Extra 1: Cielo estrellado

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París se cubre de un manto negro y el silencio permite que los ciudadanos se puedan sumergir en sus más dulces sueños o en sus más terribles pesadillas. Adrien disfruta de los suaves sonidos que emite su esposa al removerse en la cama, ese estomago abultado no le permite descansar siempre de la mejor manera. Antes de que el día termine se permite verla una vez más: sus delicados ojos sellados sin señal alguna de que despierte, su cabellera azabache extendida al todo dar en esa blanca almohada y unos labios que jamás se cansa de probar... y ahí, en su mano, un anillo que los mantendrá unidos hasta el final de los tiempos. Duerme satisfecho.

Algo lo mantiene alerta pero no sabe bien que es. No ha dejado de removerse incómodo y eso no le había pasado desde la ultima vez que durmió solo, sin su amada las pesadillas lo atacan con mayor facilidad. Empieza a extender su brazo buscando el calor de su bichito, no encuentra más que un vacío. Se despierta sudando miedo y voltea a un lado, la oscuridad otra vez lo vuelve a aterrar ¿Dónde está su Marinette?

No espera ni un segundo para levantarla a buscarla, sus pies descalzos corren por la madera del suelo de los pasillos de la casa, va gritando su nombre sin recibir respuesta ¿Qué diablos le pudo haber pasado a Marinette? Sin más se dirige a su cocina donde ya la ha llegado a encontrar, nada, sus dulces de frambuesa intactos en la mesa.

Corre al estudio y ahí a su corazón le da un infarto. Un cuerpo con estomago abultado tendido en el piso se distingue en el suelo...

¿Dónde está la felicidad ahora?

Se acerca con una que otra lágrima amenazando con escapar, maldiciendo entre dientes. Se acerca a abrazar aquel cuerpo que se encuentra entre la oscuridad mientras la culpa invade cada poro de su ser pero... se sintió muy rígido y frío, incapaz de doblar alguna extremidad. Adrien lo reflexionó, era uno de los maniquíes que Marinette le había pedido para diseñar su ropa de embarazo.

Lo tiro rápido y siguió corriendo en su búsqueda, por cada segundo que pasaba su corazón se derrumbaba. Aún había muchos monstruos que rondaban tras su amada, desde para conseguir dinero hasta para prostituirla. Infames, no sabían que él estaba ahí para protegerla.

Cuando por fin había caído en la cuenta de que Marinette no estaba en la casa pensó que era turno de Chat Noir para buscar a su Ladybug y solicitó transformación a su kwami.  Se subió al techo de la casa y se dedicó a ver a su alrededor pensando en donde la podrían tener, su esposa siempre lo había llamado paranoico y ahora notaba que nunca fue así, que sus sospechas siempre fueron ciertas.

Viro por última vez la Torre Eiffel tan colosal como siempre, aveces podía sentir que ella los observaba: que cuando reían ella estaba feliz y que cuando lloraban, ella lloraba. Aveces incluso podía sentirla respirar, como si ella fuera el corazón latente de toda la iluminada París otorgándole su belleza a la ciudad entera, en el aire juraba que podía escuchar sus cánticos de amor y romance que relataban los más dulces y jugosos versos.
Aunque nadie lo creyera el pudo ver como su belleza se iba opacando poco a poco en aquellos momentos en donde su amor se vio más frustrado cuando eran adolescentes. Definitivamente tenía que ser su imaginación.

La torre Eiffel era su cuarto amor, en primer lugar estaba su Marinette que ahora estaba desaparecida y debía buscar pero ¿En dónde? París era enorme, Francia era enorme, el mundo era enorme. Diablos ¿Por qué siempre le arrebataban su felicidad?

Marinette era dulce, tierna, sencilla, amistosa, amable, valiente, inteligente, curiosa, bonita, honesta, preciosa, delgada, generosa, temeraria, fuerte, con buen sentido del humor, leal, risueña y humilde; el deseo para cualquier hombre, además era famosa, cualquier hombre en el maldito plantea querría llevársela. Suspiro una vez más antes de lanzarse a buscar a su dama.

Behind you //Marichat// Donde viven las historias. Descúbrelo ahora