Usted.

482 19 0
                                    

Me regocijo en tus brazos,
pues en ellos no hay maldad;
no existe un mundo;
no hay otras personas;
sólo somos 
tú y yo.

Tú y yo compartiendo una eterna noche,
entrelazando nuestras piernas bajo las mismas sábanas.
Sábanas que antes supieron conocer
nuestros deseos más íntimos.
Íntimos son los roces de nuestros labios,
en las madrugadas donde el amor y el placer son los platos más fuertes.
Fuertes son los abrazos de despedida,
cuando nuestras miradas no podrán cruzarse por algunos días.
Días grises son los que no te siento cerca,
más bien podrían ser "días de tormenta".
Tormenta es lo que generas en mí,
con cada beso, con cada caricia, con cada te quiero.
Quiero caminar a tu lado,
hasta que el camino vaya perdiéndose en la eternidad.
Eternidad es lo que veo como sinónimo
a lo que ambos sentimos.
Sentimos que el mundo nunca va a caer
cuando juntos estamos.
Estamos predestinados a ser,
vivir, morir, pero de la mano siempre.
Siempre le voy a estar agradecido a usted,
por hacerme ver lo que me perdía privándome de amar.
Amar es lo que, le guste o no, siempre voy a hacer,
usted se lo ganó, o más bien, lo creó.
Creó este sentimiento dentro mío,
y a usted se lo voy a dedicar siempre,
nadie podrá hacerlo cambiar,
pues más bien, yo soy quien cambió
desde que tropezó con usted,
desde que se cruzó en mi camino dudoso.
Hoy sé lo que quiero,
y sí,
es estar siempre
con 
usted.

Besos entre líneasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora