Fue algo más

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Para cuando Frank despertó Gerard ya no estaba allí.

Abrió los ojos con lentitud y se frotó la cabeza con ambas manos. Luego procedió a sentarse en la cama. No tenía idea de qué hora era, pues no tenía ningún reloj en su habitación, pero al echar un vistazo por la hendidura de su ventana vio que el sol ya se había ocultado. Suspiró. El espacio donde antes había estado el chico estaba frío, dando a entender que se había ido hace bastante tiempo.

No sabría decir si se sentía molesto por el hecho de que se marchó sin siquiera avisarle o simplemente molesto porque se marchó. Pero para ser justos, Frank le había hecho lo mismo, claro, después de haberse acostado con él estando ebrio. Así que en cierta forma se lo merecía. Pero aquella vez no había estado actuando bajo los efectos de la bebida, oh no, había estado bien sobrio. Tal vez no quería admitirlo, su necedad podía alcanzar niveles increíblemente altos (casi hasta el espacio), pero no le sorprendería descubrir que tenía sentimientos encontrados por el chico.

¿Gerard era buena persona? Claro que lo era. ¿Era amable? Demasiado. ¿Era bonito? Bueno, la verdad era que juzgar a las personas por su apariencia física ya había dejado de importarle hace mucho tiempo. Y Gerard era el responsable de ello. Todo el mundo lo tachaba de raro y antisocial (¿Quién no tiene una pizca de antisocial en su interior?), pero al tomarse el tiempo de conocerlo descubrió que había mucho más de lo que se dejaba ver a simple vista. Era tímido y hasta podía llegar a ser adorable algunas veces, incluso se asustaba con una boba película de horror, y por su apariencia nadie se lo hubiera imaginado, ni siquiera Frank. El único inconveniente era que nadie se tomaba el tiempo de hacerlo, solo juzgaban.

Salió de la cama y comenzó a recoger su ropa del suelo. Fue en ese entonces cuando se encontró con un par de bóxers de Batman que sabía no eran de él. Era obvio que eran de Gerard, y por lo visto se había olvidado de ellos. No pudo evitar soltar una risita, hasta que recordó que él tenía un par de Aquaman y ya no le pareció gracioso. En su defensa él no los había comprado, había sido su madre. Como sea, luego se los daría.

Se vistió y bajó las escaleras, pero se detuvo a mitad de camino cuando oyó voces venir de la cocina. Frunció el ceño, su madre no le había dicho que vendrían visitas esa noche, de hecho nunca venían visitas a su casa. Intrigado caminó hacia la cocina, de la cual emanaba un delicioso aroma, probablemente su madre estaría preparando la cena. Y al llegar vio que se trataba de Gerard, quien parecía estar ayudando a Linda con la comida mientras había una gran sonrisa plantada en su rostro.

— ¿Mamá? ¿Gerard? —preguntó, adentrándose en la cocina.

— Oh, Frankie. Estás despierto —le saludó su madre desde la estufa— Estamos preparando la cena. Me encontré con Gerard tratando de escabullirse, pero le convencí de quedarse y ahora me está ayudando. No me habías dicho que tu amigo sabía cocinar.

— ¿En serio? Vaya, no lo sabía —dijo mirando al chico en questión, aún algo sorprendido por el hecho de haberlo encontrado cocinando con su madre. Eso no sucedía todos los días.

Las mejillas de Gerard se tiñeron de rojo y volvió la vista hacía lo que estaba haciendo, cortando unas zanahorias. La mancha oscura alrededor de su ojo seguía ahí, mostrándose en todo su esplendor. Con tal solo verla la sonrisa de Frank desapareció de su rostro, recordándole que había recibido un golpe y que Gerard aún no se dignaba a decirle nada sobre lo que sucedió.

— ¿Puedo ayudar en algo?

— No, ya estamos terminando. Pero gracias de todas formas. Mejor ven a poner la mesa, ¿de acuerdo? —sugirió Linda, aunque Frank en realidad sabía que su madre no le tenía confianza en la cocina, no desde la vez que por poco incendio la casa entera al intentar preparar palomitas en el microondas.

Mikey's Creepy Older Brother ↠ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora