Cap 3

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Me mordí la lengua ante lo que decía mi madre, sintiendo cómo la rabia me iba embargando desde lo más profundo de mí ser. ¿De verdad me estaba diciendo hasta este momento que no tenía permitido salir de la casa esa noche? ¿Había esperado toda la maldita semana para decirme que no podía salir? ¿Había esperado hasta que teníamos todos preparado y lo único que hacía falta era que yo llegara a la casa de Summer para que la fiesta comenzara?

¡No podía comprender por qué es que era tan perra!

Maldita sea. En ese momento estaba teniendo serios problemas de involución: me sentía como una adolescente de quince años que quiere ahorcar a su madre porque no la deja ir a una fiesta. ¡Se supone que esa etapa ya había quedado atrás! Ella no me había puesto ningún problema en dos años cuando le decía que iba a salir para las fiestas; y justo la noche de mi cumpleaños a ella se le ocurría no dejarme salir de casa.

¡Pero si iba a celebrar el evento con ella en la casa al día siguiente! ¿Cuál era su maldito problema? La idea era pasarlo bien con mis amigos esa noche. Al día siguiente podía salir con mamá y celebrarlo con ella.

Pero no. Ella estaba empeñada en arruinarme la noche y en tratarme como si fuera una niña pequeña que no tiene idea del mundo en el que vive.

-De acuerdo- le digo con frialdad.- Aún a riesgo a sonar infantil, ni siquiera te aparezcas por mi habitación mañana. Cualquier plan que tuvieras conmigo, no va a pasar. Buenas noches.

Subí las escaleras con lentitud, asegurándome que ella notara lo furiosa que estaba y lo mucho que me costaba mantener bajo control mis emociones. Cerré mi puerta con llave y me dediqué a ignorarla. Mi madre subió las escaleras y me pidió que le abriera la puerta para que pudiéramos hablar. Me dijo que tenía algo importante que contarme y que no podía esperar.

Bueno, mi fiesta tampoco podía esperar. Y me importaba una mierda el por qué no me dejaba ir y quería arruinarme el cumpleaños. No iba a quedarme a escuchar sus excusas.

-No gastes saliva mamá. No voy a abrir la puerta- dije con frialdad desde la cama, cuando tenía todo listo para marcharme.- Si quieres hablar, la puerta de mi habitación va a tener que ser un buen oyente.

Mi madre comenzó a gritarme enfadada que saliera de mi alcoba en ese mismo momento o me arriesgaba a un gran castigo y cosas por el estilo. Yo, sabiendo de su magistral sentido de la audición aproveché sus gritos para abrir lentamente mi ventana, la cual me aseguraba de mantener engrasada para que, en casos como este, no haga ruido alguno.

Salí por la ventana y me subí al techo sobre el garaje. Me conocía esa superficie de memoria y sabía exactamente dónde tenía que pisar para no hacer ruido en absoluto, y en cuanto llegué a la orilla, me di una voltereta en el aire perfecta y caí de pie. Sonreí divertida. Siempre me había gustado estar en el aire, por lo que cuando pequeña hice mucha gimnasia y ahora era casi una experta. Saltar de esa forma era pan comido para mí.

Me quedé completamente quieta, atenta a mi madre por si había escuchado lo que acababa de hacer. No. Ella seguía exigiéndome que abriera la puerta... su voz fue apagándose y terminó diciendo que estaría en la cocina para cuando me decidiera comportar como una madura chica y bajara a hablar con ella.

Bueno, si ella me estaba tratando como una niña, entonces no tenía por qué esperar que me comportara madura. Así que podía esperar sentada, no estaba dispuesta a pasar mi cumpleaños encerrada en mi habitación mientras todos se divertían en mi propia fiesta. No señor. Eso no iba a pasar.

No quiero decir que yo sea una persona completamente irracional. De hecho, por lo general no tenía demasiados desacuerdos con mi madre y cuando ella decía algo, yo era lo suficientemente madura para aceptarlo sin hacer una rabieta o ir deliberadamente en contra de lo que ella me estaba diciendo.

Maldición del Bosque (Maldiciones de Bosque Azul 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora