Casi año y medio

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¡Oh, cuánto echaba de menos la mina del lápiz!
Aunque quizás sólo extrañaba escribirte.
Escribir como a ti te gusta; siempre me pedías que escriba, que te escriba, que te cuente entre versos lo que siento.
Eso sirve para desahogarse.
Y mucho.

Se puede ser uno mismo en una hoja,
volcarse en el papel como ese café que estabas a punto de tomar y golpeaste con la mano haciendo que se derrame en tu libro favorito.

Yo creo que cada paso, golpe, caída, rasguño, abrazo, beso, condiciona la vida de uno, ya sea para bien o para mal, al igual que una mancha en tu libro, quedará siempre ahí.
Cada persona nos mancha la vida de buena o mala forma, pero uno mismo es el que decide si quiere que lo ensucien de grises o de colores vivos.

Y tú eres la colección completa de lápices que me hacía falta para colorear mi vida, eres la cascada que golpea contra mi duro corazón, empapándolo de libertad, alegría y amor.

Usted es la naturaleza en la cual quiero refugiarme, en la cual quiero perderme sin rumbo, sin saber cómo salir.

Besos entre líneasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora