La cruda verdad

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— Frank, ¿acaso vas a pasarte todo el día tirado en el sofá y viendo televisión como un vago? —le reprendió su madre, con ambas manos llevadas a su cintura.

Frank levantó levemente la vista hacía ella— Sí.

Linda suspiró. Procedió a hacerse un lugar en medio de las envolturas de frituras y golosinas en el sofá y se sentó junto a él. Luego apagó el televisor, de esa forma obligándolo a mirarla. Antes de que tuviera tiempo de acotar algo, su madre se le adelantó.

— Has estado muy recaído los últimos días —comenzó— ¿Hay algo que debería saber?

Frank suspiró. Ahí iba de nuevo con la famosa preocupación materna. Adoraba que todos insistieran en hacerle preguntas odiosas, aún cuando sabían que odiaba tener que responderlas. Odiaba las preguntas, porque nunca tenía las repuestas para nada— Mamá, estoy bien. Solo estoy algo cansado.

— ¿Esto tiene algo que ver con el chico Way, verdad? —preguntó, Frank la miró sorprendido.

Era cierto que su estado de ánimo no era el mejor, no desde su "rompimiento" con Gerard hace varios días atrás. Aunque ni siquiera había sido un rompimiento, porque jamás estuvieron juntos y él se lo había dejado bien en claro. Frank Iero deprimido por Gerard Way... Quien lo hubiera imaginado. Deprimido y echado en el sofá mientras engullía comida chatarra para saciar el vacío que sentía en su interior... Era algo que iría a la historia universal.

— No, esto no tiene nada que ver con Gerard —afirmó, pero pronto se contradijo a sí mismo, probablemente dominado por la curiosidad de saber— ¿Quién te lo dijo?

Linda sonrió— Soy tu madre, cielo. Las madres lo sabemos todo. Además, no soy tonta. Pude ver cómo Gerard  y tú se hacían ojitos durante toda la cena. Sin mencionar la tensión entre ustedes y el hecho de que estuvieron haciendo cositas en tu cuarto.

Literalmente su cara se tiñó de rojo al oírla decir eso, para gran deleite de Linda.

— No hicimos nada —trató Frank, a pesar de saber que sería inútil. Su madre era un hueso duro de roer, casi como él— Solo pasamos el rato y ya.

Su madre le dedicó una mirada en tipo "¿En serio?"

— Lo digo en serio.

— Por favor, Frank. No soy tan vieja como tú crees, también fui joven alguna vez. Y mis años de adolescencia no fueron precisamente los más santos. El típico "Subiremos arriba y le mostraré mi colección de historietas", no me engañas con eso. Sé que no estuvieron jugando a los cochecitos, claro que no.

Su madre lo decía con tal naturalidad que asustaba. Todo ese tiempo había sabido lo de él con Gerard y no había dicho nada, lo cual no sabía si era algo bueno o malo. Posiblemente las dos.

— Bueno... No te ves precisamente molesta por el hecho de que tuvimos sexo —murmuró Frank. No tenía caso negarlo, ya no.

— ¿Molestarme? Cariño, tienes diecisiete años. Es normal en un adolescente. Tus hormonas están al tope y controlan la mitad de las cosas que haces —le dijo Linda. Frank estaba gratamente sorprendido por su reacción, se veía más comprensiva de lo normal— Gerard es un buen chico, algo tímido, pero bueno. En serio me agrada. Y puedo ver que algo te molesta. No me equivocaría si digo que tu actual estado tiene algo que ver con él. Te conozco, Frank.

Últimamente todo el mundo le decía lo mismo. Todos se atrevían a decirle que lo conocían. Mikey, Ray, e inclusive Gerard lo había hecho... Pero muy pocos lo hacían realmente. Su madre era una de los pocos que en verdad lo hacían.

Mikey's Creepy Older Brother ↠ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora