Llegué a la cocina y me encontré con Nicholas. Sentado, disfrutaba de su cena.
Me miró. Sonreí.
- Vengo a lavar los platos - Dije y me acerqué al lavamanos.
- No voy a negarme - Rió en voz baja.
Los apoyé, abrí el grifo y comencé a enjuagarlos.
Cuando terminé, sequé mis manos y me dirigí a la salida de la habitación.
- Brooke - Llamó mi atención el chico.
- Dime - Sonreí.
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- Claro, lo que quieras - Dije, me acerqué, apoyé mis antebrazos en la mesa y lo miré atenta.
Dudó unos segundos.
- Tengo... Tengo una novia... - Dijo avergonzado - Y... Y, dentro de cuatro días es su cumpleaños...
Sonreí ampliamente - No sabes qué regalarle.
Rió nervioso - No.
- ¿Y cómo es ella? ¿Qué le gusta hacer? ¿Qué la divierte?
- Ella... Ella es como tú - Dijo y, rápidamente, fruncí mi ceño.
- ¿Como...Yo?
- No, es decir, no es de EastHood, ya sabes...
- Oh, entiendo...
- El problema es que lo tiene todo, bueno, ella no es una niña rica, pero... Tampoco es como nosotros.
- Quieres darle algo significante, pero temes que no cumpla con sus expectativas.
Rió con el ceño fruncido - Exacto, claro, eso mismo.
- Bueno, en ese caso, los mejores regalos son los más simples.
Me miró extrañado.
- Eso no tiene sentido.
- En realidad, lo tiene. Piensa... Las personas que lo tienen todo, por lo general, carecen de lo que no sea material, por lo tanto, si tú, en vez de gastar mucho dinero en algo que no llamará su atención, decides hacerle pasar uno de sus mejores días, prometo que no se lo olvidará. Lo juro, ella no olvidará ese día.
Me miró pensativo. Abrió su boca para hablar, pero luego la cerró. Más tarde, optó por responder.
- Entonces... Tú propones que... Que simplemente... No sé, que...
- Que la lleves a algún lugar lindo, y no me malinterpretes, no me refiero a un restaurante lujoso. Busca un lugar en la ciudad; en las afueras hay playas muy, muy bonitas.
Sonrió con sus ojos iluminados.
- ¿Tú crees que eso le gustará?
- Créeme, lo amará.
Sonrió, inconscientemente, aún más, mostrando sus dientes.
- Gracias, muchas gracias, Brooke, de verdad.
- ¿En qué andan ustedes dos? - Preguntó, James, ingresando a la cocina.
Ambos dimos un pequeño salto.
- Nada - Respondimos al unísono.
- Ya - Dijo con una pequeña sonrisa.
- Deberías estar en la cama - Regañé.
Nicholas tomó su plato y lo depositó en el lavado.
- Gracias - Murmuró, al pasar por detrás, antes de retirarse.
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Crossed.
Casuale"Hay momentos en la vida en el que dos caminos se cruzan... por casualidad. Por una fracción de segundo, dos universos convergen en un mismo plano y logran vencer las arenas del tiempo."