Me voy de casa

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Llevaba un día desde que mi madre había fallecido, el Padre de la Iglesia a dónde íbamos me había dicho que encontraría un hogar para que viviese, pero en realidad no quería otro hogar, quería estar en mi hogar. Las vecinas habían comentado que no me dejarían solo, me ayudarían siempre con mis necesidades, mi mayor necesidad era tenerla de nuevo.

No sabía nada de Bel, quizás ya se haya enterado, pero no ha aparecido, sé que no vendrá de vuelta. Decidí irme de casa, prefería estar solo con mis recuerdos. Tomé unas cuantas prendas de ropa y las metí en una mochila, salí muy de temprano para que nadie me viera e impidiera que me fuera. En realidad tenía miedo.

Recordé que mi mamá guardaba dinero bajo un jarrón colocado en la sala, efectivamente ahí estaba, no era mucho pero seguramente serviría. Me conduje a la estación de autobuses más cercano, no sabía a donde dirigirme. Por un momento pensé que sería hermoso ir a apreciar la estatua de la libertad en Nueva York, pero tendría que atravesarme todo el país, otra opción era conocer la ciudad de San Francisco, así que la aventura empezaría.

No podía comprar ningún boleto, decían que era un chico con una enfermedad que ameritaba un acompañante que me cuidara y no lo tenía, odiaba tanto ser así. No me resigné ante la respuesta, empecé a caminar en la carretera, trataba de pedir jalón, pero nadie se compadecía de mí.

Había caminado muchas horas, pero me sentía tranquilo. Recordé por un momento las veces en que salía a correr preparándome para la carrera de la escuela, era fascinante. Mi madre siempre decía que todos los momentos vividos eran importantes, pues marcan de manera definitiva negativa o positivamente para nuestro futuro, en realidad así era.

Las horas iban pasando y ya llegaba la noche, necesitaba encontrar jalón hacia un lugar seguro. Le hice parada a varios carros y no respondieron, hasta que uno por fin se detuvo., me acerqué para preguntarle si me daría jalón.

- ¡Hola Señor! –El conductor bajó el vidrio de su ventaba, parecía que se había asustado al ver que tenía síndrome de Down-.

- Hola joven, ¿Puedo ayudarle?

- Le agradecería que me llevará al pueblo más cercano.

- Sí claro, suba.

- Gracias, mil gracias.

Me indicó que subiera del lado de atrás, al entrar en el auto me di cuenta que iba con su familia, adelante iba su esposa que era bella, atrás dos jóvenes, una chica y un chico más o menos de mi edad.

- ¿Cómo te llamas chico? –Preguntó la señora-.

- Agustín Navarro señora. –Respondí-.

- ¿Navarro? Yo conocí a un cantante famoso con ese nombre. –Dijo el señor al escuchar mi nombre-.

- Seguramente era "Don Mario Navarro".

- Si, exactamente ese era su nombre. ¿Lo conociste?

- Claro, es mi padre.

Los cuatro pasajeros quedaron sorprendidos ante mi confesión, no acostumbraba decir que era hijo del famoso Mario Navarro, en realidad me gusta más guardar el secreto pues para mí era más que un cantante, era mi padre.

- Lamento que haya muerto. –Dijo el señor con una cara triste-.

- Gracias señor, era un buen padre. Era hermosa tener a un gran cantante en casa, porque sabes realmente lo que lo mueve a cantar tan espléndidamente, los sentimientos.

- Eres muy inteligente como para... -Dijo la chica y antes de que terminara la frase respondí-.

- ¿...como para tener Síndrome de Down? –Su rostro mostraba arrepentimiento-. En realidad no eres la primera en decirle, pero fue un cumplido para mí. –Su padre la veía desde el retrovisor con una mirada de disgusto-.

No se veían como malas personas, me sentía tranquilo y cómodo con ellos. Era extraño pues en muchas ocasiones no podía salir a alguna parte pública sin evitar las miradas de asombro a mi persona, en esos momentos me sentía incómodo, pero en esta ocasión no era uno de esos.

- ¿Cuáles son sus nombres? –Dije para matar el silencio-.

- Mi nombre es María. –Dijo la señora-. Él es mi esposo Marcos, los de haya atrás son nuestros hijos gemelos Martin y Martina.

- Pues mucho gusto María, Marcos, Martin y Martina. Todos empiezan con la letra "m", los recordaré así. –Ellos rieron-.

- Imagínate que el apellido de la familia es Morgan. –Dijo don Marcos riéndose-.

- Eso si es el colmo. –Dije, ellos sonrieron aún más-.

Me detuve un momento para analizar a los chicos, en verdad eran gemelos, era como ponerle al chico una peluca y era ella o cortarle el pelo para que pareciera él. Nunca había visto personas así, en la secundaria si había llevado un curso sobre bioquímica en donde nos explicaban como se daba el caso de dos o más bebés en un solo parto.

- ¿A dónde te diriges Agustín? –Preguntó don Marcos.

- En realidad a cualquier lugar.

- No entiendo, ¿Andas vagando por ahí solo? Tu madre ha de estarte buscando.

- No lo creo, ella falleció hace un par de días señor.

- Lo lamento Agustín. –Dijo con arrepentimiento de sus preguntas.-

- Puedes quedarte en casa si quieres. –Dijo doña María mientras todos asentían-.

- No quisiera incomodarles.

- No lo harás, te lo aseguro.

- ¿Dónde viven?

- En San Francisco, venimos de un pequeño paseo en San Diego.

- Yo soy de San Diego.

- Tienes una hermosa ciudad Agustín.

- Si, lo sé. –En realidad no lo sabía, solo conocía el vecindario como la palma de mi mano, pero a más de mi palma no conocía otro lugar-.

- ¿Cuántos años tienes? –Preguntó Martin-.

- Tengo quince.

- Te ves de treinta. –Dijo bromeando-.

- En el equipo de baloncesto de la secundaria teníamos a un compañero que se veía de veinte, y todos le decíamos "El abuelo" por 'parecer el mayor del grupo. –Rieron-.

- ¿Jugabas en el equipo de baloncesto? –Preguntó Martina asombrada-.

- Si, en realidad jugaba uno o dos tiempos del partido, pero me encantaba jugar.

- Eres asombroso, tienes una historia extraordinaria por contarnos Agustín. –Dijo don Marcos-.

- Con gusto lo haré señor.

El camino parecía ser un poco largo, así que les conté parte de mi infancia. Les conté la muerte de mi padre, el maltrato en la escuela, la ida de Bel hacia el extranjero, la carrera y como conocí a Heidy. Quería reservarme las demás historias de mi vida para otra ocasión. 

 

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Todo tiene su tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora