Capítulo 4

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—Y... ¿Hoy no fuiste a la universidad?
—Sip, pero salí temprano.—suspira.—Ahm, Alyssa.
—¿Qué?
—¿No importa si nos vamos caminado? Verás, mi camioneta está en el mecánico.
—No hay problema—hice un chasquido demostrando poca importancia.
—Genial.

Comenzamos a caminar e íbamos por algunas casas más hasta salir de nuestro vecindario.

—¿Sabes que odio?—me pregunta de repente.
—¿Que odias?
—A tú hermano.
—¿Por qué? Creí que eran amigos.
—Es algo irónico. No lo odio. Lo odio por tener un auto increíble.
—La cosa vieja UE Edward conduce, pff.
Se detiene en seco y sus ojos se expanden—Jamas. Jamás digas eso. ¡Jesucristo! Edward conduce un Potiac G-T-O de 1967. Retractate.
—¿Tan increíble es?
—Es un clásico. Los autos clásicos son los mejores.
—Pero tu camioneta es bonita.
—Sí, también me gusta. Pero me gustan también los autos clásicos. Le ofrecía mi dinero a Edward por su auto, pero no quiere venderlo por nada en el mundo. Tampoco quiero exactamente el mismo modelo o la misma marca.

Más adelante llegamos a dicho supermercado y comenzamos a buscar.

—¿Qué tal te va en la universidad?—le pregunté.
—Me va bien, supongo—se encoge de hombros—A veces me sorprende la estupideces de mis amigos.
—¿Son muy locos?
—Si, bastante. Cuando entres te los presentaré.
Su celular sonó y miro la pantalla dudando en contestar o no. Sin embargo contestó, pero se alejó para hablar en privado mientras yo seguía por los pasillos.
Andaba sola y conseguí las demás cosas, en algunos de los pasillos me encuentro a Harry centrado buscando en un mostrador de libros.

—¿Todo bien?—le pregunto.
—Perdón por Dejarte sola.—se disculpa.
—No hay problema.
—Buscaba un libro para la clase de ética. La maestra loca me ha dicho que si lo leo y hago una reseña me regala los puntos que me faltan.
—¿Qué libro buscas?
—Es de una chica psicópata o no se frustrada que se muere tres o trece razones.
—Ohhh, ya se cual. Yo lo tengo, de hecho ya casi lo termino. En realidad no está largo.
—¿Es reaaaal?—me pregunta con emoción.
—Sí.
—¿Y que tal?
—No haré la reseña por ti.
—Nah. No te pediré que la hagas. Sólo quiero saber cuántas estrellas les das, ya sabes una escala del uno al cinco.
—Tres.
—A la maestra le gusta joderme la vida. No me gustan ese tipo de libros.
—Ya lo sé. No es muy divertido ese libro.
—¿Me lo puedes prestar? Te lo daré pronto, seré rápido.
—Sí. No te apures por eso.

Estábamos en caja y Harry saco su billetera para pagar.

—¡Hey, no! No, no. ¿Qué es lo que haces?—le pregunté apresuradamente.
—¿Que no es obvio? Voy a pagar.
—No. Definitivamente no. Esto no te concierne, yo te invitaré a comer.
—¿Y qué? No me sentiré agusto comiendo así.
—Harry.—alargo.
—Tu no te dejaras, tampoco yo. Así que, mitad y mitad.

Harry me ayudaba con algunas cosas en la cocina, como a preparar el espagueti y a picar vegetales.
Luego se iba con Edward a ver televisión o a platicar. En un momento los dos llegaron a la cocina y lavaron los trastos que estaban sucios.

—Harry, hoy fui con Niall. Me ha dicho lo de mañana ¿Siempre si?—dijo Edward mientras tomaba una servilleta.
—No lo sé Edward, posiblemente tenga un montón de tarea.
—¡Jajaja!—edward suelta tremenda carcajada—No jodas, tú nunca has dicho eso. ¿Estás bromeando?
—Pues claro que estoy bromeando.
—¿Te gustaría ir, Alyssa?—me pregunta.
—Aun no me permiten entrar. Espera, ¿Cómo entras?
—Identificaciones falsas.—me dice.
—No gracias. Me devuelven a Noruega.
—Vale, sirve que me esperas.
—Edward alcohólico.
—Nada que ver, Alyssa.—me dice harry.—nos controlamos.—me guiña un ojo.

Una rato más tarde saque galletas de las cuales Harry estaba encantado.
Me dijo que las ama tanto y que las galletas se merecen el cielo si tuvieran vida.
Nos fuimos a la sala en donde Edward veía algún juego.
Decidí dejarlos solos. Harry me agradeció por la comida.

He notado que siempre sonríe y es muy modesto. Obvio, hablo de Harry.

Gracias por ser parte de mi vida. HSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora