Llegamos a Tucumán gracias a Dios porque Lucas ya se nos subía a la cabeza de cualquiera, es muy difícil contener un chico de 4 años dentro de un auto tantas horas, ahora solo faltaba encontrar donde quedaba la casa que mamá había alquilado para que vivamos.
Con Valeria nos miramos a medida que íbamos cruzando la ciudad y creo que por primera vez usamos esos poderes de gemelas de los que hablan en que con una mirada ya sabes que piensa la otra. Esto no era nada que ver con Buenos Aires, es mas parecía un pueblo que una provincia pero a medida que íbamos cruzando la ciudad se iba poniendo un poquito más bonita, lo cual por lo menos a mi me calmaba, pero a Valeria estaba por darle un paro cardíaco, era como traer a la reina de Inglaterra a vivir en una granja. Creo que me iba a divertir mucho viendo como se adaptaba a este lugar.
Cuando llegamos a la casa vimos que estaba en lo que era un barrio privado cerca de una avenida muy linda donde había muchos bares donde había mucha gente circulando, por la avenida se veía mucha gente haciendo distintos tipos de deportes, a pesar del calor insoportable que hacía, andaban en bicicletas, corrían, andaban en patines o simplemente estaba sentados a la sombra de alguna palmera tomando mate. Lo más hermoso de todo esto y algo que no teníamos allá en buenos aires era que al final de esta avenida estaban las montañas, en realidad estábamos rodeadas de ellas, la vista que teníamos era algo asombroso, pero Valeria no estaba apreciando nada de eso ya estaba viendo la gente de los bares para ver si había alguien a quien ella podía catalogar como potenciales víctimas.
La casa era de dos pisos las habitaciones estaban arribas y abajo teníamos asador y pileta, con el calor que hacía ninguna ayudó en nada a mamá, nos pusimos nuestras bikinis luego de elegir nuestros cuartos y nos fuimos a la pileta hasta que bajo el sol, pero eso no hizo que bajara el calor. Tucumán era verdaderamente un horno en comparación con Buenos Aires.
Estaba enamorada de mi cuarto tenía una gran ventana que daba hacia la montaña en donde veía la puesta del sol parecía algo de películas, ya me imaginaba poniendo ahí una silla donde me sentaría a leer y a escuchar música mientras miraba ese paisaje. Había una casa que se interponía en mi vista pero parecía que era una especie de ático porque la ventana no era muy grande, era redonda y tenía una cortina negra que estaba cerrada así que no me preocupe por mi privacidad.
Al lado mío obviamente estaba el cuarto de Lucas, con quien compartíamos el baño y después estaban los cuartos de mamá y Valeria que tenía un baño para ella sola igual que mamá.
Como llegamos muy cerca de navidad averiguamos donde podíamos ir a comprar regalos y un árbol de navidad ya que las cosas de la mudanzas habían llegado a la mitad, y esta familia ya había pasado por mucho no podíamos quitarle a un niño de 4 años la ilusión de la navidad también. Así que al día siguiente salimos a comprar un arbolito lo decoramos y preparamos todo para recibir la navidad.
Durante la tarde el timbre de casa sonó y una señora se presenta en nuestra puerta; era nuestra vecina de enfrente la Sra. Posse, se había enterado de nuestra mudanza y quería invitarnos a pasar la navidad con su familia así no estábamos los cuatro solos. Mi mamá automáticamente pero muy amable rechazó su oferta diciendo que ya teníamos todo preparado y que no queríamos interrumpir pero no era eso por lo que le dijo que no, sino que quería evitar responder la dura pregunta de donde estaba papá en navidad.
Valeria empezó a discutir con mamá porque ella si quería ir a la casa de la Sra Posse, quería saber si quizás podía hacer alguna amiga a la que pudiera manipular o algún nuevo noviecito, estaba tan intrigada que se paso toda la cena con un puchero gigante hasta que dieron las doce y pudo ir a ver sus regalos.
La cena de navidad fue algo triste, Lucas preguntaba donde estaba papá, y si el niñito Dios lo iba a encontrar ahí ya que esa no era su casa. Así que mamá con lágrimas en sus ojos tuvo que explicarle que ahora vivíamos ahí y que el niñito Dios siempre sabe donde están los niños que se portan bien, en ese momento todas nos miramos y nos abrazamos, y mientras Lucas salía corriendo a buscar sus regalos nosotras alzamos nuestras copas y brindamos por un nuevo comienzo y nuestro nuevo hogar. Porque a pesar que uno cambie de casa, de provincia, o incluso se vaya a vivir a otro país el hogar es donde está tu familia, y nosotros nos teníamos el uno al otro, así que todo iba a salir bien porque ahora ese era nuestro hogar.
Justo después de abrir todos los regalos Valeria, mamá y Lucas salieron a la puerta de casa a conocer a los vecinos y ver como tiraban fuegos artificiales, las calles del barrio privado estaban llenas de gente y niños, así que subí corriendo a mi ventana y pude apreciar una vista mágica, se veían todas las luces de la ciudad sumado a todos los fuegos artificiales que explotaba unos tras otros y se abrían en el cielo como dientes de león gigantes y multicolores. Así que cerré mis ojos para pedir unos deseos como hacia todos los años, y cuando los cerré lo primero que vino a mi mente fueron esos ojos color almendra mirándome fijamente, era tan real que prácticamente no quise abrir mis ojos nuevamente. Era como si él estuviera parado frente a mí nuevamente mirándome, haciéndome sonreír y revolotear las mariposas de mi panza.
... . .
Esa noche Valeria conoció a Lourdes, la hija de la Sra. Posse, tenía nuestra edad era un poco mas petisa que ella tenía el pelo castaño claro y ojos verdes, era una chica muy simpática y amable, pero también conoció al hermano de Lourdes, César un chico de 21 años pelo negro y ojos negros, muy alto y bien musculoso. César había organizado una fiesta para sus amigos para festejar la navidad en su casa, por lo que Valeria estaba completamente deslumbrada con el nuevo lugar donde estábamos viviendo, tanto que se cruzaron con Lourdes un rato antes que empiece la fiesta y le mostró a Lourdes la cantidad de ropa que tenía, así que se cambiaron y pintaron para parecer en lugar de unas chicas de 16 como mínimo unas de 18.
Mi mamá no pudo decirle nada porque ya estaba durmiendo y además como estábamos en un barrio cerrado creía que nada malo podía pasar, Valeria había quedado "jugando" con su nueva amiga y Lucas hace rato que ya estaba durmiendo con ella. Obviamente yo no les dije nada pero cuando Lourdes me invito, rechacé la oferta amablemente prefería quedarme a leer en mi nuevo sitio favorito el libro que había recibido de regalo por navidad.
Estaba segura que Valeria estaba muy feliz siendo el centro de atención como la chica nueva del barrio y como prueba de eso volvió a las 8 d la mañana. A pesar que no somos iguales tengo esa conexión de hermana y me desperté al escucharla entrar tropezándose con todo, estaba ebria, así que bajé las escaleras y la ayude a subir a tropezones. Cuando llegamos a su cuarto la cambié y acosté, y antes de dormirse me miro y dijo _ Estamos soñando Julia? O papá en serio nos cambio por Sofía?
_Estamos soñando Valeria? Descansa mañana todo desaparece. (Y besé su frente)
Volví a la cama y me di cuenta que todos estábamos sufriendo, mi corazón se estaba estrujando lentamente, me sentí muy mal cuando cerré mis ojos para pedir los deseos no tendrían que haber venido a mi mente los ojos de ese chico misterioso sino la felicidad de mi familia, para que los corazones de cada uno de nosotros dejen de sangran y quien dice quizás algún día perdonar a papá.
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Una mirada al amor
Teen FictionPRÓLOGO Dicen que todas las historias de miedo empiezan cuando una familia se muda de casa, pero también suelen empezar así las grandes historias de amor. Una chica que llega a un nuevo pueblo y conoce al chico malo del pueblo y logra volv...