Cap. 34

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La mañana siguiente la paso en el baño devolviendo el estómago. Otra vez.

Estoy muy nerviosa. No puedo dejar de pensar en que en poco más de dieciocho horas, Jos y yo nos iremos de aquí. Ha salido muy temprano ésta mañana. Sé que está preparando todo para nuestra huida.

He estado gran parte de la tarde cargando y descargando el arma. Quiero que mis movimientos sean tan rápidos y precisos como los de Jos. Quiero hacerlo casi por acto reflejo. No quiero que los nervios me asalten y no sepa hacerlo en cuanto lo necesite. Si es que llego a necesitarlo...

Cuando Jos entra a la habitación todo mi cuerpo se relaja.
Había comenzado a imaginar lo peor cuando noté que el sol estaba cayendo. Verlo ha sido un bálsamo para mis nervios y mi corazón. Sin perder tiempo, me pongo de pie y lo abrazo con fuerza.

—¡Hey! —Noto la sonrisa en su voz—, me iré más seguido para que me recibas de ésta forma.

Yo me aparto y lo miro. —Estaba tan preocupada por ti —admito—. Tardaste demasiado.

Jos sonríe en mi dirección y acaricia mi mejilla con dulzura. —Lamento haberte asustado. Comprar el auto adecuado me tomó más tiempo de lo previsto, pero ya tengo todo listo y en orden.

Sus labios se posan sobre los míos cálidamente y susurra—: Hola...

Yo sonrío y lo beso de vuelta. —Hola.

—He traído algo para comer —me sonríe y me muestra un par de bolsas de papel.

Nos sentamos sobre el tendido y sonrío al darme cuenta de que son alitas adobadas. Como las que comimos la primera vez que comimos juntos. El silencio entre nosotros es cómodo y no puedo evitar evocar los recuerdos a mi cabeza.

—¿En qué piensas? —pregunta mirándome con curiosidad.

—En que esto fue lo primero que comimos juntos —sonrío hacia él.

Jos me sonríe de vuelta y mira el plato donde se encontraban sus alitas. —Debo bajar y esperar a que se duerman... —musita.

Todo mi cuerpo se tensa ante su declaración y, de pronto, mi hambre se ha esfumado. Tomo el par de alitas restantes y se los lanzo a Diablo, quien come gustoso.

—Te he traído un cambio de ropa cómodo y unas zapatillas deportivas —dice, acercando una bolsa en mi dirección—. Necesito que esperes a que venga por ti. Tengo un jeep a un kilómetro de aquí. No quise arriesgarme a traerlo más cerca. Alguien podría notarlo. En cuanto Alonso  y Freddy se duerman, vendré por ti. Tenemos que ser silenciosos y rápidos. Tendremos que correr una vez que estemos en el bosque. Una vez estando en el Jeep, estaremos a salvo.

Mi corazón ruge contra mi pecho y aprieto los puños con fuerza mientras asiento. Estoy aterrorizada. Estoy muy nerviosa y asustada. Deseo con todas mis fuerzas que todo salga bien.

—¿Tienes el arma que te di? —pregunta.

—S-Si —mi voz es temblorosa y débil.

—Bien. Cárgala y ponle el seguro. Necesito que la tengas contigo todo el tiempo, ¿está bien? —instruye.

No puedo hablar. Un nudo se instala en la boca de mi estómago y otro se instala en mi garganta. Me siento una completa idiota por estar a punto de llorar. Tengo que ser valiente. Jos está arriesgando todo por mí. Tengo que hacerle saber que confío en él.

—T-Te amo —susurro acercándome a él.

Él me sonríe suavemente y me besa con profundidad. —Te amo —dice contra mis labios y continúa su beso.

Cuando nos apartamos, Jos se pone de pie, tomando los restos de nuestra cena. —Vendré por ti en un rato más —susurra.

Yo asiento y lo observo salir de la habitación. Me quedo  en un rincón y Diablo se sienta a mi lado. Yo le acaricio el pelo y susurro. —Nos vamos a ir de aquí, pequeño. No voy a dejarte —una sonrisa atraviesa mi rostro—. Jos tampoco podría dejarte. Yo lo sé...

Diablo mira en mi dirección y jadea, contento. Yo me abrazo al enorme animal y me transmite una paz que necesito.
No quiero dormir. Jos me aconsejó que durmiera un poco pero no quiero dormir. No puedo dormir. Quiero estar alerta para cuando sea el momento.
Tengo tanta adrenalina corriendo por mi torrente sanguíneo, que no creo ser capaz de quedarme quieta en las próximas veinticuatro horas.

~*~

No sé cuántas horas han pasado, pero estoy segura de que han sido más de las planeadas. Comienzo a sentirme inquieta y nerviosa. Un mal presentimiento me invade el pecho poco a poco. Cada segundo es una tortura y me pregunto qué demonios está sucediendo allá abajo. ¿Por qué Jos no ha venido?, ¿qué está pasando?, ¿será todo producto de mi imaginación?, quizás es más temprano de lo que creo y sólo estoy nerviosa, pero entonces, ¿por qué me siento tan asustada?, ¿por qué tengo la extraña sensación de que algo no marcha bien?...

Tomo una inspiración profunda y miro a Diablo. Él también está inquieto.
No ha dejado de caminar de un lado a otro por toda la habitación, lo cual me pone los nervios de punta. ¿Y si le pasó algo a Jos?...

—_____, piensa, piensa, piensa... —me regaño. Intento encontrar algo positivo a qué aferrarme, pero no hay nada.
Diablo gimotea hacia la puerta y aprieto los puños. Tengo las manos heladas por los nervios. El corazón me golpea las costillas. Estoy a punto de un colapso nervioso. Necesito saber qué está sucediendo y, al mismo tiempo, no quiero arruinar el plan.

—¿Qué hago? —susurro en dirección a Diablo.

Él rasca la puerta con una pata y, entonces, lo decido. Tengo que ver qué está pasando.
Me enfundo los zapatos deportivos y amarro mi cabello en una coleta apretada. Tomo el arma y reviso que esté cargada. Tomo las alimentadoras cargadas que Jos dejó en la habitación y las meto en los bolsillos de mis vaqueros y mi sudadera. Le pongo el seguro a la pistola y abro la puerta con cuidado.

El corazón me da un vuelco cuando veo a Villalpando, parado en el pasillo, con la mirada fija en las escaleras. Está de espaldas a mí. Algo definitivamente, va mal. Villalpando nunca está afuera de la habitación. Nunca está cerca.

"¿Qué hago?"Pienso desesperada. "¡Dios mío!, ¡¿Qué hago?!"

Saco la pistola de mi bolsillo trasero y camino lo más despacio posible. Nunca he hecho esto, así que espero que funcione. Me acerco un par de pasos más y entonces, golpeo la culata de la pistola en la cabeza de Villalpando con todas mis fuerzas. Él se tambalea hacia enfrente y yo vuelvo a golpearlo en el mismo sitio.

Se gira para mirarme, pero noto que está a punto de desmayarse. Sus ojos se están cerrando y atesto otro golpe en su dirección. Está a punto de caer y envuelvo mis brazos a su alrededor para amortiguar su golpe. Lo que menos necesito es que el ruido de su caída atraiga a Freddy.

Casi me tumba con él, pero alcanzo a detenernos a mitad de camino al suelo. Poco a poco, lo deslizo hasta abajo.
Diablo viene siguiéndome. Me asombra la inteligencia del perro; está caminando lentamente. Como si supiera que debemos ir despacio.

Bajo las escaleras, atenta a cualquier ruido externo y, cuando llego a la sala me congelo. Estoy con la espalda pegada a la pared.

Jos está de espaldas a mí. Está atado a una silla y algo gotea de su rostro hasta el suelo... Sangre. Está sangrando. Está sangrando...
Un nudo se aprieta en mi garganta y quiero gritar. Estoy aterrorizada. Estoy horrorizada.
Entonces, aparece Freddy en mi campo de visión y me tenso por completo. Apenas si soy capaz de verlo caminar delante de Jos. Lleva un arma en la mano, y está sonriendo. Está sonriendo y me siento enferma.
La bilis inunda mi garganta, mis manos tiemblan, mi corazón ruge y zumba en todo mi cuerpo. No puedo apartar la vista. Freddy va a matarlo. Freddy va a matar a Harold...  

Cautiva..! {JosCanela y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora