Capítulo 16

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CAPÍTULO 16

Estoy tan débil que ni siquiera puedo abrir los ojos y la oscuridad me reclama a cada segundo, pero tengo que mantenerme consciente. Voy a luchar hasta el último segundo. Me duele todo el cuerpo y los pulmones me arden por la falta de oxígeno.

̶            No puedo hacerlo.

̶            Sí puedes – contesta una voz femenina.

̶            Ayúdame, no puedo hacerlo solo.

̶            Cuanto más tiempo pasemos discutiendo esto menos le queda a ella de vida. Si quieres puedo llamar a Elektra.

̶            No.

Oigo pasos que se alejan.

̶            Maldita sea, Cassie ¿no te enseñaron a evitar los callejones oscuros? ¡Hasta un niño de cinco años sabe eso!

Su mano golpea mi pecho con fuerza, el dolor empieza a extenderse a todas partes desde mi corazón y pierdo la consciencia.

Los parpados parecen pesarme toneladas cuando los abro. La luz de una lamparita me ciega inmediatamente. Cuando mis ojos se acostumbran descubro a Nathan sentado en una silla junto a la cama. Tiene sombras oscuras bajo los ojos – fijos en mí – y parece bastante cansado. Alargo mi mano hacia él y me doy cuenta de que tengo el brazo izquierdo en cabestrillo. Un gemido se escapa de mi boca.

̶            No te muevas – Nate se levanta de la silla y me incorpora en la cama con sumo cuidado poniendo algunos cojines y almohadones a mi espalda. Coge una taza humeante que hay junto a la lámpara de la mesita de noche y me la tiende – Bébetelo, te sentará bien.

Me acerco la taza a la nariz, huele a canela, vainilla y a limón.

̶            ¿Qué es? – mi voz suena un poco ronca. Me aclaro la garganta.

̶            Una infusión – “¿No me digas?” pienso, pero no lo digo en voz alta, no tengo ganas ni fuerzas para discutir –. La ha hecho mi madre.

“Cuanto más tiempo pasemos discutiendo esto menos le queda a ella de vida” el recuerdo de la voz de su madre llega tan espeso y nublado a mi mente que quizá lo haya soñado. Soplo un poco y doy un sorbo. Está realmente delicioso.

Dejo que mis ojos vaguen por la habitación mientras me bebo la infusión. Las paredes son naranja y las estanterías están llenas a rebosar de libros. El escritorio está frente a la cama, hay un montón de papeles desordenados sobre él y un flexo. El armario está abierto y se ven todas las ropas amontonadas unas encima de otras y los cajones abiertos, algunas prendas se han caído al suelo. El único rincón ordenado de la habitación está ocupado por una guitarra acústica.

̶            Podrías ordenar un poco la habitación – digo.

̶            ¿Cómo te encuentras? – pregunta él ignorando mi comentario.

̶            Bien. Dentro de lo que cabe, claro. ¿Por qué no me llevaste a un hospital? – él me mira y aprieta los dientes, veo como se tensan los músculos de sus mandíbula.

̶            No había tiempo – dice con voz queda.

̶            El hospital está a diez minutos, creo que…

̶            Cassie – me interrumpe. Aparta la mirada –. Te estabas muriendo. Créeme, no hubieras aguantado ni cinco minutos. Estabas tirada en un charco de tu propia sangre.

̶            Lo recuerdo – él me mira, sus ojos se han vuelto más azules, más oscuros.

̶            Tuve que traerte aquí con un hechizo y lo primero que hice fue llamar a mi madre a gritos. Ella detuvo la hemorragia y te examinó. Te mantuvimos flotando sobre la cama para que no mancharas nada. Toda tu ropa, tu cara, tu pelo dorado, ¡era rojo Cassie! Todo lleno de sangre. Mi madre te lavó todo lo deprisa que pudo y te puso ropa limpia – me inspecciono la ropa. Es una camiseta grande de color blanca y con el cuello de pico. La que llevaba Nate el primer día de clase –. Me dijo: “Costillas y brazo izquierdo roto y una brecha en la cabeza con chichón incluido. Sabes como hacerlo.” Pero una cosa es saberse un hechizo de memoria y otra llevarlo a cabo, – me mira lleno de angustia – podría haberme equivocado y ahora mismo no estarías aquí – estoy a punto de comentar que le escuché hablar con su madre, pero cambio de idea, prefiero guardarlo como algo especial, como un secreto. Tengo que evitar que una pequeña sonrisita aparezca en mi rosto.

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