Capitulo 15: Sentimiento compartido

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Llegue a la mansión enojado. Mi padre lo había arruinado todo, otra vez.

Mi garganta picaba, baje por un vaso de agua. Mi mente rondaba fuera del lugar cuando escuche unos gritos provenientes de la sala de conferencias. Mi mente reaccionó en un instante. Nathalie.

Corrí sintiendo mis piernas temblorosas, escuchando los gritos de mi padre. Ahí lo encontré, mi padre iba a golpear a su secretaria. Corrí y en el momento que mi padre tomó vuelo para el golpe detuve su brazo.

-¡Joven Agrestè por favor váyase!- suplico la pelinegra. Yo solo mantenía la mirada fija en mi padre.

-¡Nathalie vete!- ordene sin embargo la mujer permanecía congelada. -¡Ahora, prometo que no perderás tu trabajo!

La mujer corrió en seguida tropezándose casi en la entrada. Mi padre intentó recuperar su postura pero no lo logro. A pesar de eso no encontré rabia en sus ojos si no ¿dolor? Pero no me dejaría conmover por eso, se inclinó tratando de tomar aire, se recargó en una silla pero esta se fue hacia atrás haciéndolo caer al instante. Era difícil verlo así, fuera de compostura y ese sentimiento que tenía dentro hacia él no era lastima, era un sentimiento compartido por ambos, dolor.

-¿Qué tratabas de hacer padre?- interrogue frío.

-No importa, lo que importa es que me detuviste... Julliete.- pronunció levantándose a duras penas. Volvió a caerse.

-¿Padre?- no recibí respuesta. -¿Padre?- mi rostro empezó a arder y mis ojos se tornaron acuosos.- ¡Paaaaadreeeee!- mi garganta a penas pudo con el grito ahogado. Me acerqué y alce su cabeza, pegue la mía a su pecho, aún latía. El miedo a perderlo se intensificó. Lo amaba.

Nathalie llegó, la rabia que recorría mi cuerpo insistía en que exigiera respuestas a ella, que ella era la culpable; sin embargo el amor infinito hacia mi padre me exigía que llamara a la ambulancia pues el la necesitaba. Opté por la segunda, Nathalie obedeció en seguida.

...

Las lágrimas ya se deslizaban por todo mi cuerpo. Resbalaban de mi mentón a cualquier parte del cuerpo que interfiriera con su caída. Mi padre había caído en coma, lo más triste es que nadie venía a verlo, más que yo, el gorila, y esa mujer que ahora solo podía considerar una impostora.

Los demás eran paparazzi, medios de comunicación insensibles que en seguida corrían el rumor a personas desconocidas. Me levante y camine a la azotea del edificio. Una vez ahí me recargue para observar la vista nocturna de la ciudad, ciertamente era la ciudad de la luz pero sin mi padre yo la veía apagada, una ciudad sin emociones.

-Plagg, transforme moi.- dije sin duda en mi palabra, Plagg ni siquiera renegó y en un segundo volví a ser ese gato callejero de París.

Voltee atrás y me encontré con el gorila. Me veía sin asombro alguno como si siempre lo hubiera sabido y no lo dudo, ahora sabia esta familia tenía miles de secretos sin descubrir.

Salte de techo en techo hasta llegar a aquel balcón, la luz se encontraba apagada y la ventana abierta. Ahí sentada y dándome la espalda estaba una deprimida Marintte en pijama.

-Lo siento por lo de tu padre Adrien.- entonó seca, con dolor en sus palabras.

-Perdóname princesa, yo... no puedo estar de ambos bandos.- ella me volteo a ver con los ojos enrojecidos llenos de intriga. Deje un pequeño beso en su hombro y me fui.

Me dirigía al hospital y en medio de la oscuridad me encontré con un akuma, por un minuto creí que me tocaría pero solo me rodeo, los akumas se seguían generando aún sin mi padre. Pensé en detenerlo pero no estaba en las mejores condiciones, jamás lo volvería a estar.

La solución a todos mis problemas apareció en mi cabeza más rápido que la luz. Trate de pensar en otra pero no parecía haber otra respuesta. Mi interior estaba colapsado ya. Lance mi puño cargado con toda mi fuerza a una pared en respuesta a mi rabia, a mi ser que evitaba el final inminente, tenía que dejar de ser chat. Siempre supe que ese día llegaría pero jamás creí que tan pronto, solo había una persona que me podía remplazar.

Fui a la biblioteca, lugar donde sabia me lo encontraría. El chico pelirrojo dibujaba tranquilo en una silla, todo el lugar ya estaba apagado a excepción de la recepción y la lámpara de mesa que iluminaba el lugar donde el estaba.

Me quite el anillo y lo guarde en su caja, cuando él estaba distraído lo deje en la mesa pero al parecer el me percibió.

-¿Chat Noir eres tú?- dijo viéndome, sabía que no podía distinguir mi rostro pues estaba bajo las sombras.

-¿Cómo lo sabes?- pregunté.

-Eres el único con ese color de ojos verde intenso.- inquirió.

-Alégrate, ahora tú eres Chat Noir.- dije tratando de sonar alegre, sin embargo me ahogaba entre mis propias lágrimas. Antes de irme me detuve pues sentía la mirada del chico con intriga. -Cuídala fielmente, Nathaniel, y haz que se olvide de mí.- mi último muro se derrumbó, estaba completamente destruido.

Al alejarme solo dedique a escuchar como Nath desdoblaba la nota que deje en la caja del anillo.

Behind you //Marichat// Donde viven las historias. Descúbrelo ahora