Capítulo 2

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Ninguno abrió la boca puesto que esperaban algo mucho peor aguardándoles en aquella habitación. Era lógico después del escándalo que su líder había organizado con el taladro, pero ahora que veían lo que estaba colgado de la pared les pareció hasta lógico.
Myung Soo fue el primero en fulminar con la mirada a Sung Yeol por el grito que pegó al escuchar el taladro y después al maknae por haber supuesto que iban a asesinarlos y enterrarlos vivos.
El pequeño simplemente se encogió de hombros, con su líder nunca se sabía qué podría ser lo próximo que les tuviera preparados.
- Hyung... ¿eso para qué demonios es? - preguntó Woo Hyun, y aunque el resto más o menos podía suponerlo era mejor que su líder hiciera la debida explicación.
- La idea de Dong Woo.
Los cinco miraron al rapero girando la cabeza en perfecta sincronización mientras este parpadeaba ligeramente confundido.
- Yo no he dicho nada de taladros, pizarras en la pared, fotos nuestras como si esto fuera un interrogatorio y tú tuvieras la idea fetichista de vestirte de policía. Porra y esposas incluidas.

- No voy de policía – frunció el ceño el líder mirando su vestuario que consistía en un simple vaquero y suéter de manga corta.
- Seguro que ganas no le han faltado... - susurró Sung Yeol desde atrás, intentando que Sung Kyu no le escuchase.

En efecto, eso era lo que había colgado de la pared del comedor. Una pizarra, la misma que solían usar para preparar las posiciones de baile en el escenario y que normalmente estaba en la terraza junto al resto de trastos que no cabían dentro de casa mientras no estaban usándose.

Y pegadas en la pizarra había seis fotos, concretamente las fotos de perfil de los miembros puestos por orden de edad y con diversas anotaciones debajo como nombre, edad y otros detalles que apenas podían leerse en letra diminuta.
Los chicos, con Sung Kyu a un lado de la pizarra sonriendo satisfecho por su obra, bajaron la vista hasta poco más de la mitad de la pizarra viendo una línea temporal que empezaba desde el Sábado por la mañana hasta esa misma mañana que habían encontrado la colilla en la terraza.
- Definitivamente se ha vuelto loco - concluyó Hoya mientras el resto asentía.
- No se me ha ido nada, vamos a repasar en detalle qué habéis hecho durante estas últimas veinticuatro horas.
- Hay algo que no me cuadra de todo esto... - murmuró el visual con los ojos entrecerrados.
- Lo tengo planeado, las fichas de diversos colores para situaros en la línea temporal las tengo aquí - se apresuró a responder el líder agitando una cajita que tenía en su mano y con una sonrisa de emoción en el rostro, solo le faltaba dar saltitos por toda la habitación.
- Creo que Myung Soo no se refería a eso, hyung – corroboró Hoya.
- Falta tu foto – dijo el más alto señalando las imágenes, el resto dándose cuenta de que solo seis de ellos estaban siendo acusados por aquel incidente.
- Por supuesto que yo no estoy, soy inocente, ¿para qué iba a tener mi fotografía ahí colocada?
- Chicos, sujetadlo – ordenó Hoya al mismo tiempo que Dong Woo, Woo Hyun y Myung Soo, como si lo hubiesen estado practicando durante horas, en perfecta sincronización cogían al líder de brazos y piernas y los otros dos se iban a buscar una foto de perfil.
Ni un equipo de asalto de la policía estaba tan sincronizado como ellos en aquel mismo momento.
- ¡YAH! ¡Traidores, soltadme!
- ¡Nosotros también somos inocentes hyung, el traidor eres tú! - gritó Woo Hyun sujetando el brazo izquierdo. Dong Woo estaba en el suelo enrollado en las piernas de Sung Kyu cual koala sobre su árbol favorito, sin intención de soltarse.

El maknae hizo acto de presencia y, moviendo ligeramente las imágenes de los miembros, hizo hueco para colocar la de Sung Kyu añadiendo al pie su nombre, edad y varias palabras entre las que cabía destacar "anciano senil y desconfiado de sus propios compañeros, posible amenaza".

Minutos después la situación se hubo calmado y los siete se encontraban sentados en el suelo mirando fijamente la pizarra. Al final Sung Kyu aceptó el tener su foto en la pizarra, cabe añadir que costó bastante convencerlo pero eran seis contra uno y por muy líder de grupo que fuese seis cuerpos encima de él aplastándolo contra el suelo como había amenazado Hoya no era una imagen demasiado agradable.
- Maldito loco del morado – pensó el líder enfurruñado y con los ojillos entrecerrados.

Veinticuatro HorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora