Observo cristales ajenos con los míos

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A través de mis cristales observo,
observo ajenos mundos.
Escavando sin pala
observo buscando lo profundo.

Como espectador en obra de teatro observo.
Observo escenas actuadas,
pero sin estas estar preparadas,
ni escritas, ni ensayadas.

Y sí, mis cristales son indestructibles en estos casos,
ñero eso no significa que no puedan ser atravesados.
Sentimientos atraviesan mis cristales,
y me estrujan el corazón, todos abrazados.
Muchas veces me abrazan la angustia y la pena,
o las dos, nunca sé diferenciarlas,
pero producen a mi alma vibrar en tristeza ajena.

Y yo observo, observo y saco conclusiones.
Le adhiero notas a mi cerebro para guiarlo en el futuro.
Observo y anoto, sobre las escenas, sobre las acciones.
Intento descubrir más allá de los reflejos,
más allá del parecer, de los prejuicios perplejos.
Pero siempre, solamente conozco una parte de la historia,
o tal vez una parte de una parte de la historia.
Pero tampoco es que me incumba meterme en la verdadera historia.

Tengo sentimientos muy impotentes almacenados en mi cajón.
Al observar solamente detrás de mis cristales,
nada puedo hacer para cambiar al o ayudar en el fogón.
Y me duele, aunque suene exagerado, me duele.
Me duele observar tantos peces en tantos mares.
De todo tipo, color, tamaño, y de entornos tan diferentes.
Me duele observarlos rodeados de tantos males.

Observo, como niño observando un acuario:
interesado y sorprendido.
Observo pero en estos casos
no con la alegría del niño,
sino con el vacío ajeno adquirido.

Oh, los cristales, que valiosos son,
no solo reflejan sentimientos propios,
sino que descifran lo que los ajenos son.
O por lo menos intentan,
intentan descifrar,
pues los cristales ajenos no son fáciles de desenmascarar.

Podrán disfrazarse los ajenos, sí,
ñero a sus cristales, eso es imposible.
Podrán engañar temporalmente, sí,
pero a la verdad, eso es imposible.
Observo, a través de mis cristales observo.
Observo más realidades que personas,
como se ven más ramas que árboles.

Cómo me gustaría
cambiar las realidades ajenas,
y proporcionarles una guía.
Me gustaría tanto
ayudar a las realidades ajenas,
pero no puedo hacer nada sin su pedido en un canto.
Cómo me encantaría
hacer lucir y brillar, y poder pulir los ajenos cristales.
Pero como con todo cristal obtengo el mismo resultado:
encuentro al reflejo de mi misma,
sin poder descifrar lo que los ojos delatan que se ha ocultado.

(2014)

Gotas de mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora