Cap.15

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El agua caliente recorre mi cuerpo y un escalofrío me recorre la espina dorsal ante la deliciosa sensación.
Me tomo mi tiempo restregando la pastilla de jabón por todo mi cuerpo antes de lavar mi cabello con toda la calma que me es posible.

Cuando salgo de la regadera, me doy cuenta de que Jos se ha encargado de dejar ropa sobre la tapa del inodoro y una sonrisa se desliza por mis labios. Me parece un tanto irónico que sea tan considerado conmigo y al mismo tiempo quiera parecer un chico malo y temible.

Me enfundo la ropa a toda velocidad y salgo del baño con la confianza de saber que no hay nadie más que Jos en la cabaña.

Me permito a mi misma bajar por las escaleras de madera y buscarlo. Me sorprendo al encontrar la puerta principal abierta de par en par y, cautelosamente, salgo al pórtico.

Sentado en el primer escalón que da al pórtico de la casa, se encuentra Jos, con un cigarrillo entre los dedos y la mirada perdida en la nada.
La frescura del bosque me golpea y la suave brisa proveniente de los árboles me alborota el cabello.
Yo camino en su dirección y la madera cruje bajo mi peso antes de sentarme a su lado.

-Me encanta éste lugar -dice Jos con la mirada en todos lados y en ningún punto en específico.

Yo me tomo unos momentos para observar el claro donde la cabaña está situada; los viejos árboles se alzan ante mí, luciendo infinitos y al mismo tiempo, pequeños comparados con la inmensidad del cielo que se cierne sobre nosotros. El sol baña el pasto humedecido por la brisa matutina y el silencio y la quietud es brevemente interrumpida por el sonido de algún pájaro en la lejanía.

-Debo admitir que es un bonito lugar - digo, finalmente.

-Cuando era pequeño, mi padre solía traernos aquí a pasar el verano. Era un lugar más habitable en ese entonces. -noto cómo su expresión se ensombrece un segundo y quiero hacerlo olvidar lo que sea que lo esté atormentando en ese momento.

-Mi papá solía llevarnos a acampar al aire libre -digo, intentando desviar su atención. -. Mamá decía que debía llevarnos a alguna playa o alguna ciudad exótica, pero papá siempre prefería acampar. A mi nunca me molestó hacerlo.

Los recuerdos de nuestras excursiones familiares me golpean y, sin poder evitarlo, una sonrisa se desliza por mis labios. Cuando me doy cuenta, Jos me está mirando con curiosidad.

Una sonrisa tímida se dibuja en sus labios y mi corazón da un vuelco dentro de mi pecho.

-¿Qué? -pregunto, ruborizándome. Sintiendo el peso de su mirada sobre mi.

-Nada. Sólo... -su mirada deja mi rostro y niega con la cabeza, sonriendo. -, no me había dado cuenta de lo bonita que luces cuando sonríes.

Mi corazón da un vuelco dentro de mi pecho y trago duramente. El rubor de mis mejillas se extiende por mi rostro y escondo la cabeza entre las manos. -Odio que hagas ésto. -mascullo.

-¿Qué? -pregunta Jos, y noto la curiosidad en el tono de su voz.

Tomo una inspiración profunda, con la intensión de serenarme, y lo miro; indecisa.

-¿Qué es lo que odias que haga? -insiste, reprimiendo una sonrisa burlona.

Yo no puedo evitar sonreír con irritación y cierro los ojos. -Odio que tengas la capacidad de hacerme sentir avergonzada, apenada, ruborizada...

Cuando abro los ojos y lo miro, me doy cuenta de la enorme sonrisa que tiene dibujada en los labios.

-¡No te rías! -digo, enfurruñada. Reprimiendo una sonrisa.

Cautiva..! {JosCanela y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora