Sobre tu almohada.

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Yendo a verte.
Pues sí, a verte,
si sólo ese es el motivo
por el cual vuelvo a mi raíz.

Añoro y ansío
que cuando esté pisando el suelo,
tú estés esperándome, como siempre,
lista para saltar a mis brazos.
Lista para perdernos
en la dulzura de un beso,
que grita
"cuánto te extrañé."

Caminando abrazados hasta casa;
mi bolso nos molesta.
Me despido de tí, sólo por un momento,
pues si para eso he venido,
para estar contigo.

Dirijo mis pasos a tu morada.
Perros acompañan y ladran con mi tranco.
Golpeo y allí estás, siempre con una sonrisa para mí.

Tu cama nos espera;
mis labios tus besos esperan;
mi espalda tus caricias espera;
tu cama mi olor espera.

Nos recostamos para dormir,
no sin antes decirnos
cuánto anhelábamos volver a estar juntos;
cuánto extrañábamos compartir el sueño;
cuánto necesitábamos que nuestras pasiones se cruzaran.

Tú cierras los ojos,
posas la cabeza en mi brazo,
rodeo tu cuerpo para abrazarte,
y en un santiamén, duermes.

Yo te observo,
te acaricio,
es como tener a un pequeño ángel para mí.

Es por eso que me cuesta dormir contigo,
prefiero mirarte,
observar cada detalle.

Verte descansar tan dulcemente
me contagia el sueño,
me recuesto en la almohada,
y sin soltarte, cierro mis ojos.

No hay palabras
que describan lo que ocurre
cuando me despierto
y tú estás a mi lado.

Creo que lo correcto sería satisfacción,
pero ni eso se compara.
Es tranquilidad extrema, eterna,
me siento inundado de amor, valor y paz.

En realidad no sé si estoy despierto,
pues creo que tú
me haces vivir
en un sueño constante.

Besos entre líneasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora