Remanente

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Aisha subió a su recámara luego del aviso, a empacar todo lo necesario de una vez,  antes de abandonar el castillo de los Seiker, cuándo sin avisar, Eun se coló a su recámara. Luego de un rato, le contó lo que había oído por su propia cuenta, abajo en la cocina.

-Finalmente están comenzando a acoplarse- Eun parecía divertida –nunca había escuchado a ese ocioso pedirle perdón a alguien-

Aisha la escuchaba mientras seguía en lo suyo.

-Bueno, eso me reconforta, aunque no es el final de esto, no tenemos garantía de que no vayan a pelear otra vez...por mí que se queden así otro poco más así como están-

El espectro soltó una risa despectiva y burlona.

-¡Y tú que tenías temor al comienzo de todo esto!-

La maga le dedicó una mirada de frustración.

-Lo que me preocupa ahora es ese jodido pergamino- alegó –tengo un mal presentimiento-

Eun se acurrucó entre las almohadas y giró divertida, mientras las colas zorrunas se meneaban de un lado a otro.

–Y no es solo el mal presentimiento querida, hay otra cosa-

-¿Qué es?- Aisha se agitó.

-Debes de estar consciente de mi capacidad para adelantarme a los hechos, aunque no es una gran habilidad, puede permitirme intuir o "predecir" acontecimientos cercanos que van a ocurrir...alguien ha puesto una especie de barrera; no puedo predecir cuál será con exactitud el resultado de la búsqueda de ese poder misterioso-

La hechicera elemental se detuvo para mirar con sorpresa y temor a Eun.

-Pero eso...es imposible, si hubiera una barrera alrededor de nosotros, lo hubiera podido detectar- alegó.

La de cabellos pálidos meneó negativamente la cabeza.

-No es una barrera mágica, Aisha. Es una anomalía diferente. Y todo parece indicar que quien invirtio las almas de Add y Eve, no quiere que interfiramos más de la cuenta-

Entonces ella lo comprendió todo. El que había puesto las cosas de cabeza no quería que ellos evitaran ir a buscar lo que fuera que marcara ese pergamino de papel antiguo. Porque seguramente, si Eun predecía que esa aventura implicaría riesgos extremos, muy probablemente se opondría; pero no por deseo de Eun, sino por el de Ara. Es decir, esa serie de acontecimientos en cadena estaban destinados a pasar sin error alguno.

-¿Lo entiendes ahora linda?- interrogó Eun con un gesto que hacía temblar el alma de Aisha –Y no solo eso, Lu y Ciel ya se dieron cuenta de la condición actual de esos dos-

Aisha suspiró con alivio, al menos ahora ellas no tenían que lidiar con esa carga solas.

-Veré que puedo hacer- advirtió Eun –nos estamos subyugando a la voluntad de alguien con un poder por mucho superior al de nosotras, bajo riesgos que no conocemos-

Aisha le dio entonces la razón al zorro celestial. Todo lo que podían hacer ahora, era ser sumamente precavidos.

Si, tenían que charlar con Ciel y Lu cuando tuvieran la oportunidad para, y el tiempo se les agotaba. Podrían aguardar hasta más tarde, cuando no hubiera motivos para que Rena o Elesis metieran sus narices de por medio.

El día transcurrió con rapidez, con todos hablando de marea agradable y guardando sus pocas posesiones de manera perezosa; pasadas las cuatro, el cielo se nubló, pintando el panorama de un gris azulado, hecho que puso fin momentáneamente a la oleada de calor. Desde su discusión horas antes, las cosas entre Eve y Add habían mejorado bastante, de modo que pudieron disfrutar de una cena tranquila aquel día. En todos los ojos se veían las ansias de ir por una aventura nueva, más allá de ejércitos oscuros.

♂ Contrato de Almas ♀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora