Cap 19

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Cerré la puerta de la casa sin decir una palabra. Liberé mi verdadera apariencia rápidamente, justo después de cerrar todas las cortinas que permitieran que desde fuera se viera hacia dentro. Era agotador mantener el sortilegio por largos períodos de tiempo. Iba a tener que aprovechar el verano para practicar mucho, porque no tenía la más mínima intención de dejar mis estudios de lado sólo por haberme convertido en un hada. Yo iba a terminar la universidad cuando me correspondía terminarla.

Mi madre me observaba trajinar por la casa en silencio, pareciendo pensativa y algo irritada. Sabía que iba a terminar tocando el tema de lo que había sucedido en el bosque y sabía también que íbamos a terminar peleándonos inevitablemente. Mi madre estaba demasiado cerrada a otras opiniones como para escuchar tranquilamente lo que tuviera que decirle, como para aceptar otra opinión diferente a la suya.

Me preparé algo de comer tranquilamente, sin dar muestras de lo irritada que yo estaba también con ella. De verdad me molestaba su actitud. Por culpa de esa actitud generalizada en ambos bandos es que yo casi había sido asesinada justo al cumplir los 19 años. Justo por esa actitud Cedric había sido secuestrado por los elfos y convertido en uno con la esperanza de hacerme daño. A mí personalmente me daba exactamente igual que Cedric sea un elfo. Mientras no se volviera un idiota como los demás, para mí ese pequeño detalle no tenía relevancia alguna. Sin embargo sabía que ese detalle sí tenía importancia para mí madre. Y que también tendría importancia para cualquiera de mis familiares, a quienes no conocía, pero que eventualmente conocería.

Sabía que las hadas en general no me iban a dejar tranquila con mi acoplamiento. Lo único que me salvaba realmente era que Alistair ya nos había ofrecido a Cedric y a mí refugio en la Zona Muerta, aún cuando nuestros Concejos aún no decidían unirse al proyecto. Bueno, aún no habíamos hablado con ellos, así que realmente no podíamos esperar que ya se hubieran unido.

Me serví el plato de comida ligero y le espolvoreé el polvo de hada encima para poder comerlo tranquilamente. Mi madre me observaba desde la puerta de la cocina con una expresión inescrutable. Cuando ya iba por la mitad de mi comida, lancé el tenedor al otro lado de la cocina, perdiendo completamente los estribos por una vez. Me giré para encararla enfadada.

-Di lo que tengas que decir y déjame comer en paz- le digo fríamente.- Se nota que estás allí para hacerme sentir incómoda y quizá hasta sentirme culpable. No me siento culpable de nada, tengo la consciencia limpia, así que dime lo que quieras y lárgate.

-Es mi casa.

-Bien, cuando digas lo que quieras decirme me largaré yo- le digo furiosa. Mi madre pone mala cara y me observa atentamente.- ¿Y bien?

-Elegiste un elfo por sobre mí.

-Cedric es mi maldito compañero mamá. No puedo rechazar a la mitad de mi alma y tampoco quiero hacerlo. Lo amo- le digo fríamente.- Y si me vas a hacer un problema por quién elegí para acoplarme, entonces no tenemos nada más que hablar. Me llevaré mis cosas de esta casa y podrás olvidarte de mí...

-¿Qué? ¿Prefieres a un sucio elfo antes que tu propia familia?- espeta mi madre completamente desconcertada. Yo tallé mis facciones en granitos y me puse de pie lentamente, mirándola con toda la frialdad posible.

-Sí- dije simplemente, manteniendo su mirada sin problemas.

Mi madre aprieta los labios en una fina línea, al parecer por fin dándose cuenta que yo hablaba en serio con el asunto de acoplarme con ese "sucio" elfo, como ella le decía a mi pareja.

Nuestras miradas se mantuvieron firmes sobre la de la otra por largos minutos, ninguna dando su brazo a torcer en el asunto. La verdad es que no comprendía por qué es que estaba discutiendo de esto con ella. Simplemente no era de su incumbencia.

Maldición del Bosque (Maldiciones de Bosque Azul 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora