Capítulo 3: ¡Sonríe!

32 1 0
                                    

Retiré mis manos de la boca mientras cubría mi mano derecha con la izquierda tras la picazón del golpe propinado. Necesitaba tener una apariencia fuerte para este chico que creía saberlo todo y que derrochaba arrogancia por todo su cuerpo. Me mantuve en silencio y expectante a su reacción, tenía que estar lista para cualquiera que fuera su reacción.

-Qué mierda...- pude notar como apretaba su mandíbula a tal punto que creía iba a tener que llamar a un dentista, me parecía ver sus muelas partidas por todos lados, pero no. Esperé expectante algunos segundos cuando, sin decir nada, comenzó a tranquilizarse mientras respiraba y escuchábamos la música, gritos y celebraciones de la fiesta que rodeaba el lugar

-Mira, lo siento... eres un idiota y yo...-titubeé, creo que no estaba bien que me disculpara frente a este chico que en realidad había sido ordinario conmigo dos veces en el día

-No, vale... quizás me lo merecía- al fin un rasgo de humanidad en su voz y su actuar, estaba tocando el lado izquierdo de su cara con la mano derecha, quizás buscando hinchazón. Pasaron unos momentos en donde el incómodo silencio nos invadió y entonces aquel imbécil era simplemente un chico

-Mira... yo vivo acá, es decir yo arriendo una pieza- hizo una seña con su mano en dirección al segundo piso- arriba hay un calefactor que puede secar tu vestido, puedo...- no lo dejé terminar, estaba impresionada, al fin ese neandertal estaba siendo un humano del siglo veintiuno-

-¡Espera!- puse ambas manos abiertas en dirección de su pecho, casi rosándolo- acabas de dejar de ser un cavernícola...- susurré rápido y caí en la cuenta de que estaba rozando su pecho desnudo. Retiré mis manos y cubrí mi rostro por unos segundos, me confundía toda esta situación, era confuso para mí- ¿puedes... solo, ya sabes?- achiqué los ojos y me detuve a mirar los suyos, eran hermosos un color carmesí profundo, eran como dos gotas de miel que iban perfectamente acorde a sus espesas cejas, delineadas de forma natural para otorgarle esos rasgos- duros, fuertes...-

- ¿Te interrumpo?- me sacó de mi ensoñación y caí de cuenta que, como era de costumbre, había expresado mis pensamientos en voz alta. Bajé el rostro avergonzada al mismo tiempo en que él de un solo movimiento se ponía otra vez la polera negra. Podía sentirlo reír por lo bajo, sabía que lo estaba mirando- ven, solucionemos esto de una vez-

-yo...- sentí como me tomaba del brazo con rudeza pero a la vez delicadeza, no me dolía su apreté y esos ojos... dios mío ¡qué ojos! Cómo un completo idiota podía convertirse en un apuesto hombre de ojos hermosos y a quien no podía siquiera contradecir ¿contradecir? Llevábamos unos minutos y yo no había podido articular una palabra completa, estas cosas no pasan todos los días.

Salimos del baño para inundarnos inmediatamente con el aroma de cigarros y drogas, la música nos envolvió al igual que el ruido de las personas conversando y bailando. Mis pensamientos estaban tan idos [en esos ojos, si... esos benditos ojos] que no pude idear un plan de acción, me dejé guiar por su agarre sin detener mi vista en nadie, solo siguiendo a aquel alto hombre no cavernícola de ojos sexy que me guiaba a las escaleras, subí un peldaño, otro, otro, otro, esquivamos a una pareja que venía bajando en un estado bastante poco presentable y caminamos por un pasillo hasta la última puerta en donde la música ya no era tan abrumadora.

-Pasa...- abrió la puerta para mi, esperó a que entrara y cerró la puerta detrás de él, pasó una mano por su cabello corto de color castaño claro y botó el resto del aire que tenía en sus pulmones- Soy William- se acercó y estiró su mano hacia mi- William Baker... y... ¿qué haces?- otra vez su voz seria y cortante me distrajo. Yo estaba detenida frente a una repisa, al lado de la puerta que contenía literatura universal, libros sobre psicología, lingüística, libros maravillosos, libros que yo deseaba tener también.

-¡Si!.. William – como nunca ahora estaba segura de su nombre, a pesar de mi distracción había escuchado clara y atentamente cada una de las pocas palabras que me había dicho- William Baker, el cavernícola del taxi y quien me tiene empapada en alcohol- sonreí mirando sus ojos. Sus ojos, mierda. y le estreché mi mano siguiendo su formal saludo- soy Andy y tu versión de la Ilíada de Homero es simplemente maravillosa- la toqué con mis dedos y luego restregué mis manos para detenerme un poco más en él, William.

Era un chico delgado y alto, eso ya lo dije pero... era realmente alto, quizás 1 metro con 90 cm. Si, seguro que sí, porque yo medía 1 con 73 y con los tacos eran 1 con 83 y él seguía siendo más alto, sus brazos eran fuertes, marcados a la perfección, ni mucho ni poco. Tenía unas piernas fuertes, tonificadas hasta su punto perfecto y un trasero ¡Dios mío, ¿es eso legal?! Un trasero de lujo, no sé bien si lo deseaba o lo envidiaba... quizás un poco de ambas

-¿me escuchaste?- levanté lentamente mi mirada desde su trasero hasta sus ojos y reí enseñándole mis dientes de forma infantil, eso lo hizo soltar una corta risa y se apoyó en una puerta que estaba a uno de los costados del dormitorio- puedes quitarte el vestido en el baño, te pasaré algo mientras lo dejamos secar

-¿cómo puedes pasar de ser un imbécil a ésta perfección?- hablé rápido, otra vez yo y mis problemas de verborrea, sabía que ya no tenía arreglo por lo que me limité a asentir y entrar rápidamente al baño para quitar mi vestido.

-¿ya estás? Ten... es lo mejor que tengo- sentí su voz pegada a la puerta, por lo que me quité rápidamente los tacos, saqué el vestido que estaba más apegado a mi cuerpo de lo común, era el alcohol. Me puse detrás de la puerta y la abrí ligeramente para poder entregarle el vestido; a cambio recibí una sudadera de color gris con cuello en V

-Gracias- murmuré cuereando la puerta y arremangándola metí mi cabeza para luego meter mis brazos y dejarlo caer por mi cuerpo- gracias a dios que estoy depilada...-me miré en el espejo, arreglé mi cabello y decidí salir así, sin zapatos sólo la sudadera y yo- ¿William...?- pregunté al no encontrarlo, pero la habitación era de un tamaño adecuado para el suyo, estaba sentado en el escritorio que estaba frente a la cama. Me quedó mirando unos segundos con una expresión seria quizás algo ida ¿qué le habrá molestado? Se paró afirmándose en sus rodillas, pasó por delante de mí mientras desordenaba su cabello y justo en el momento en el que se acercaba a abrir la puerta alguien más lo hace desde el otro lado

-¡Baker!... pero qué campeón eres- un completo borracho de jeans y sudadera, y voz conocida, se asomaba junto a una rubia igual o más borracha que él; era Adam, el anfitrión, el amigo de Dev. Rápidamente me abracé a mi misma y junté lo más posible mis piernas, estaba realmente avergonzada

-Niemann. Mi cuarto. Es. Privado- bufó realmente enfadado, tanto así que la chica rubia y yo pusimos cara de susto, otra vez aparecían sus marcas de neandertal- vete a coger a otro lado- su voz dura no dejaba espacio para titubeos, él salió del cuarto dejando la puerta abierta en dirección hacia otra habitación con mi vestido dentro de uno de sus puños-

- Dev dijo que eras difícil y mírate aquí en los aposentos del rey del sexo- abrió los brazos y dejó ver una botella de ron. Claramente faltaban dos sorbos y caía muerto de ebrio. No me atreví a decir nada, mejor dicho, era perder el tiempo hablando con un borracho.

-¡sonríe!- entones una chica desde no sé donde apareció y tomó la foto. Resultado: una chica de cabello atado mostrando desde los muslos hacia abajo, descalza en el dormitorio del "rey del sexo". ¿mi rostro? Estaba espantada- ¡NOOO!- grité y caminé a cerrar la puerta de un solo golpe. Esta fiesta había acabado para mi.

 Esta fiesta había acabado para mi

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Pase lo que pase [DETENIDA]Where stories live. Discover now