Ahora me vas a escuchar

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Ciro no para de llorar y esto no me da buena espina, y por más afligida que me sienta y por más ganas que tenga de disculparme, de abrazarlo, de secar sus lágrimas tengo un entrenamiento que seguir. Con lo ensimismado que está Ciro y con la distracción de Zack quien está hablando con los guardias, consigo deslizar una de mis manos por entre las ajustadas esposas haciéndola sangrar del esfuerzo y consiguiendo sacármelas decido sentarme sobre ellas y mantener la apariencia de que sigo esposada, pero ahora debo hacer lo difícil del asunto, y moviendo mi cabeza de manera que la venda que tapaba mi boca cayera hacia mi cuello digo

-esa niña - interrumpí a ambos- debía morir, ya sea esa noche o cualquier otra, esa pequeña a la cual le lloras- fije mirando a Ciro fingiendo asco- iba a ser un monstruo al igual que su madre- dije mientras aumentaba considerablemente mi volumen al hablar. Y no permitiría ni en ese entonces ni ahora, que viviera

Zack furioso se tira sobre mi volteando la silla en la cual estaba y cayendo sobre mi cubriendo mis veloces movimientos de cualquier ataque, por lo que tomo con mis manos ya antes liberadas el arma que este llevaba colgada al precinto del pantalón y cubriéndome con su cuerpo disparo de manera veloz y certera a los dos hombres que nos acompañaban en aquella sala matándolos, para luego velozmente poner el cañón del arma sobre las costillas de Zack

- muévete- le grito entre dientes y apretando la mandíbula con furia mientras que Zack se hace a un lado llevando las manos a su cabeza

- ni se te ocurra!- aullé deteniendo el camino que estaban tomando las manos de Zack en aquel momento - manos extendidas hacia adelante bonito- dije apuntando el arma a su pecho - debería matarte ahora mismo- le grité frustrada- pero vas a actuar bonito y me vas a dar información- dije disparando rápidamente a la cámara de la esquina de la habitación y acomodando la silla caída y obligándolo a sentarse en ella, luego até sus manos con la tela que había tapado mi boca para luego revisarlo en busca de nuevas armas y las llaves de las esposas, las cuales use para reemplazar la tela que retenía sus muñecas y dejarlo enganchado en la silla de manera de que no pueda escapar sin quedar enganchado a ella y luego dirigiendo la mirada hacia Ciro, quien asustado comienza a negar con la cabeza desesperadamente

- no Ciro- dije compadeciéndolo con risa. No llores, nada va a pasarles, pero ahora la que hable seré yo


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