Capítulo 3

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CAPÍTULO 3

Aunque el profesor de francés, Bill, está buenísimo, me aburro soberanamente en clase. Durante mi viaje a Europa he mejorado mucho mi español y he aprendido a defenderme en francés, italiano y alemán, así que este curso me he apuntado a francés en lugar de a español para mejorar un poco mi gramática, pero la clase tiene un nivel tan bajo que es imposible no dormirse. Espero que sea solamente porque es el primer día.

̶            Señorita Griffin – miro al profesor – ¿Está prestando atención a la explicación?

̶            Oui, monsieur.

̶            Parlez-vous français, mademoiselle? – ¿habla francés señorita?

̶            Plus que l'autres élèves – más que los otros alumnos.

̶            Très bien, Cassandra – muy bien –. Tienes buena pronunciación y todo.

Sonrío, Bill me devuelve la sonrisa y sigue con la clase. Se me hace eterna. Cuando suena el timbre recojo mis cosas y me voy, ni siquiera espero a que Becky y Lily salgan. Voy a mi taquilla a recoger unas cuantas cosas, tengo unas ganas terribles de llegar a casa.

Me paro. Nathan está al otro lado del pasillo hablando con una chica que supongo que es su hermana, porque es tal y como Becky dijo. En cuanto me ven se callan. Nathan se aleja por el pasillo a toda prisa dejando a su hermana plantada ahí de pie. Me vuelvo hacia mi taquilla e introduzco la combinación, 0666, saco el libro que estoy leyendo y guardo las cosas de francés. La cierro y me voy, o al menos lo intento, porque al girarme me encuentro a la hermana de Nathan dispuesta a hablarme.

̶            Que combinación más curiosa – me dice sonriente.

Sus grandes y luminosos ojos verdes dorados me impactan. Son todo lo contrario a los de su hermano, cálidos y amables.

̶            Es un número que me persigue – digo devolviéndole la sonrisa.

̶            ¿Sabes lo que significa?

̶            Hay muchas opiniones respecto a eso, la mayoría cree que es el número del Diablo. Yo creo que simplemente es un número.

Una chispa brilla en sus ojos como brilló en los de Nathan en clase de gimnasia. Ella asiente lentamente.

̶            Entiendo – dice –. Soy Elektra, la hermana de Nate. Cassie… ¿Puedo llamarte Cassie?

̶            Claro – me encojo de hombros.

̶            Siento que mi hermano sea tan… borde contigo. Verás, tú – hace una pausa para pensar las palabras adecuadas – le recuerdas algo de nuestro pasado que intentamos olvidar.

̶            ¿Y a ti no te lo recuerdo? – ella se ríe.

̶            No – alzo una ceja –. Bueno, él es el hijo mayor y se ve más afectado por algunas cosas que yo. Te pido que lo disculpes por favor, él no suele ser así, está un poco confundido, pero se le acabará pasando te lo aseguro.

̶            Esperemos, – digo – porque la próxima vez apuntaré con el balón un poco más abajo.

Elektra se ríe y se marcha pasillo arriba en busca de su taquilla. Yo me voy en busca de mi casa.

Mientras camino, me siento un poco observada. Aún despierto comentarios entre mis compañeros. Muchos porque he vuelto antes de lo previsto, aunque otros seguro que estarán hablando de mi pelea con Nathan Johnson.

Saco mi móvil y me pongo los cascos para no tener que escuchar ningún comentario indeseado y pelearme con alguien más hoy. Porque yo no soy de las que se quedan calladas si saben algunas cuantas cosas que harán a la otra persona arrepentirse toda su vida de haber hablado mal de mí.

Trato a las personas como ellas me tratan a mí. Ojo por ojo, diente por diente. Sí, el mundo acabará quedándose ciego y mellado pero ¿y a mí qué? Es lo justo. Al menos es lo que pienso. Eso y que tengo que sacarme el carnet del coche. No me importa andar ahora, pero en invierno hace demasiado frío por las mañanas y no soporto a mis padres tan temprano. Ni a ellos ni a nadie. Estoy demasiado dormida como para hacerlo y en mi viaje me acostumbré a estar sola.

Cruzo la carretera por el paso de cebra. Un Ford Fiesta negro se detiene para dejarme pasar. Elektra me sonríe desde dentro del coche. Le devuelvo la sonrisa y la apago inmediatamente al ver a Nate conduciendo a su lado. Su mirada fría vuelve a hacer de las suyas y me hiela la sangre ahora que el calor del enfado ha pasado. Aparto la vista y sigo adelante. Cuando llego a la otra acera me doy cuenta de que el Ford aún no se ha puesto en marcha. Elektra le dice algo a Nathan pero él tiene la vista clavada en la carretera y mueve lentamente la cabeza. Elektra zarandea a su hermano, pero sigue sin reaccionar. Es de lo más extraño y algo aterrador. Nate parece un zombi. Un BMW x6 rojo hace sonar el claxon detrás suya. Nate parece despertar y pone en marcha el coche. Lo observo mientras camino hasta que dobla una esquina y lo pierdo de vista.

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