Cap. 18

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Me pongo de pie dos segundos después de que Joa ha salido de la habitación y mi corazón no deja de latir fuertemente dentro de mi caja torácica.

Algo en la sábana de color claro llama mi atención y mi ceño se frunce mientras inclino hacia el material. El horror y el alivio me golpean como un látigo al darme cuenta de la pequeña mancha rojiza.
Cierro mis ojos con fuerza, pero me obligo a incorporarme. Quito la sábanas de un tirón y las doblo rápidamente, sintiendo la vergüenza filtrándose en mi cuerpo.
El pomo de la puerta se mueve y se abre un poco. Yo corro, cerrando la puerta antes de que se abra completamente.

—¿_____?, _____, soy yo —dice la voz de Jos  y noto la diversión en el tono en el que habla. —. Han llegado aquel par de idiotas, pero no te preocupes, tienen resaca y están acostados en la sala.

Yo no respondo.
Estoy segura de que, si hay una mancha de sangre en la sábana, es seguro que haya una más grande en mis vaqueros. Esto es tan humillante.

—¿_____?, ¿Pasa algo? —pregunta la voz de Jos y noto la preocupación en el tono de su voz. —. ¿Hice algo que te molestara?...

Yo sigo sin poder responder. Cierro los ojos, intentando encontrar la forma de decirle lo que ha pasado. De decirle que necesitaré un cambio de ropa, una ducha y una sábana limpia.

—_____, habla conmigo —la voz torturada de Jos me hace sentir la peor persona del mundo, así que trago duro y digo—: T-Todo está en orden, sólo.... —tomo una inspiración profunda, cerrando mis ojos con fuerza ante la vergüenza y humillación que estoy a punto de sentir—, n-necesito...

No puedo continuar y quiero golpearme con fuerza.

—¿Qué necesitas? —inquiere la voz de Jos, exasperado.

—N-Necesito que... —trago saliva. —, necesito un cambio de ropa.

—¿Un cambio de ropa? —pregunta, dudoso.

—Y una sábana limpia. —añado.

—De acuerdo... —dice, pero parece más una pregunta que una afirmación.

—Y una ducha —digo.

—¿Estás bien, _____? —pregunta Jos, con curiosidad.

Yo me aclaro la garganta y digo en voz baja—: Si. Sólo..., tuve un pequeño accidente.

—¿Accidente?, ¿Qué clase de accidente?, ¿Estás herida? —pregunta, alarmado y yo ruedo mis ojos al cielo por ser tan ingenuo.

—No, Jos. No estoy herida —digo, exasperada.

—¿Entonces?, ¿Qué es, _____?, sea lo que sea, dímelo —dice y yo pego mi frente a la madera vieja de la puerta.

—¡Me ha venido la regla, Jos!, manché la sábana, ¿contento? —espeto con irritación. Tiendo a ponerme irritable y sentimental cuando estoy en este estado.

El silencio proveniente del otro lado de la puerta, me hace querer golpear mi cabeza contra un muro hasta perder la conciencia.
De pronto, una risa ronca y profunda invade mis oídos. ¿Se está riendo de mí? ¿Cómo se atreve a burlarse de lo que me acaba de pasar?

—No le encuentro lo gracioso —digo, irritada.

La risa de Jos se extiende aún más y yo abro la puerta para encararlo.
Jos me mira un segundo antes de intentar reprimir su risa. —_____, creí que te había pasado algo malo —dice, disculpándose.

Yo lo miro con cara de pocos amigos y me cruzo de brazos delante de él.

Jos se acerca un par de pasos a mí, reprimiendo su sonrisa. Sus manos se colocan en mis mejillas y me da un beso en los labios. Su lengua invade mi boca sin permiso y el corazón me da un vuelco dentro de mi pecho.

Cuando sus labios abandonan los míos, mi corazón se contrae. —Ahora ve a ducharte, hermosa. Yo tendré listo tu cambio de ropa y una sábana limpia.

—Prométeme una cosa —digo, haciendo un puchero.

—Lo que sea, _____, ¿qué necesitas? —dice, acariciando mi mejilla con su pulgar.

—No desdobles la sábana —susurro, sintiéndome avergonzada e idiota.

Una sonrisa tierna se desliza por los labios de Jos  y besa mi nariz. —Lo prometo, _____.

Yo lo miro dudosa, un segundo.

—Confía en mí, _____. Si no confías en mí, esto no va a funcionar nunca. —dice, imitando mi puchero.

Tengo ganas de golpearlo por imitarme, y al mismo tiempo quiero besarlo. —¿Tenemos algo? —pregunto, sólo porque quiero que lo repita.

Una sonrisa se desliza por los labios de Jos y se encoge de hombros antes de decir—: Ya te lo dije; si me quieres, me tienes. Soy tuyo el tiempo que me quieras.

Yo sonrío suavemente, depositando un beso suave y breve en sus labios antes de caminar hasta la puerta del baño, diciéndome a mí misma que Jos es lo mejor que pudo pasarme en mucho tiempo. Sintiéndome eufórica   por todo lo que hace por mí.

Cautiva..! {JosCanela y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora