El misterio de Benjamín

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Muchos estudiantes solían acercarse a conversar conmigo mientras caminaba por los pasillos del colegio, era un intercambio de historias. Había imaginado que mi vida era de lo más impactante, pero no era así, en verdad escuché a chicos con una historia increíble.

Trataba de animarlos contándoles mis experiencias y las bendiciones que he recibido de Dios, recuerdo que el presbítero de la Iglesia a dónde íbamos con mamá decía que el mejor consejo que se puede dar es el propio testimonio, pero en realidad eran ellos quienes me animaban a seguir adelante.

Me sentía bien, sabía que ese era el lugar en donde debía estar. Ya no había más nostalgia, sentía una paz y armonía con mis compañeros y amigos. La música llenaba mis entrañas, tapaba el agujero que había quedado en mi corazón y el alma. Después de la tormenta viene la calma, pues todo tiene su tiempo.

En algunas ocasiones solíamos hacer improvisaciones cuando nos reuníamos un buen grupo de amigos, se escuchaba estupendo, todos en una misma melodía aportando algo de su corazón. Hacía sonar el sonido de las palmas para que todos se callaran, estiraba los brazos en son de iniciar con la orquesta y al mover las manos toda la música empezaba a surgir.

Entre miradas y sonrisas, disfrutábamos hacerlo, al terminar todos aplaudían y chiflaban para agradecer la interpretación. Seguía pensando que tenía a mi lado a los mejores músicos que había conocido, eran mis compañeros, amigos, mis hermanos, se habían convertido en mi familia.

En una ocasión caminaba solo por los pasillos, iba tarareando una canción improvisada, me asomé a un balcón para ver el cielo, estaba despejado. Como cosa rara había un silencio interminable, solo se escuchaba resonar mi tarareo, cerré los ojos por un momento, a lo lejos escuchaba la melodía de una armónica tratando de seguirme.

- ¡Benjamín! –Exclamé.-

Sabía que estaría en el jardín como la primera vez que lo conocí, corrí bajando las escaleras para llegar a prisa, llegué y me detuve frente a él. Aún seguía ejecutando su armónica, era un chico impresiónate, se detuvo.

- Hola Agustín.

- Hola, ¿Cómo sabes que no soy alguien más?

- Soy un misterio. –Sonrío- Además no dejas de usar esa suave loción que he memorizado desde el día que te conocí.

- Tu astucia me impresiona. –Dije mientras me acercaba para sentarme junto a él-.

- ¿Cómo has estado amigo?

- Amm no podría quejarme, tengo amigos, hago lo que me gusta. Estoy bien. ¿Cómo estas tu Benjamín?

- Estupendo, desde que vine a este colegio me he sentido de lo mejor.

- ¿Cómo llegaste aquí?

- ¿En serio quiere saberlo?

- Sí claro, es decir, me encantaría saber tu historia.

- Está bien, mi madre y mi padre vivían en una casa de madera a las afueras de esta ciudad, éramos tres hijos, yo era el mayor. Mi padre ejecutaba estupendamente la armónica y otros instrumentos, por las noches intentaba enseñarme pero no lo lograba del todo.

- ¿Qué pasó con ellos?

- Murieron en un accidente, una noche mientras dormíamos, una vela encendida calló al piso y encendió inmediatamente la madera, mi papá y yo tratamos de apagarlo mientras mi mamá tomaba a mis hermanos. No nos habíamos percatado que el fuego llegaría al cilindro de gas, explotó y no supe más.

Todo tiene su tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora