cap. 10

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No he podido dormir en toda la noche.
El recuerdo de mi extraña experiencia con Jos me ha dejado bastante inquieta. Mi corazón ruge salvajemente cuando mis pensamientos se desvían en dirección al abrazo que compartimos.

Sus palabras martillean furiosamente en mi cabeza: "¿Qué pensarías de mí si te digo que he matado personas por dinero?"

Un escalofrío me recorre la columna mientras cierro los ojos con fuerza. Diablo descansa plácidamente a los pies de mi cama improvisada y puedo vislumbrar los rayos de la luna filtrándose por una vieja ventana cubierta por tablones de madera. Jos ni siquiera ha intentado atar mis manos o cubrirme los ojos.
No he visto a Freddy o a Villalpando. Es como si hubieran desaparecido de la tierra. Me pongo de pie lentamente y Diablo levanta la cabeza. Atento a mis movimientos. Yo me pongo mis desgastados tenis antes de caminar hasta la puerta. Giro el pomo, sin esperar que dé de sí, y me congelo al darme cuenta de que Jos ha dejado la puerta abierta.

Mi corazón comienza a latir fuerte dentro de mi pecho. ¿Por qué habrá hecho eso?...
Me obligo a ahuyentar la ansiedad que se está acumulando en mi cuerpo y abro la puerta lentamente, intentando no hacer ruido.
El silencio es ensordecedor, y el crujir de la puerta parece potenciado. Yo maldigo en voz baja mientras mantengo la puerta en su lugar. Un estrecho pasillo oscuro aparece ante mis ojos cuando asomo la cabeza por la rendija. No quiero arriesgarme a hacer más ruido, así que me escurro por la rendija, que es lo suficientemente ancha como para que quepa mi cuerpo de costado.

Escucho a Diablo gemir detrás de mí y cierro la puerta con cuidado de no hacer ruido.
El perro comienza a rascar la puerta una y otra vez y mi corazón se dispara en latidos nerviosos.

—Diablo, espera —susurro, desesperada. —. Shhh...

El perro deja de gimotear un segundo y yo aprovecho para echarme a andar por el pasillo lo más rápido y silencioso que puedo. Al llegar al final, me encuentro con unas escaleras de madera que van hacia abajo. Cierro mis ojos con fuerza y trago duro cuando bajo el primer peldaño. La madera cruje bajo mi peso y aprieto los dientes.
Bajo otro peldaño y la madera vuelve a crujir. Decido que es mejor intentar hacerlo rápido y me obligo a bajar los escalones de dos en dos, intentando hacer el menor ruido posible.

La suela de mi tenis toca algo blando y una luz azulada proyecta la alfombra de pelo corto en la que acabo de pararme. Dirijo mi vista hacia la luz y me doy cuenta del susurro de las voces en el televisor encendido. Estoy a pocos pasos de una pequeña salita.
Un chico  de aspecto malo está tumbado en un desgastado sillón. Es delgado pero atlético. No podría tener más de veintiún años. Mi vista se dirige a la penumbra y distingo una silueta desparramada en un sillón individual.
Camino un par de pasos más cerca de la figura y descubro a un joven de cabello castaño oscuro, un poco chino , con los ojos pesadamente cerrados. Su mandíbula es angulosa y sus labios rojos están entreabiertos por el sueño. Tiene toda la cara llena de golpes y moretones.

"Freddy" pienso, sabiendo que Jos fue quién lo golpeó. Quiero gritarle y romperle la mandíbula de un golpe, pero aprieto los puños y me obligo a andar en silencio por la sala.

"El otro debe ser Villalpando" me digo a mi misma, mientras siento la bilis subiendo a mi garganta.
Quiero golpearlos a los dos, quiero gritarles...
No he visto ningún mueble aparte de los dos sillones y el televisor, que se encuentra sobre una desgastada mesita.
El polvo y el olor a humedad me dicen que éste lugar no había sido habitado en mucho tiempo. No creo que Jos, Villalpando o Freddy  vivan aquí. Creo que es el lugar que escogieron para traerme pero, ¿Dónde demonios estamos?...

Me obligo a caminar hasta que encuentro la puerta principal.
Mi corazón retumba dentro de mi pecho y entonces, escucho un ladrido de Diablo.
Diablo comienza a ladrar frenéticamente y, sin pensarlo, quito el pestillo de la puerta y salgo de la casa.

Me congelo en el pórtico de la casa y mi boca se abre con incredulidad.
Lo único que puedo ver con el reflejo de los rayos de luna son enormes e inmensos árboles. Pasto y árboles rodean la casa. Es una cabaña. Una cabaña en medio de un bosque. En medio de la nada.

El terror me invade, pero los ladridos frenéticos de Diablo me hacen despertar de mis cavilaciones. Entonces, me echo a correr en dirección al bosque.
El aire helado quema mis pulmones y las piedras se encajan en la suela de mis zapatos, haciéndome difícil caminar. Las ramas de los árboles más bajos me golpean el rostro y el torso pero yo no dejo de correr.
Sé que no he corrido más que un par de metros, pero me obligo a mirar hacia atrás un segundo. Los ladridos de Diablo parecen amplificados en el silencioso bosque y entonces, mi cuerpo choca contra algo firme y cálido.

Cuando me vuelvo hacia enfrente, siento la sangre drenarse de mi rostro.
Jos me sostiene con ambos brazos y su mirada es acusatoria, furiosa. Yo abro la boca para hablar pero no encuentro absolutamente nada que decir.

Jos aprieta la mandíbula. —Vete. —sisea, apartándose de mi camino.

—¿A dónde? —siento la ansiedad crepitando por mi cuerpo y, por alguna extraña razón, no quiero irme. No sin él.

—¡VILLALPANDOOOOOO!, ¡MALDITO IDIOTA!, ¡______ SE HA IDO! —brama la voz de Freddy.

Jos aprieta los ojos con fuerza y me mira suplicante. —Lo siento —masculla. Entonces, el dolor estalla en mi rostro y caigo al suelo gimoteando de dolor.

¿Me acaba de pegar?, ¿Jos acaba de golpearme?
Me siento traicionada y aprieto los puños para reprimir las ganas inmensas que tengo de llorar.

—¡AQUÍ ESTÁ!, ¡LA ENCONTRÉ! —espeta Jos.

Lágrimas calientes y pesadas salen de mis ojos sin que pueda detenerlas. Jos se inclina hacia adelante y me da la mano para ayudarme a ponerme de pie, pero la rechazo y me levanto por mi cuenta. Mi mejilla arde por el golpe que me ha propinado y quiero gritarle que es un cobarde.
Jos me toma por el brazo y comienza a guiar mi camino de regreso a la cabaña. Saca algo de su bolsillo trasero de los vaqueros y observo una tela negra, desgastada. —¿Los has visto? —inquiere, con la voz ronca.

Yo no le respondo.

—Necesito que digas que no los has visto. Que estabas muy preocupada por escapar. Si les dices que los has visto, van a matarte en éste momento y no podré hacer mucho por ayudarte —pone una navaja entre mis dedos —. Dirás que la encontraste en el baño y que la usaste para desatarte.

La ira crece dentro de mi pecho.

—_____... —sisea Jos, y noto la desesperación en el tono de su voz. —, _____, por favor, confía en mí.

Jos me cubre los ojos con el trapo y aprieto los puños por el coraje y la impotencia.

—¡¿CÓMO JODIDOS HA SALIDO DE AQUÍ!? —espeta Freddy.

Jos me arrebata la navaja y lo escucho decir—: Dice que la encontró en el baño. Es tuya, ¿No es así, imbécil?

—¡MALDITA PERRA! —brama Freddy. —¸¿Tú la has vendado?

—Si —noto cómo la voz de Jos suena nerviosa.

—¿Cómo te diste cuenta de que había salido? —inquirió la voz de Villalpando.

—Estaba fumando afuera. Escuché ladrar a Diablo, la encontré en mi camino de regreso. —dice Jos.

—¿Te ha visto? —pregunta Freddy.

—No. Le he llegado por la espalda. —dice Jod y yo aprieto los puños con fuerza.

—Amárrala con cadenas si es necesario. —espeta Freddy  y escucho los pasos pesados de su caminar.

Jos me encamina a la habitación sin decir una palabra. Me deja dentro y lo escucho echar el cerrojo. No me ha amarrado, pero me ha dejado encerrada bajo llave, me descubro los ojos y me abrazo a mí misma, temblando de coraje e impotencia.
Jod no es mi amigo. Jos no es mi aliado. Jos no va a ayudarme a salir de aquí...  

Cautiva..! {JosCanela y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora