Nada.

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Los océanos nos envidian;
nunca llegaron a tener la fuerza
que tiene nuestro amor.

Los papeles aman nuestra tinta;
la forma tierna y amorosa
con la que apoyamos nuestras palabras.

Las estrellas se encandilan;
con el brillo de nuestros ojos
cuando nos miramos.

Los chocolates se amargan;
al ver la dulzura
con la que chocamos nuestros labios.

Tornados y huracanes enfurecen;
porque serían incapaces
de separar nuestros abrazos.

Las plumas se erizan;
ninguna es tan suave
como una de nuestras caricias.

La llamarada grita por dentro,
pues nunca ardió tanto
como nuestros anocheceres.

Nada nunca llegó a ser lo que nosotros somos;
nada es digno de compararse
a nuestro sentir.

Besos entre líneasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora