Estoy temblando del coraje que siento.
Estoy a punto de estallar y a nadie parece importarle. Mi mamá quiere hacerme abortar, mi papá quiere enviar a Jos a la cárcel por abuso sexual y por más que explico que fue consensuado, nadie parece escucharme.Me llevaron a hacer mi declaración. Hice énfasis en todas las ocasiones en las que Jos me ayudó. En cuántas veces Jos detuvo a Freddy de hacerme daño, en cómo detuvo a aquel cerdo cuando estaba violándome, en cómo me alimentó y cuidó de mí todo el tiempo, y en cómo se fueron dando las cosas entre nosotros.
Les conté de cómo planeamos huir aquella noche y cómo había resultado todo.Sé que mi mamá me estuvo mirando todo el tiempo desde el otro lado del enorme espejo de la sala de interrogatorio. Sé que ha escuchado cada palabra que he dicho y sé que no lo entiende. No entiende lo que siento. No entiende que Jos no es una mala persona.
Me encuentro en una sala apartada de la delegación y estoy impaciente. ¿Por qué quieren que vea a una psicóloga?, yo no necesito una psicóloga. Necesito ver a Jos. Necesito verlo y saber que está bien.
—¿Cómo te sientes? —pregunta la joven mujer al sentarse en la silla frente a mí.
—¿Cómo cree que debo sentirme cuando lo único que quiero es que toda ésta pesadilla termine? —espeto, cruzándome de brazos.
Una sonrisa se filtra por los labios de ella y quiero golpearla. Quiero golpearla por reírse de mí.
—¿Por qué no me hablas acerca de éste chico... Jose Canela? —dice y mi estómago se encoge sólo con escuchar su nombre.
—¿Para qué?, ¿Para que vaya a contarle a mi madre o a la policía todo lo que diga?, no necesito una psicóloga.
—¿Qué sientes por él? —su cabeza se ladeo un poco, con curiosidad.
—Lo amo —respondí sin dudarlo ni un segundo.
Ella asintió entrelazando sus dedos en su regazo. —¿Cuánto tiempo tienes conociéndolo?
Abrí la boca para responder, pero realmente no lo sabía. Todo mundo decía que tenía seis meses encerrada, pero se había sentido como mucho más tiempo. O quizás mucho más poco. Mi sentido del tiempo se detuvo por completo en esa cabaña.
—No lo sé —admito.
—¿Qué sabes de su vida?, ¿Qué sabes de su pasado?, ¿de sus aspiraciones?, ¿de sus amistades?, ¿de su familia?, ¿realmente lo conoces?
—¡Por supuesto que lo conozco! —exclamo, pero sé que no lo conozco del todo. Sé que no lo conozco como debería, pero nuestra relación nunca ha sido normal. Nuestra situación no es como la de cualquier pareja. Somos diferentes.
Ella me mira fijamente y comienza—: _____, existe una reacción psicológica llamada 'Síndrome de Estocolmo' —parece dudar un momento, pero luego prosigue—. Es común en personas que han sido víctimas de secuestro; ellas desarrollan una relación de complicidad, y un fuerte vínculo afectivo, con quien las ha secuestrado. Se debe, principalmente, a que malinterpretan la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte del secuestrador.
Sus palabras caen sobre mí como balde de agua helada. ¿Está insinuando que lo que yo siento no es amor?, ¿Está diciéndome que lo que yo tengo es una estúpida reacción psicológica y que no estoy enamorada?, ¡¿Qué demonios sabe ella acerca de lo que siento?!... ¡Esto no es un error!, ¡Yo lo amo!
—¿Está diciéndome que no estoy enamorada? —siseo. Mi voz tiembla por la impotencia que siento. Estoy furiosa. ¿Qué sabe ella de nosotros?, ¿Qué sabe ella de lo que siento por él?
—Estoy diciendo que es una posibilidad muy grande —dice tranquilamente.
—No sabe qué es lo que siento por él. No lo sabe porque no puede sentirlo. No puede ponerle un nombre si ni siquiera sabe cómo se siente —me levanto de la silla. Estoy temblando. Estoy horrorizada y enfurecida por todo lo que está pasando. ¿Cuándo va a parar toda ésta locura?, ¿Cuándo voy a verlo de nuevo?, ¿Cuándo voy a poder dormir tranquila una vez más?...
—_____, te ruego que te sientes —pide, pero yo no puedo moverme.
Aprieto la mandíbula y tomo una inspiración profunda. Las lágrimas se agolpan en mis ojos y susurro—: Voy a tener un hijo. De él. Y no voy a dejar que, ni usted, ni nadie, me hagan creer que lo que siento no es real.
—¿Por qué no te sacó antes si realmente te amaba?
—¡USTED NO ESTUVO AHÍ! —Exploto—, ¡NO SABE LO QUE ES ESTAR ATERRORIZADA TODO EL TIEMPO!, ¡NO SABE LO QUE ES ARMARSE DE VALOR Y ESCAPAR!, ¡NO LO SABE!
Sin decir una palabra más, hago mi camino hasta afuera de la oficina. No miro a mi mamá cuando paso a su lado. No quiero ver a nadie.
—Señorita, necesitamos su presencia en la sala de interrogatorio —dice un oficial a mis espaldas.
—¿Para qué? —espeto con la mandíbula apretada.
Debo lucir aterradoramente enojada porque el oficial da un paso hacia atrás y dice con cautela—: Los presuntos culpables de su secuestro están en la sala y necesitamos que los identifique.
Mis puños se aprietan y una descarga de ansiedad recorre mi cuerpo. Tomo una inspiración profunda y sigo al policía a pocos pasos de distancia.
Cuando entro en la reducida cabina atestada de gente, logro ver a través del enorme vidrio de observación. Hay cuatro hombres ahí. Todos y cada uno de ellos carga un número, y sus expresiones son horrorizadas.No tengo que mirar mucho tiempo para reconocerlos. —El uno y el tres —digo fríamente.
Me aterra cuánto los odio. Me aterra cuánto deseo que paguen por todo lo que me hicieron. Me aterra cuán aliviada me siento de que estén en éste lugar. Nunca había sido una persona rencorosa. Me desconozco por completo.
—El uno y el tres, den un paso al frente —dice el oficial a través el intercomunicador de las habitaciones.
Freddy Leyva y Alonso Villalpando dan un paso al frente. Mi corazón late a una velocidad impresionante. Puedo notar lo mallugados que lucen. Puedo notar lo cansados y viejos que parecen ahora. ¿Así me veo yo?, ¿He envejecido cien años en menos de dos días?...
—De acuerdo. La fiscalía le hará saber a tus padres acerca del proceso penal que enfrentarán los involucrados; tanto Freddy y Alonso, como Jos—mi mirada viaja hasta el oficial cuando habla de Jos y entrecierro los ojos.
—Ya les he dicho que Jos, lo único que hizo fue ayudarme —siseo.
—La psicóloga cree que usted sufre de síndrome de Estocolmo, lo que podría repercutir en el proceso en contra de Canela.
Siento la bilis subiendo hasta mi garganta y quiero gritar. Quiero gritar de la impotencia que siento.
Me trago todo mi coraje y hago mi camino hacia afuera de la sala. ¿Qué voy a hacer?, ¿Qué va a pasar con nosotros?...
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Cautiva..! {JosCanela y tu}
FanficEsta historia no es mia.. pero la quise adaptar porque ami me gusto mucho y espero a ustedes tambien les guste a ustedes asi que creditos a quien correspondan ..!