Capítulo 3

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Aparté los ojos de Evan, dejé mi mochila en el suelo, y me dispuse a mirar por la gran ventana. Las vistas eran magníficas, en ellas se podía ver un gran jardín, lleno de rosales y diversas flores, árboles y pequeños animales. No sabía que hubiera un jardín detrás del instituto.

-¿Te gusta? Pocos lo saben. Aquí arriba viene muy poca gente. -miré a mi alrededor, tenía razón, estábamos solos.- Me lo ha comentado un amigo, que cuando quiere repasar y desconectar viene aquí. He pensado que sería ideal para que me pudieses explicar química con tranquilidad.

Sonreí y asentí. Aún así seguía hipnotizada por el hermoso jardín y esas hermosas rosas rojas.

-¡Eh! Que se supone que me tienes que prestar atención a mí.

Cuando aparté la mirada del ventanal, lo observé mientras quitaba las cosas de dentro de la mochila. Evan realmente era un chico guapísimo, y por un momento me sentí avergonzada de estar los dos solos en un lugar como ese. El pelo le llegaba a la nuca, de un color caramelo, ni rubio ni moreno, que le hacía resaltar esos ojos color avellana que tenía. Y para colmo con esa sonrisa perfecta que hacía que se parara el mundo por unos instantes. El cuerpo era uno de sus fuertes, aun llevar una simple camiseta, se le podía ver un cuerpo bien marcado.

Me pilló mientras lo observaba.

-Elisabeth, si sigues mirándome así, me voy a sonrojar. ¿En qué estabas pensando?-Me sonrojé yo.

-¿Haces algún deporte?-solté.

Me miró extrañado.

-¿No lo sabes?-negué con la cabeza y abrió los ojos como platos.

-¿Por qué tendría que saberlo?-entonces recordé que él era popular- Ah, vale, entiendo. ¿Todos lo saben, no? Siento incomodarte, pero no sé nada de ti, y si no te importa, conmigo tendrás que hacer alguna excepción. Empezar de cero.

Soltó una dulce carcajada.

-Perdona, tienes toda la razón, juego a fútbol y soy delantero. Pero, de todas formas, ¿a que ha venido eso?

-Es que me he fijado en tus brazos y bueno, he supuesto que algún deporte practicabas.

-Buena observación.

Saqué mis apuntes de química y empecé por el principio. Evan no es que no entendiera lo que estábamos haciendo ahora, sino que el problema le venía des de que empezamos el curso. Evan no entendía ni las cosas más fáciles, así que decidí empezar por lo básico para poder llegar al punto en el que estábamos en clase.

Estar con Evan no se me hacia extraño, y además, me sentía muy cómoda. Era muy gracioso verlo intentando entender química, arqueaba las cejas y fruncía los labios, como si poniendo esa cara lograse entender alguna cosa. Cada vez que ponía esa cara yo reprimía una carcajada, cosa era imposible y él se picaba pero se acababa riendo también.

Tuve que despedirme de él y salir prácticamente corriendo, ya que solo quedaban 3 minutos para que la próxima clase empezase y no quería que ni Diana, ni Míriam, hicieran tarde por mi culpa.

Las vi delante de la puerta y corrí hacia ellas. Llegué a tiempo, antes de entrar Míriam me guiñó un ojo y susurró <<muy bien, campeona>>. No lo entendí, así que me limité a sonreír.

Las próximas horas fueron bastante bien, menos en la que tuve que hacer el examen de física. Otro desastre para la humanidad, con suerte sacaría un tres. Aunque me decantaría más por el cero.

Llegaron las tres de la tarde, y me dispuse a irme para casa.

-Eli, ¿qué haces hoy?-preguntó Diana.

-Mh...¿Nada?-le contesté.

-¿Qué te parece si vamos a tomar algo en la cafetería que han abierto nueva, esa que parece una de los años ochenta americana?

-Es que no sé si...-fui a decir.

-No aceptamos un no por respuesta.-dijo Míriam- A las 5 te pasamos a buscar.-me extrañé- Si, sabemos dónde vives, un día te seguimos. -abrí la boca y parpadeé- Oye, eres muy misteriosa, queríamos saber más de ti. -se paró un coche en la entrada del instituto- A las 5, ¿Vale?.-dijo antes de subir en él con Diana- 

De camino a casa llevaba los auriculares puestos, encerrada en mis pensamientos. Cuando sentí que alguien me cogía del codo. Me giré preparada para soltar una patada, ya que hay muchos locos por la calle, pero antes lanzar patadas, vi a Evan con la respiración agitada y apoyando las manos en sus rodillas.

-¡EVAN!-grité- no hagas eso por la calle, ¿no ves que pareces un acosador?

-Te he llamado, de eso puedo estar seguro, me he dejado los pulmones, pensaba que estabas cabreada por algo. Como en la biblioteca has salido prácticamente corriendo y ahora no te girabas pues me he asustado, Eli.

-Llevo auriculares, Evan.-dije levantándolos.- ¿Ves?

Suspiró y me dejó ver su preciosa sonrisa, por milésima vez hoy.

-Que alivio, pero a la próxima, no huyas de mi.

-Yo no he huido de ti.-dije empezando a andar, él me siguió.

-¿No? Pues has salido corriendo de la biblioteca. Eli, te juro, que no iba a hacer nada. Si he hecho algo que te hiciera sospechar en ello, lo siento, pero no podía dejar de pensar en besarte.-me sobresalté y lo miré- ¿Qué? Eli, es normal que pensara en eso un par de veces, estábamos solos, eres increíble, tu sonrisa es increíble y bueno...

Sonreí, intenté parecer lo más “normal” que se puede ser en este tipo de situaciones. Evan, solo me quería besar porque estábamos solos y era el momento, no porque yo le gustara o algo parecido. Así que decidí no darle más vueltas, al fin y al cabo, es un chico. Y estos, están todo el día pensando en el sexo.

-No te preocupes, Evan. No he salido corriendo por eso. Es porque había quedado para entrar en clase con dos amigas. No tiene nada que ver contigo.

-Ah, bueno. 

Estuvimos andando unos minutos con un silencio infernal, yo pensaba en si había ofendido a Evan de alguna forma. Pero solo le había dicho la verdad, iba a decir algo, cuando Evan se adelantó.

Déjame Amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora