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N•Josh.

—¡Necesito verla, Alex! ¡Si salí de ese lugar fue por ella, Si seguí tu plan, también fue por ella.! – Dije alterado.

Alex se negaba a la idea de que fuera al hospital a ver a la única mujer importante para mí.

Habíamos logrado huir de aquella prision con gran éxito, todos aquellos reclusos que huirían también lo lograron pero todos tomaron diferentes caminos, lamentablemente yo seguí con Alex y este chico callado llamado Brendon. Luego de un largo trayecto hasta la cuidad junto a estos chicos llegamos hasta una pequeña casa, sin muebles ni nada que lo decorada. Ahí teníamos a mano montones de ropa para cambiarnos este asqueroso traje Naranjo.

Tome una gorra y unos lentes negros para evitar mostrar mi rostro, seguro ya debían estar buscándonos por toda la cuidad.

—Josh, Sabes perfectamente que si vas a aquel hospital te podrían descubrir. –Dijo Alex, con cierta pena en su voz.

—Pero, yo necesito ir, necesito saber como esta. – replique. Me senté en el piso molesto ante ese insistente rechazo de Alex a mi idea.

—No quiero entrometerme, Pero Alex, el chico se ve abatido, quizás de verdad necesita ver a la chica. – dijo el silencioso, Brendon.

—Te haz dignado a hablar. – exclamó Alex sonriente. –Claro, que no para bien, ¿Qué te hace creer que es llegar y entrar a ese hospital? Nos descubrirán ¿Acaso no pueden entender eso?.

—Vamos, sólo será un momento. – por un instante Brendon se había transformado en mi vocero ayudándome a convencer a Alex de poder ir hasta ese hospital.

Alex comenzó a caminar por la pequeña casa estresado pasando su mano por su frente mientras reflexionaba un momento.
En ese lapso todo se había quedado en silencio.

—Esta bien. – murmuro Alex. Una sonrisa de felicidad se formó en mi rostro. Me levante para agradecerle con fuerte abrazo.
—Pero solo será un rato, no podemos permanecer todo el tiempo ahí.

—Esta bien, no te preocupes. – dije.

Los tres salimos de esa casa sofocante para dirigirnos hasta el auto que Alex se había conseguido. Rápidamente subimos hasta el auto mirando a todos lados para asegurarnos de que no hubiera un movimiento sospechoso.

El trayecto en el auto hasta el hospital fue incomodo, hundido en el silencio. Ninguno de nosotros tres fue capaz de agregar algún tema de conversa. Así fue todo el camino hasta que llegamos al hospital.
—Solo serán 30 minutos. – impuso Alex, estacionado el auto.

Los tres bajamos del auto con cierta inquietud y miedo a que nos descubrieran.
—Veo que a nadie le importamos. – susurro Brendon. –No hay de qué preocuparse.

—No te confíes, amigo. – replicó Alex.

Pregunté a una joven asistente por Taissa dándome la información de que estaría en el segundo piso. Todos nos dirigimos hasta el segundo piso buscando el número de la habitación que me habían dado.
La gente iba y venía por los angostos pasillos del lugar.
—420. – dijo Brendon. –Supongo que es aquí.

Mire la puerta, nervioso tome la manija.
Después de tanto tiempo y sufrimiento la volvería a ver. ¿cómo reaccionaría ella?
Al entrar sentí como la sangre me bajaba enfriando cada parte de mi cuerpo. Ella estaba en aquella camilla tan frágil. Entre con dudosos pasos acercándome a ella.

Taissa dormía plácidamente, se le notaba cansada y dolida. Ver nuevamente su rostro provocó cierta alegría en mi. Acariciaba su largo cabello oscuro, tome su delgada y fría mano, sentí nostalgia... Momentáneamente extrañe aquellos tiempo en el que éramos solo ella y yo y nadie más. Pero siempre habrá algo negativo que arruinara todo.
—Como me desagrada este olor a hospital. – expresó Alex, sentándose cómodamente en un sofá que había en el cuarto.–Prefiero el olor de aquella celda en la que me tenían apresado.

—A de ser un imbecil el que prefiere el olor de esa asquerosa celda. – rió Brendon.

Ambos bromeaban y se peleaban entre ellos pero mis ojos y mi atención estaban posados en Taissa.

Pasaban los minutos en aquel cuarto. No sabía cuánto dura el tiempo de una visita pero no me iba a marchar de este lugar sin antes verla despierta y poder pedirle perdón.

Caminaba inquieto de un lugar a otro mientras Alex y Brendon observaban mis movimientos. —Relájate, Josh. – manifestó Alex. – me estresa verte caminar de un lugar a otro.

—Lo siento. – dije sarcástico. –Pero no puedo estar tranquilo sabiendo que ella no está bien.

—Pero tu inquietud no la hará sentir mejor, así que relájate y aguanta un momento.

—Eres tan incomprensible. – respondí algo molesto.

El lugar estaba en silencio pero pequeñas quejas de Taissa se oían. Rápidamente me acerqué a ella, lentamente abría sus ojos.
Sentía punzadas en mi estomago con tan solo pensar en la reacción de Taissa al verme.

—Quería verte, pero no de esta manera...– Dije atrás de ella. Taissa comenzó a buscar con la mirada la proveniente de mi voz.
—Tan débil... Pero al menos ya estás despierta. Me preocupaba el hecho de que no abrieras esos ojos. – repuse.

Me puse enfrente de ella.

Ella me miró petrificada incluso pensé que nuevamente caería inconsciente. Se quedo muda al verme, note como sus ojos comenzaban a cristalizarse...lo mismo pasó conmigo también. –¿Qué haces aquí? – preguntó, con su voz quebrada.

—Necesitaba verte. – respondí, bajando la vista.

—No era necesario... No dijiste lo mismo meses atrás cuando solo quería desacerté de mi.

—Taissa, sobre eso yo... – ella me interrumpió.

—No quiero explicaciones ahora, Josh. Ya es muy tarde para explicaciones... Ya tiraste  todo lo nuestro a la basura, por favor no te esfuerces en inventar alguna estupidez. –Dijo dolida, al vez molesta.

—Pero necesito que sepas una cosa... Nunca quise hacerte sufrir, nunca quise dañar tus sentimientos... Quiero que entiendas que todo lo hice por una razón, Taissa.

—¡No me importa, Josh! – gritó molesta. –No me importa lo que hayas hecho, no me importan tu líos tampoco tus disculpas, Josh, tú en general ya no me importas.

Una lagrima cayó por mi rostro destruyendo cada parte de mi. Las palabras de Taissa se oían frías. —No digas, eso. –murmuré dolido. —No seas egoísta.

—¿Egoísta yo?, Josh... No fui yo quien se esfumó sin dar alguna explicación.

—Si lo hice fue porque era necesario. – manifesté.

—¿¡Qué era necesario, Josh!? ¿¡Qué carajos podría ser tan necesario!?

—¡Salvar tu vida era necesario! ¡Protegerte era necesario, Taissa!

Forgive Me|| Josh dun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora