rarísimo.

— ¿Buscas algo en particular?—veo a Manuel en el umbral.

—Eh...no...bueno, sí. Me estaba preguntando donde están mis cosas...

— ¿Tus cosas?—pregunta arqueando una ceja.

—Sí, todo lo que tenía antes de venir aquí. Mis libros, mi ropa, ya sabes...

—Bueno, en realidad, lo arrojaste casi todo a la basura—su cara cambia al ver mi desesperación—Pero quedaron algunas, están en cajas, en el desván.

Me lleva hasta ese lugar y trato de ocultar mi desasosiego. Quisiera que me dejara sola pero insiste en ayudar, a pesar que mi vida anterior cabe en escasas dos cajas de cartón.

—Espero que la cena de anoche no haya resultado muy abrumadora. Sé que no fue fácil para ti.

—No tanto, fue hasta divertido—me siento en el suelo para empezar a revisar las cosas.

—Lena, sabes que me puedes preguntar lo que sea...

Siento que la cara se me pone roja y caliente: "Pues sí, ahora que lo mencionas...de casualidad ¿Sabes si me he estado tirando a Lewandowski?". Decido atacar la raíz.

—Solo me preguntaba si somos una pareja feliz... Es que, no logro entender como llegué hasta aquí. No te ofendas, pero no eres mi tipo...

Percibo un leve gesto de dolor en su rostro, aunque trata de controlar su malestar casi inmediatamente. Me siento terrible, quisiera desaparecer.

—Te preguntas si me amas... bueno, yo no creo ser la persona indicada para contestarte eso. Sólo puedo hablar por mí.

Abro un paquete azul al azar y contiene un fajo de fotografías muy manoseadas. La mayoría son de mi adolescencia y mi último año en el colegio Tabancura, en Santiago. En varias Matías y yo aparecemos abrazados ¿Qué sería de su vida ahora?

—No has cambiado nada.

—¿Eso crees?—digo con cierto sarcasmo—¡Estoy hecha de la cabeza a los pies! ¿De quién fue la idea? ¿Tuya?

—No puedo decirte que hacer con tu cuerpo, Lena. Después del embarazo no te gustabas, no lo sé...

Una fotografía que parece estar escondida me llama la atención poderosamente. Juliet. Conmigo. Con él.

Pero no soy yo quien está con Neuer, sino ella. Se la ve tan feliz, sentada en sus rodillas y rodeándole el cuello con sus brazos. Yo solo estoy al lado, como fuera de foco, distraída. Se la pongo en las narices, como si fuera la prueba de un crimen, esperando una explicación que solo me hará sentir peor. Suspira, hundiendo los hombros.

Amor, recuérdame || Manuel NeuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora