Capítulo 4

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*Pov Mikasa*

¿Qué demonios acaba de pasar?- Pensé aun sonrojada detrás de la puerta.

A mí solo me puede gustar Eren... Lo que acaba de pasar no ha sido nada, solo que ese maldito enano se ha aprovechado de la situación y de mi cansancio... solo ha sido eso.

Espero que Eren no se entere de esto.

*Pov narradora*

La chica se fue a dormir para olvidar esos recientes acontecimientos, y aunque le costó al principio se quedó dormida.

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Era temprano por la mañana y la morena se levantó de buen humor, ya que decidió quitarle importancia al asunto de la noche anterior. Tuvo un desayuno ligero y echó un vistazo a su móvil que parecía lleno de mensajes, de Eren. En ellos se disculpaba por haber bebido tanto, hacía preguntas de que había sucedido, y se ponía histérico de una forma muy cómica que hizo medio sonreír a Mikasa. 

"Nunca cambiará"- Pensó para si misma. 

Sin embargo se esperaba que hubiera algún que otro mensaje, aunque fuera solo uno de Jean, explicando su comportamiento, pero no habían. Pensó que debía ir a hablar con él, era su amigo y no dejaría que las cosas con su grupo se complicasen. Se conocían desde hacía mucho tiempo, no tanto como Eren, pero seguía siendo mucho tiempo.

Tendría que tomar ella la iniciativa en ir a solucionar las cosas, como siempre.

Se levantó, y cuando quedó delante de su puerta a punto de salir dudó. ¿Y si se lo encontraba otra vez... a ese? Abrió la puerta solo un poco, con mucho sigilo observó que no había nadie, y un poco desconfiada salió lentamente. Al estar en la calle pudo al fin respirar aliviada.

*Pov Mikasa*

Me dirigía a la casa de Jean con paso rápido. Maldición, ¿porqué tenía que estar tan lejos? Ayer él tuvo que andar un buen rato, para llegar a mi casa y regresar después a la suya otra vez...

Finalmente estaba allí, delante de su casa. Llamé al timbre, se oyó una voz detrás de la puerta que pude reconocer fácilmente:

Jean: ¿Quién llama tan temprano?- Parecía molesto 

Se oían los pasos acercándose para abrir la puerta.

Mikasa: Soy yo. Abre. 

Los pasos que parecían dirigirse hacia la puerta se detuvieron. ¿En serio se cree que no le he oído?

Mikasa: Abre. Vengo a hablar de lo de anoche. - Dije con un tono monótono.

Jean: ... - Siguió sin decir nada pero oía su respiración, de verdad que parecía un mocoso intentando que no le vieran.

Mikasa: No tengo tiempo para jugar al escondite ¿sabes? 

Jean: Por favor vete...

Mikasa: Quiero hablar las cosas.

Jean: Lo siento, pero no creo que pueda mirarte otra vez... De verdad que lo fastidié todo - Dijo con un hilo de voz.

Mikasa: ¿Acaso no lo entiendes? Aunque no te quiera de "esa" manera sigues siendo mi amigo.

Jean: No podemos ser amigos, sería demasiado incómodo - Se veía que no tenía la intención de abrir la puerta. Bufé y me respaldé en la puerta sin hacer ruido alguno. Se debió creer que me había ido pero unos minutos después, como hice yo esta misma mañana, entreabrió la puerta para comprobar que me había ido. Estaba escondida por una parte de la puerta que él había abierto y pude observar su rostro. Estaba con los ojos llorosos.

Me cansé.

De un empujón abrí la puerta por completo, haciendo que Jean quedara al descubierto. Le cogí el brazo y lo empujé hacia mí, envolviéndolo en un abrazo.

Mikasa: ...Idiota, no llores solo detrás de la puerta - Al terminar de decirlo se puso a llorar con más intensidad sobre mi hombro, balbuceando cosas incomprensibles, en el fondo no podía enfadarme con él:

Jean: Ggh... Gracias - Por fin lo pude comprender, tan solo era un buen chico que parecía un niño pequeño al haber sido castigado tras hacer una travesura que no debía, llorando a más no poder - De verdad aún podemos ser amigos? - Dijo entre sollozos, siempre había sido así, este era su auténtico ser.

Mikasa: Claro imbécil.

Permanecimos unos segundos allí abrazados, él llorando y yo consolándolo, parecíamos madre e hijo.

Jean: Mikasa... No le digas a nadie que he llorado - dijo sonrojado

Mikasa: Lo siento grandullón, demasiado tarde - Intenté hablar con seriedad.

Jean: ¡¿Q-qué?! ¿pero cuándo? - Que inocente era para las tonterías que hacía. 

Le di una palmada en la frente y me revolvió el pelo riéndose. Al menos ya era el Jean de antes, y a partir de ahora no habrían más malentendidos.

Mientras me revolvía el pelo me sentí observada. Con la mirada pude detectar al individuo que miraba la escena sorprendido.

Era él.

*Pov Levi*

Oí un llanto masculino al otro lado de la calle, y me giré con desgana. Pude divisar a lo lejos unas siluetas abrazadas.

¿Qué demonios?

Me fijé y era "ella" abrazándolo a "él", mientras el muy idiota lloraba como el mocoso que era. Era ella, Mikasa, abrazándose a el imbécil que casi la besa ayer por la noche... ¿En serio? ¿Porqué lo abrazaba? Pensé que ella misma se había enfadado con él, pero ahora se estaban abrazando. Además, ella me seguía con los ojos al abrazarlo. 

¿Me estaba provocando? 

El tal Jean ese la abrazaba por la cintura y ella por su nuca.

Déjala, suéltala.

Fijé mis ojos en ella y se me frunció el ceño como si fuera un acto reflejo. ¿La ayudé del lobo y al día siguiente se lanza a sus brazos?... No. Esta vez no montaré ninguna escena, ya se las apañará ella solita si ese "caballo" vuelve a intentar algo. Me resistí las ganas de darle el puñetazo que debería haberle dado al castaño la noche anterior y me fui. Pude notar como la pelinegra me seguía con la mirada a medida que me iba.

No le gustaría la noticia que iba a darle, cambiarían muchas cosas...

Era algo que sabía a la perfección.

Este capítulo no ha sido tan largo como el anterior y no ha habido demasiado RivaMika, pero en el próximo intentaré poner un poquitín más... 

Para terminar este capítulo quiero agradecer a todas las que leéis mis capítulos, los comentáis y los votáis, me dais ánimos para continuar la historia. :')

Hasta el próximo~

Ni en un millón de añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora