Capítulo 1

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CAPÍTULO 1

Siempre he sentido una febril admiración hacia las cosas peligrosas. Las tormentas. La velocidad. Los cuchillos. El fuego. ¡Hay tanta belleza en ellas! Y a la vez tanta destrucción. Las llamas bailan, acariciadas por el viento, crecen y cambian de forma mientras crepitan de una forma cálida y deliciosa. Arrasándolo. Todo.

No sé si esta insana fascinación vino de mí o de ella, lo que sí sé es que ahora es tanto mía como suya. Por muy dormida que esté en mi interior puedo sentirla tanto como el calor de las llamas. Y sé que le gusta, que ella también las siente.

—Vas a quemarte —mis ojos enfocan por encima de la fogata en la que arden todas mis viejas pertenencias. Hay un chico observándome. Nunca antes le había visto.

Lentamente aparto las manos del fuego, sin perderlo de vista. Pero él lleva razón. Las palmas de mis manos están más rojas de lo que deberían. ¿Lo peor? Ni siquiera me he dado cuenta de cuando he puesto las manos sobre las llamas.

—Quien juega con fuego acaba quemándose —le respondo. Él tuerce una sonrisa que ni siquiera llega a sus ojos. Por un momento me quedo perdida en ellos. Pese a la distancia puedo ver claramente el color, son azules. Hielo. Y brillan de una manera muy extraña que no logro entender.

—Ten cuidado, entonces.

El fantasma de una sonrisa se abre paso en mis labios mientras lo observo alejarse. Tengo el presentimiento de que muy pronto volveremos a vernos.

***

En casa. Así es como me siento al volver a pisar el suelo del instituto. Tras un año recorriendo Europa sienta bien estar aquí, aspirar el aroma a libros nuevos y sentirme inundada por la esencia adolescente que impregna los pasillos. Me alegra ver caras conocidas, como la de la señora Williams —que me asegura bastante convencida que mi taquilla sigue siendo la misma— o la de mis amigas, que no están por ninguna parte.

Con un suspiro emprendo el camino hacia mi taquilla. Sé que son capaces de llegar tarde el primer día de clase y yo no pienso esperarlas. Al menos ayer pude verlas para ponernos al día. Llegaron justo después de que aquel chico se marchara y me contaron todo lo necesario para sobrevivir al último año de instituto sin parecer nueva, es decir, me relataron todos los cotilleos de los que pudieron acordarse en una tarde. Me pierdo un año de clases y pasa de todo. Increíble.

Sumerjo mis narices en el libro que estoy leyendo por enésima vez. ¿Lo malo? Que cuando no miras por donde vas te chocas con la gente y le tiras las cosas. ¿Lo malo? Que si es un borde de mierda te cabreas como nunca. Una se agacha a recogerle los libros pidiendo perdón y la respuesta que recibe es más cortante que el filo de un cuchillo.

—Perdón. ¡Lo siento! —digo, mientras amontono los libros. Ni siquiera me paro a mirar quien es, pero al ver sus deportivas deduzco que un chico—. Aquí tienes —le tiendo los libros con una sonrisa que él no tarda en devolver. Es el chico de ayer. El de los ojos azules.

—No pasa nad... —su mano roza la mía provocando un chispazo— ¡La próxima vez mira por dónde vas, imbécil! —me espeta. Por unos segundos me quedo muda, pero se me pasa pronto.

—Perdona, ¿vale? Iba leyendo y...

—No me importa —me interrumpe—. Tan solo quítate de en medio.

Me enfado. Mucho. Noto como la sangre empieza a correr más rápido por mis venas.

—Oye no me hables así. ¡Te he pedido disculpas!

—Te hablo como me da la gana.

—¿Pero a ti qué te pasa? —le digo. Cabreada. De verdad. Él se aleja por el pasillo ignorando mi pregunta y consigue que me hierva la sangre.

¿Por qué arma un numerito de todo esto? Ni idea. Solo sé que cuando nuestras manos se han rozado al entregarle los dichosos libros, sus ojos azules se han vuelto más fríos y resbaladizos que una pista de hielo.

Me giro hacia mi taquilla tratando de ignorar lo sucedido, total, estúpidos hay en todas partes. Justamente Lily y Becky deciden deleitarme con su presencia.

—¿Lo habéis visto? ¿Quién se ha creído que es? —pregunto.

—Es Nathan Johnson —me contesta Lily, fijando sus ojos celestes en él, que aún no ha dejado el pasillo.

—Es muy simpático y divertido —miro a Becky con incredulidad.

—Pues hoy debe haberse dejado la simpatía en casa.

Abro mi taquilla para dejar el libro, girando la rueda para poner la combinación, 0666.

—No me dijisteis que había un chico nuevo —Lily se encoge de hombros. Y la verdad es que yo tampoco pregunté por él después de haberlo visto.

—No era importante —dice—, pero supongo que ahora querrás saberlo todo de él.

—Sí.

—Yo iba a decírtelo, ¿recuerdas? Fue cuando Lily me soltó todo ese rollo sobre no interrumpir —miro a Becky divertida.

Ayer Lily le soltó una de sus charlas educativas, algo que la buena e impulsiva Becky no entenderá nunca.

—Lo recuerdo —digo.

—Como ya he dicho es Nathan Johnson —sigue Lily, mientras nos ponemos en marcha hacia nuestra primera clase.

—Todos le llamamos Nate y además es bastante guapo —añade Becky.

Lily la fulmina con la mirada. "¡Qué no me interrumpas!" parece decir, pero luego asiente.

—Cierto, tuvo mucho éxito con las chicas.

Muy a mi pesar tengo que coincidir con ellas. Ojos azul hielo, pelo marrón chocolate —necesita un buen corte de pelo, por cierto— y aires de grandeza. Eso último ensombrece todo lo demás.

—Nate está en nuestro curso y es muy amigo de Tom y Kevin. Tiene una hermana dos años más pequeña. Se llama...

—Elektra —dice Becky y Lily suelta un gruñido de derrota—. La verdad es que el nombre le viene perfecto. Es la persona más rubia que he visto en mi vida, incluso parece que no tiene cejas y además tiene unos ojazos increíbles, son así como verde dorados. Es muy simpática y alegre, me recuerda a ti cuando estabas en primero.

—Sigo siendo alegre y simpática —digo.

Aunque la verdad es que después del primer curso de secundaria empecé a empeorar bastante. Me recorre un escalofrío al recordar aquel año. Fue el peor de todos. Casi me vuelvo loca y... casi muero. Tuve que tomarme un año de descanso.

Veréis, me llamo Cassandra Griffin y tengo diecisiete años. He estado enferma toda mi vida. Mi viaje a Europa debía ayudar a curarme. No tengo cura. Y aunque he mejorado notablemente y los síntomas de mi enfermedad han desaparecido, yo sé que están ahí, esperando el momento justo para estallar como una bomba de relojería.

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Bueno, sí he editado el primer capítulo y añadido algunas cosas, reescrito otras... aunque la historia es prácticamente la misma. Estoy intentando mejorarla y es que llevo siglos intentando actualizar la novela pero simplemente no puedo porque leo lo anterior y me tiro de los pelos. No es que me disguste la trama sino que me falta algo, algunos personajes se quedan muy planos, otras cosas están fatal narradas y no sé... :'( así que he decidido editarla poquito a poco a ver si vuelve a resurgir porque realmente pienso que la historia merece la pena y con 200 pags de word pues bueno, no las voy a tirar a la basura. Espero que les guste!

XOXOX

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