Cap. 22

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Siento los labios de Jos desperdigando besos húmedos sobre mi mandíbula, poniendo mi carne completamente de gallina. Mis labios se entreabren al sentir sus labios succionando la piel expuesta y ardiente de mi cuello. 

Mis manos se aferran a su cintura y siento cómo una de sus manos descubre la piel de mi hombro antes de depositar besos húmedos en él.
Un violento estremecimiento me recorre el cuerpo antes de que sus labios vuelvan a los míos besándome con renovadas energías.

Mis manos viajan por su pecho firme y musculoso y me permito sentir la ondulación de su abdomen debido a su arduo entrenamiento físico. Sus manos se aferran a mis caderas, atrayéndome cerca, sentándome a horcadas sobre sus piernas.

Sus dedos se deslizan sobre el tejido delgado de la blusa que llevo puesta y jadeo contra su boca al sentir sus dedos callosos y grandes sobre la piel caliente de mi espalda baja.

Mi corazón late a una velocidad impresionante dentro de mi pecho, y mi respiración es agitada y entrecortada.

—_____ —susurra contra mis labios mientras sus manos se deslizan de arriba abajo por mi piel caliente.

Sus labios bajan de nuevo por mi cuello hasta que sus dientes rozan suavemente la piel que se adhiere a mis clavículas. —J-Jos —mascullo. Todo está pasando muy rápido.

Sus labios abandonan sus caricias urgentes y sus ojos encuentran los míos. Su respiración es agitada, pero noto cómo hace uso de todo su autocontrol.

Su frente se pega a la mía mientras nuestras respiraciones se acompasan. —L-Lo siento —masculla en voz baja.

Yo niego con la cabeza —Y-Yo no lo siento —tartamudeo, con la voz entrecortada.

Sus ojos se abren lentamente y sus labios rozan los míos. Sus manos siguen acariciando la piel de mi espalda con suavidad y se detienen justo en el broche de mi sujetador. —¿Puedo? —pregunta con la voz enronquecida.

Yo inhalo aire, lentamente, y asiento. Una de sus manos, expertamente, deshace el broche y jadeo al sentir sus manos recorriendo mi espalda con libertad.

—Déjame verte a los ojos —susurra, besando mis párpados.

No me había dado cuenta de que los tenía cerrados por completo hasta que él me pide que los abra. Mis párpados se abren pesadamente y mis ojos encuentran los suyos.

Las manos de Jos no dejan de acariciar mi espalda. Siempre con cautela, siempre con dulzura, sin dejar de mirarme a los ojos.
Sus labios buscan los míos en un beso dulce y, de pronto, toda intensidad anterior se ha transformado en esto: una mezcla extraña de ternura, dulzura y cuidado.

—Eres tan hermosa —masculla contra mis labios.

—Y tú eres perfecto —respondo, correspondiendo su beso.

—Me gustas tanto —dice y sus manos se deslizan fuera de mi blusa, dejándome una extraña sensación de desazón.

Sus manos se posan en mis mejillas. —Iré a buscarte algo de comer. Debes estar muerta de hambre. —dice con aire culpable.

—En realidad necesito ir al baño —sonrío débilmente.

Una sonrisa tímida se desliza por sus labios y besa mi frente. —Ven aquí, vamos. —me ayuda a ponerme de pie y salimos juntos de la habitación.

Él me encamina al baño y espera, pacientemente, a que yo haga mis necesidades. Cuando salgo, me acompaña de vuelta a la habitación y promete volver pronto con comida.
Yo me tiro en el tendido, acariciando a Diablo detrás de las orejas y, al cabo de un rato, Jos entra a la habitación con un par de bolsas de papel entre los dedos.

—Traigo hamburguesas —dice sentándose a mi lado, sacando el contenido de las bolsas a una velocidad impresionante. —, también nachos, papas a la francesa, jugo de arándanos y refresco.

Una sonrisa boba se desliza por mis labios y beso su mejilla cuando me entrega mi hamburguesa.

—Tengo un novio perfecto —canturreo después de darle un gran mordisco a mi hamburguesa y Jos ríe.

—Yo tengo una novia preciosa, que además baila como Diosa y besa como los mismísimos ángeles —dice, bebiendo un trago de su botella.

—¿Ah sí? —inquiero, acercándome a él lentamente.

—Si —asiente, enredando su brazo en mi cintura.

—¿Es más bonita que yo? —pregunto inocentemente.

—Tú eres bonita, claro, pero ella es perfecta —dice, encogiéndose de hombros.

Yo golpeo su hombro con fingida indignación y Jos se echa a reír, besando mis labios mientras forcejeamos.

—¡Quédate con tu novia perfecta! —espeto juguetonamente.

—¡Cállate!, ¡Qué boba eres!, ¡Tú eres mi novia perfecta y lo sabes!

Una risa boba brota de mi pecho y acaricio su mejilla cariñosamente. —¿De verdad? —pregunto.

—¿Acaso crees que sería capaz de estar con dos mujeres al mismo tiempo?, soy un imbécil, pero no es para tanto —dice con fingido horror.

Una sonrisa suave baila en mis labios y beso los suyos cálidamente. No puedo evitar sentir el creciente vértigo dentro de mi estómago y me repito una y mil veces: "No estás enamorada, no te estás enamorando y no te vas a enamorar."  

Cautiva..! {JosCanela y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora