Felicidad.

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Siempre pensé que solo
podría comerme el mundo.
Que no necesitaba a nadie,
que me gustaba la soledad.

Llegó usted,
me pateó las ideas,
destruyó el caparazón,
desató mis nudos,
y se adueñó de mí.

Siempre dije ser feliz,
que disfrutaba cada momento que pasaba,
pero desde que usted está
absolutamente todo cambió;
hasta dudo si realmente era feliz,
o quizás sea que contigo esa palabra queda pequeña.

Me enseñaste a amar el lápiz y el papel,
no digo que antes no lo hacía,
sino que ahora realmente vuelco mi amor en ellos,
porque escribo para usted.

Me enseñaste a disfrutar las tardes
de guitarra,
las que antes eran en compañía de la soledad,
ahora son contigo.

Me enseñaste a compartir sábanas,
a recostarnos sobre el mismo colchón
y compartir sueños.

Me enseñaste a perder la cordura en sólo unos segundos,
recorriéndote, besándote,
acariciándote, tocándote.

Me enseñaste a gozar de las caminatas en noches frías,
ahora acompañadas de tus cálidos abrazos,
y de tus frías manos.

Me enseñaste a atravesar tristezas,
compartir alegrías,
disfrutar momentos,
pero juntos.

Te has transformado en una parte infaltable de mí.
Eres un pilar fundamental,
te quiero hoy y siempre a mi lado,
jamás podría alejarme de ti.

Tú eres mi felicidad.

Besos entre líneasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora