Cap 6

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El elfo me apretó en su mano y yo sentí que me iba a aplastar no sólo las alas, sino también las costillas. ¡Maldito imbécil! Yo no le había hecho al idiota y él estaba intentando triturarme con su mano. Y no era sólo eso. ¡Yo era pequeña! Y me enfadaba a sobre manera que ellos fueran del tamaño normal mientras yo tenía que ser una pitufa en sus manos.

Sentí una ligera oleada de energía recorrerme, y yo, de tan enfadado que estaba, la empujé fuera, deseando con todas mis fuerzas que esa energía fuera capaz de hacerla algo.

-¡Joder!- grita el elfo, lanzándome contra un árbol. Yo volé todo el camino hasta que choqué contra el tronco con fuerza. Quedé algo aturdida... Aunque sorprendentemente no sentí tanto dolor como habría esperado. Quizá el hecho de ser pequeña también me hacía sentir menos. Puede que fuera una teoría estúpida, pero era la única que tenía por el momento.

-¿Qué te pasa?- dice un elfo que corre a agarrarme, metiéndome en una pequeña bolsa y cerrándola con una cuerda. ¡Hijo de puta!- No deberías soltarla así como así. Puede escaparse.

Ya no puedo, genio. ¡Me has metido en un saco!

-La muy perra me dio una descarga- dice el elfo jefe enfadado, el que me había lanzado, y yo me quedé paralizada por la sorpresa. Vaya, vaya. Al parecer esa energía que sentí era perfectamente capaz de hacer daño. Bueno saberlo. Quizá podría darme alguna oportunidad para escapar del lugar.

-Es imposible- dice una voz femenina, sorprendiéndome. La verdad es que no había visto a ninguna ninfa alrededor. Bueno, la verdad es también estaba más preocupada de la mano del jefe triturándome que de si habían ninfas.

-Es perfectamente posible. Las hadas pueden dar descargas. Esa perra es un hada- dice el jefe con irritación, mientras yo comenzaba a removerme en mi prisión, gritando improperios para que me dejaran salir de una buena vez.

-Sí, pero esta hada en específico acaba de obtener sus poderes- dice la ninfa como si fuera obvio.- No tiene el control suficiente como para dar una descarga. Dios, sabes que esa es la razón por la que las cazamos cuando cumplen 19. Así no nos dan pelea.

-Sí, claro- dice el jefe bufando.- Vamos, llevémosla al campamento para algo de espectáculo y para subir los ánimos de los más jóvenes. Tenemos que demostrarles victorias de vez en cuando.

-Seguro. La pequeña hadita va a estar muy asustada, ¿verdad?- dice la ninfa con cruel burla y yo le grito enfadada.- Cariño, no se te ocurra maximizarte en ese saco, porque éste no va a ceder en absoluto y morirías aplastada por tu propio tamaño.

-Tampoco creo que sea capaz de maximizarse- dice el elfo que sostenía el saco en que me encerraron. Yo escuchaba atentamente. Vaya, así que también podía hacerme grande. Excelente, porque no tenía ningún interés en seguir siendo pequeñita más tiempo del estrictamente necesario. ¡Odiaba ser así de pequeña!

Ahora sólo tenía que averiguar por qué demonios ellos me odiaban tanto que querían matarme. Según yo recordaba yo no les había nada a ninguno de ellos. ¡No los conocía en absoluto! Estaba bastante segura que esta era la primera vez que veía un elfo. De hecho, hasta hace unos minutos ni siquiera sabía que los elfos existieran. Bueno, tampoco sabía de las hadas; pero no podía sentirme sorprendida porque éstos existieran...

Lo que sí me sorprendía, y mucho, era que yo misma fuera una maldita hada. ¡¿Por qué demonios lo era?! No había tenido contacto con un hada en toda mi vida, por lo que no tenía ningún sentido. Aparte que ellos actuaban como si yo estuviera destinada a convertirme en un hada al ser mi cumpleaños número 19. Al parecer las hadas obtenían sus poderes a esa edad, por lo que eso indicaba que yo era un hada desde antes. Yo había nacido así... lo que quería decir...

Maldición del Bosque (Maldiciones de Bosque Azul 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora