Capítulo 23

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CAPÍTULO 23

La casa siempre ha estado tan vacía… Debió de sentirse muy sola cuando me fui porque la única habitante habitual era yo, yo y mi demonio – bruja en este caso – personal. Scarlett. No me había dado cuenta hasta ahora, cuando estoy sola sin nada en lo que pensar o hacer, de lo raro que es no tenerla gritando cosas en mi cabeza. Todo es mucho más tranquilo y silencioso.

El salón, con las paredes beige y los muebles de madera oscura, las lámparas de cristalitos imitando a las arañas de los siglos pasados, el solitario estéreo y la pantalla de plasma. Todo muy bonito y armónico. Pero vacío. Siempre vacío. La cocina vacía. El jardín trasero lleno de yerbajos y el césped seco y amarillento. La única parte de la casa que se salva es mi habitación. El resto está vacío.

Debería pintar un cartelito de esos en los que pone el nombre de la casa: “LA CASA VACÍA” o quizás “LA CASA SOLITARIA”. Si no fuera por la alarma antirrobo estoy segura de que los ladrones se habrían apoderado de todas las cosas de valor hace ya mucho tiempo. A veces me pregunto porque mis padres se molestan en regresar a casa. Podrían comprarse un apartamento en Nueva York donde está la oficina principal de su compañía. Creo que más de una vez han pensado en hacerlo. Supongo que siguen aquí por mí. En fin, cuando vaya a la universidad se libraran de mí y…

Ahí está mi misterioso vigilante. Siempre hay una especie de vibración en el aire cuando aparece.

—Hola. ¿Qué tal estás amigo mío? —pregunto mirando al techo, lo único que veo aquí tumbada en el sofá— Yo estoy bien, solo por si quieres saberlo. Creo que te interesa mi estado de salud y esas cosas. No voy a poder hablar mucho contigo porque mis amigas están a punto de llegar pero bueno, algo es algo. Esto no es propio de mí, es decir, hablar “sola”, —hago las comillas con los dedos― pero me aburro. O quizás esté realmente loca. ¿Quién sabe? —Me quedo unos momentos en silencio, por si obtengo una respuesta—. Lo que quería saber es si cuando llegue el momento yo… yo estaré como ella; atrapada en este cuerpo sin poder tomar el control. Simplemente observando y dándole la brasa— vuelvo a esperar. Pero se ve que no va a contestar—. Por favor. Golpea en la mesa una vez si es un ‘Sí’, dos veces si es un ‘No’ —dejo que una sonrisilla se abra paso en mis labios. Cualquiera que me viera pensaría que he visto demasiadas pelis malas.

Estoy a punto de abandonar la espera cuando suena un golpe en la mesa. Solo uno. Al menos sé que no estoy hablando sola.

—¿Qué pasará después? Si el plan de George sale bien, ¿moriré yo con ella?

Y suenan tres golpes. En la puerta; lo que significa que mis invitadas están aquí.

Salto del sofá y me apresuro a abrirles la puerta con una gran sonrisa en la cara.

—¡Hola chicas!

Lily se vuelve horrorizada hacia Becky.

—¿Qué le han hecho a nuestra amiga? —le pregunta tratando de disimular una sonrisa. Becky me mira de arriba abajo frunciendo el ceño con aire pensativo. Es bastante gracioso.

—Creo que la han abducido. ¿Tú qué opinas, Paula?

—Puede ser. Pero no estoy muy segura —se encoge de hombros—. Quizás solo se haya vuelto loca.

Intento contener la risa pero se me termina escapando. Si hubieran llegado unos minutos antes y me hubieran visto hablando pensarían con toda certeza que estoy loca.

Anna se abre paso entre las demás y se me lanza encima. La abrazo todavía riendo.

—Mi querida prima cuanto te he echado de menos —dice.

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