Capítulo 7

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CAPÍTULO 7

Me siento rara. Lo que acaba de pasar… Agito la cabeza intentando sacarme de la mente la sonrisa de Nate y la ternura de sus ojos, la forma en que ha dicho mi nombre, todo él, su electricidad, ¡fuera! No los quiero cerca de mí en estos momentos. Es un mal momento. La recuerdo a ella y a su dichoso número: 666. Mi pompa de felicidad momentánea explota. No hay tiempo para tipos como él en mi vida. Odio y mirada helada por la mañana amor y ternura por la tarde. No me gusta la gente bipolar.

̶            Casssssandra – dice Kevin a mi espalda pronunciando la s con un siseo de serpiente.

Me sobresalto. Me doy la vuelta para verlo. Becky está a su lado, una cabeza y media por debajo.  Me sonríe de oreja a oreja y me lanza una mirada sugerente.

̶            ¿Dónde te habías metido? – Pregunta alzando una ceja. – ¿Estabas con Nathan?

̶            Sabes que sí – le contesto.

̶            ¿Y qué te ha dicho?

̶            Cosas – sé cómo le fastidia que no le cuente los cotilleos y más si son míos.

̶            ¡Venga ya, Cassandra! – revienta Becky –. CUÉNTAMELO.

̶            No – le digo.

Becky se pone de rodillas en el suelo poniendo cara de cachorrito y juntando las manos.

̶            Por favor, Cassie.

̶            ¿Por qué no vamos a tomarnos un helado para celebrar lo bien que lo hemos hecho? – Miro a Kevin agradecida por el cambio de tema.

̶            Me apunto.

Nos compramos un helado cada uno en un quiosco y nos sentamos en un banco a tomárnoslo. Un recuerdo me viene a la mente. Yo sentada en una plaza de la ciudad italiana de Padua, la Piazza dei Signori, comiéndome un maravilloso helado italiano para refrescarme del sofocante calor de agosto. Fue uno de los últimos lugares en los que estuve, después volé hasta Madrid y de allí de vuelta a casa. Vuelvo a la realidad al notar que una gota de helado derretido me cae por la mano. Me limpio con la servilleta y me lo como antes de que se derrita del todo. Cuando lo acabo me estiro en el banco junto a Becky. Ella me mira malignamente. ¡No! Pero sí. Empieza a hacerme cosquillas. Su venganza por no contarle lo que hacía con Nate. Me revuelvo intentando liberarme de sus cosquillas, pero no lo consigo. No puedo parar de reír.

̶            Beck, para ya anda – me defiende Kevin.

̶            No, sé lo merece – me caigo al suelo de la risa.

̶            Interesante.

̶            ¡Tom! Sálvame – digo entre carcajadas al escuchar su voz.

Noto como Tom me saca de encima a Becky. Me levanto del suelo y la fulmino con la mirada. Tom la ha puesto sobre sus hombros así que tengo que alzar la mirada para verla.

̶            Esta me la pagas – le digo.

Becky me saca la lengua y Tom la deposita en el suelo.

̶            Eres una plumilla – le dice, Becky se sonroja. Es imposible enfadarse con ella más de cinco segundos.

En fin. Suspiro y vuelvo a sentarme en el banco. Tengo una vista de lo más curiosa. Kevin besando a Paula, que ha llegado con Tom, y Tom chinchando a Becky. Saco el teléfono de mi bolsillo y llamo a Lily para que venga a hacerme compañía. Tortolitos, futuros tortolitos y yo sola en un banco. Deprimente y penoso nivel infinito más uno.

̶            ¿Qué? – dice Lily desde el otro lado del teléfono.

̶            Tom y Becky y Paula y Kevin. Dime que pinto yo con esos – Lily se ríe.

Su risa suena por el teléfono y muy cerca de mí. Me giro y la veo a dos pasos. Cuelgo el teléfono. Lily va fabulosa, como siempre. Mi castaña de ojos celestes y metro cincuenta y cinco lleva un short vaquero azul clarito con unas Vans rosa chillón y una blusa de tirantes del mismo color. Estupendo, un chico hipster y ahora una chica tumblr. Lily me sonríe y se sienta conmigo en el banco.

̶            ¿Desde cuándo Tom y Becky se llevan tan bien?

̶            Desde este verano – Lily me mira divertida – ¿Me has llamado porque te sentías sola y marginada?

̶            Básicamente – la miro y nos reímos.

̶            ¿Qué tal el casting?

̶            Bien y mal – Lily enarca una ceja –. Bien porque ha salido perfecto y mal porque tendré que soportar a Nathan todo el año.

̶            Así que vais a ser los protas, ¿eh?

̶            Seguramente y lo peor es que ¡tenemos que besarnos!

Lily empieza a reírse. Saco mi mirada asesina, pero sigue riéndose.

̶            ¿Por qué es tan gracioso? – pregunto.

Ella para de reírse y me mira enigmática.

̶            Del amor al odio sólo hay un paso. Del odio al amor hay medio.

̶            No – digo.

̶            Sí. Ya lo verás.

̶            Eres mala señorita Wilde. – Ella vuelve a reírse.

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