Al fin llegamos a la capital, recién eran las 2 p.m así que teníamos toda la tarde para pasear por la ciudad, pero primero fuimos al apartamento de mi tía para dejar las maletas.
Al entrar, ese aroma tan familiar me envolvió y no pude evitar sonreír. Siempre me gustó ese apartamento; estaba perfectamente decorado y tenía una vista espectacular de la ciudad, pero muy aparte de todo eso, lo que más me gustaba es que siempre, al llegar, se sentía como en casa; como un segundo hogar.Más tarde, fuimos a comer algo ligero y a pasear por el centro de la cuidad. Como era sábado por la tarde, en todas las iglesias se celebraban bodas y el ambiente en la cuidad no podía ser más alegre.
En la noche fuimos al lugar con mejor vista de todos. Allí podría quedarme horas admirando las diminutas luces, casas y calles, y nunca cansarme de hacerlo.
Esa ciudad era simplemente hermosa, la vista y la tranquilidad del lugar me llevaron a pensar en el futuro... No quería quedarme estancada con todos esos recuerdos en el lugar donde vivía. Quería algo más, quería vivir y quedarme para estudiar ahí.Después de un tiempo más de observar, regresamos al apartamento para preparar las maletas para el siguiente día y descansar.
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El Chico de la Capital
Ficção Adolescente¿Quién se imagina que unas simples vacaciones de verano te pueden cambiar tanto? Una conversación con la persona correcta y Constanza Hadelmann encontró eso que le hacía falta para preocuparse menos y empezar a disfrutar del mayor milagro de todos:...