Mikey's Creepy Older Brother ↠ Frerard

La depresión y sus amigos

Tan pronto bajó las escaleras aquel día, Gerard se vio rodeado por su hermano menor. Una mueca seria adornaba su afilado rostro; una mueca que probablemente asustaría al más temible de los monstruos. Y honestamente, le asustaba bastante.

— Hmm... Hola, Mikey —titubeó, algo incómodo por la forma en que le miraba el de anteojos.

Mikey le había detenido justo al pie de la escalera, lo que llevó a pensar que tal vez había estado esperando por él. Retrocedió unos centímetros y por poco tropezó con un escalón. Lo último que quería era perder el equilibrio y caer.

Observó como su hermano se cruzaba de brazos, con su vista aún clavada en él. Luego chasqueó la lengua y finalmente habló, largando un fuerte suspiro contenido.

— ¿Por qué te empeñas en evadirme?

Su pregunta fue simple y clara, pero para Gerard no era igual de fácil responderla. Abrió la boca para decir algo pero rápidamente la volvió a cerrar, mirando hacia el suelo.

— N-no te estoy evadiendo. Solo... Yo... Quiero estar solo.

Una mirada de desaprobación se dejó ver en los ojos avellana de Mikey, pero fuera lo que fuera que tenía para decir, no lo dijo. En cambio, permaneció callado. Gerard apretó el muñeco contra su pecho con más fuerza, abrazándose a él.

Después de unos segundos de silencio sepulcral que fueron demasiado largos para su gusto, Mikey habló de nuevo.

— Frank está preocupado por ti. Todos los estamos. Dice que ignoras sus llamadas y te niegas a salir de tu cuarto cuando viene a verte, Gerard. ¿Qué es lo que sucede contigo?

Había preocupación en la voz de su hermano, preocupación real. Era la primera vez que le veía actuar de esa forma hacia él, y sinceramente lo odiaba. Odiaba lo preocupado que sonaba Mikey. Odiaba provocar que los demás se preocupasen. Se odiaba a sí mismo. Era cierto que últimamente había estado evadiendo a todos, incluso a Frank, pero Gerard lo veía como la mejor manera de proteger a las personas que quería.

— Nada, estoy bien —jugueteó un poco con el cabello rosa de Lola, aquel muñeco que Frank le había obsequiado hacía ya tanto tiempo atrás. El tiempo realmente transcurría rápido, demasiado— No he estado sintiéndome muy bien estos últimos días y... Por eso quería estar solo, es todo.

Mikey hizo una mueca, una aún peor que la anterior. Era obvio que no parecía creerle su excusa, a pesar de que en parte era cierto. Los malestares no habían cesado en los últimos días.

Bert permanecía de pie junto a su hermano, mirando cómo manejaba la situación en silencio.

— ¿Has estado comiendo? Te ves delgado y más pálido de lo normal.

Gerard se apartó cuando Mikey intentó mover su cabello para poder verle el rostro con plenitud. Había crecido mucho, y como no lo había cortado, ahora pasaba la altura de sus hombros.

— Es que... No tengo mucho apetito.

Intentó sonreír, pero no estaba seguro de que su gesto de boca pudiera pasar como una sonrisa.

— Vamos, Gee. Dile a tu hermanito la verdad. Dile el por qué lo evades, el por qué te alejas de todos a quienes le importas —le susurró Bert, ahora moviéndose más cerca de él— ¿Qué estás esperando? ¿Temes que te crea un loco y te vuelvan a encerrar en aquel lugar del demonio?

— ¡Cierra la boca! —gritó Gerard, recordando demasiado tarde que no se encontraba solo y que Mikey estaba con él.

Mikey le miró con los ojos bien abiertos, sorprendido por su grito. Y Gerard no fue capaz de soportarlo. No soporto su mirada, aquella misma mirada que le dedicaban en la institución psiquiátrica los doctores o enfermeras. Aquella mirada que te decía que algo no estaba del todo bien contigo.

Simplemente no lo soporto. Así que al reaccionar, se abrió paso y comenzó a correr hacia la puerta principal, con el único objetivo en mente de huir de allí. Huir lejos.

— ¿Gerard..? !Gerard, espera! —oyó que Mikey lo llamaba por su nombre, pero él no detuvo su correr, solo lo incremento aún más mientras algunas lágrimas caían incesantemente por sus mejillas y el conocido dolor volvía a apoderarse de su ser.

¿Qué sucedía con él? ¿Por qué tenía que ser así y preocupar a todos?

Tal vez Bert tenía razón, tal vez ellos estarían mejor sin una carga como él.