- ¡¿Acaso no fue Marta al colegio?!- me dice enojada.
- Eem... no, o sea, fui yo la que falte- digo rápidamente- por eso vengo a buscarla, para que me diera los apuntes ya que no me cogía el teléfono y eso.
- Pero, ¿vais a la misma clase?
Joder. Soy tonta. Se me olvida que ella sabe con todo detalle a clase que va, cuales son sus profesor y a la perfección quienes son sus compañeros. Es de esas típicas madres que se meten en todo, que quieren opinar hasta de las bragas que llevas puesta y exigen a sus hijos que le digan absolutamente todo. Así que ya os podréis imaginar, lo mal que se llevan ella y Marta.
- Bueno yo... si, es cierto, pero casi damos lo mismo, al menos en Biología, como tenemos la misma profesora.
- Ah, bueno- dice no muy convencida- pues ella no esta.
- Vale- respondo rápidamente.
Pues ya se donde esta Marta. De hecho, la estoy viendo ahora mismo, esta sentada en un banco llorando mientras un chico le grita. Su cara me suena, ¡como no! Es Roberto, un amigo de Adam, así que ya os podéis imaginar sus pintas. Me acerco enojada. Odio ver a mis amigas llorar y más si es por un gilipollas como ese. Roberto la coge de la mano haciendo que ella se queje y yo corro para ayudarla.
- ¿Qué te pasa?- le grito- suéltala- le grito intentando que la suelte.
- Tu no te metas- me grita.
- Vamos Roberto, suéltame joder, me estas haciendo daño.
- ¡No me da la gana! Tu no me vas a dejar ¿entiendes? ¡esto acaba cuando yo diga!
Así que es eso. Marta por fin se ha decidido a dejarle, pero el muy idiota no quiere dejarla. ¿Cuándo el diga? ¡pero si lo único que ha hecho es ponerle los cuernos con cuanta zorra ha podido!. Yo intento ponerme en medio de los dos y comienzo a gritarle que la suelte. Me importa una mierda si la gente que pase nos mira.
Lo peor de todo es que nadie parece dispuesto a intervenir, aunque no les culpo, en el parque solo hay personas mayores, de la tercera edad. Marta comienza a llorar más fuerte y entre las dos le gritamos a él y le insultamos, pero él, esta decidido a no soltarla.
Me pega un empujón que me tira al suelo, yo me quejo y enseguida se vienen las lagrimas a los ojos. Joder, no, ahora no es el momento de lloriquear. Entonces unos fuertes brazos me cogen por la cintura y me levantan.
- ¡¿Qué coño te pasa, Roberto?!- le grita una voz masculina, me doy la vuelta y no me puedo creer que sea él.
Adam todavía tiene sus manos en mi cintura, mira a Roberto cabreado, nunca antes lo había visto tan enfadado.
- No te metas, Adam.
- ¡Claro que me meto! Te estas comportando como un maltratador, ¿Qué demonios te pasa? ¡y suéltala ya!- le grita.
Roberto parece ignorarlo, Adam se acerca a él y de un empujón le separa de Marta que corre a mi lado y me abraza. Roberto se levanta del suelo y mira incrédulo a Adam, que con la mirada ya le dice todo lo que es capaz de hacerle cuando se le ocurra enfrentarlo.
- Pensé que eras mi amigo- le susurra.
- Y yo pensé que tenías algo más de cabeza.
- Te vas a arrepentir, ¡os vais a arrepentir los tres!- nos grito amenazándonos uno a uno y mirándonos con odio.
- Vete, Roberto, estas drogado y no sabes lo que dices- le dice suavemente Adam
Y ahí caí en la cuenta, de que sí, esta drogado. Sus ojos se muestran rojos, inyectados en sangre y su forma de comportarse, aunque no sea un caballero ni un buen chico, tampoco es un maltratador de mujeres. Se fue caminando un poco de lado, y le perdimos de vista cuando cruzó la calle.
- Gracias Adam- dice Marta tímidamente- de verdad, si no es porque llegas...
- No fue nada- dice él quitándole importancia.
- Joder, nunca pensé que Roberto... fuera tan agresivo.
- Perdónalo, esta completamente drogado, cuando se mete tanta mierda actúa como un gilipollas, no esta bien.
- Ya, bueno, lo que sea... yo no lo quiero cerca de mi- dice ella- ¿estas bien ______ ? ¿Qué haces aquí?
- Vine a verte, pensé que estabas enferma, pues no aparecías por el colegio.
- Lo se, me deje llevar por el idiota este- dice y se da cuenta que Adam sigue ahí- perdona, se que es tu amigo.
- Tranquila, no me ofende. Yo me voy. Adiós- dice yendo en dirección a su moto, que la tenía aparcada del otro lado de la calle.
No se porque, me entraron unas fuertes ganas de ir tras de él, de subirme en su moto y que me lleve lejos, donde quisiera. Me despido rápido de Marta y le digo que luego hablamos, voy corriendo hasta donde Adam y freno cuando estoy cerca, casi lanzándome encima suya.
- Ey, de nada- dice sonriéndome refiriéndose a lo de Roberto.
- Perdona- digo sonrojada.
- ¿Qué quieres?- me pregunta de repente cambiando de actitud.
- Nada, solo... bueno yo- tartamudeo y miro su alucinante moto.
- ¿Quieres dar una vuelta, eh?
Yo agacho la cabeza algo avergonzada, Adam me toma por el mentón y hace lo que más deseo y me gusta. Me besa.