Capítulo 5

678 34 0
                                    

Me quedé callada, observando a ese chico que tenía delante de mis ojos. Seguramente se debe pensar que soy una idiota que ni sabe articular palabra, pero era mejor callar, que cagarla con alguna gilipollez.

-Vaya, ¿eres muda? -dijo levantando las cejas.

Tragué saliva.

-No...

-Entonces, ¿estás sola? -negué con la cabeza y sonrío- ¿Cómo va a estar alguien como tu sola? Que idiota soy al pensar eso.

-¿Perdón?-solté.

-Estaba ahí sentado-señaló una mesa en la cual habían dos chicos más- y he visto que pasabas, ni te has fijado en nosotros, ibas con una preciosa sonrisa hacia esto. Y por un momento he imaginado que esa sonrisa podría ser para mi. -parpadeé dos veces y abrí los ojos- ¿Por qué te sorprendes?

Volví a quedarme sin saber que decir. Vale, era guapo. Pero no me gustan los chicos que van tan seguros de si mismos para conseguir a una chica con solo decirle unas cuantas palabras. Y yo no era de esas que a la primera cede. Lo miré con desafío.

-Perdona -dije- me voy con mis amigas -señalé dónde estaban sentadas Diana y Míriam- ya nos veremos en otra ocasión.

-¿Cómo? No. Diles que se vengan con nosotros, así puedo saber más de ti.

Demasiado para mi. ¿Qué día era ese? ¿Mi cumpleaños? No, que yo recuerde. ¿Pedí algún deseo? Tampoco. Pues, ¿por qué todos se fijaban en mi?

-No hay nada que quieras saber. Y, ahora, si me disculpas, voy a disfrutar de una tarde con mis amigas.

Y me fui hacia ellas, sin girarme hacia atrás. Sonreí, satisfecha por lo que había hecho. ¿Que se había pensado? Vale que era guapísimo, y que tenía una de las mejores sonrisas del mundo. Pero, en su mirada había algo, como una mena de chispa, la cual me decía que todo eso iba a acabar mal. Una más iba a ser. Seguro que tiene una lista con todas las chicas a las que ha conseguido. Pues yo no iba a estar en ella. Ni en sueños.

 Me senté con ellas, pensaba que me iban a preguntar por ese chico, pero no lo hicieron. Pedimos 3 batidos de fresa y me estuvieron contando partes de sus vidas, chicos, estudios, y todo eso. Yo no les conté mucho, porque tampoco había mucho que contar, y además, ya llegaría el día de contarles mi pasado.

Me quedé en silencio, pensando, haciendo que sorbía el batido, pero no era así.

-Eli-dijo Diana y a la vez me dio una golpe en el hombro- ¿Qué te pasa? ¿En que piensas?-no se me ocurría que decir- Ya sé, ¿es por ese chico? El que te ha hablado antes, ese tan, tan, tan guapo.

Sonreí al recordar mi triunfante victoria.

-Ah, él. -me giré para ver si aún estaba ahí, y efectivamente estaba- Es más guapo cuando esta cerca, tiene unos ojos verdes preciosos.

-¿Pero....?-dijo Míriam.

-Es un poco creído. -me encogí de hombros- Y prefiero los chicos más...¿reales? ¿naturales? No lo sé. El caso es que del plan que va no me gusta. Y parece ser de esos que después de liarse contigo, se apunta el tanto y ya no te llama más.

-¿Tu crees?-dijo Diana mientras mordía su donut relleno de chocolate.

-Seguro.-dije mientras sorbía de nuevo.

-Pues no sé que le habrás dicho, pero cuando has vuelto, ha sonreído con mucha dulzura.-dijo mientras hablaba con la boca abierta, cosa que me resultó muy graciosa.

Sacudí la cabeza unas cuantas veces.

-¿Dulzura?¿Veis lo que os digo? Veis cosas donde no las hay, guapas.

 Antes de irnos, miré hacia el chico, algo de él me llamaba la atención. Él también me estaba observando y me entró un hormigueo. Estaba bebiendo de su batido, y me guiño un ojo. Yo sonreí desafiante y deje de mirarlo.

Pagamos y nos fuimos. Cuando crucemos la calle, reconocí un rostro acercarse a nosotras, era Evan. Míriam y Diana me miraron, yo alcé las manos. Como diciendo que yo no tenía nada que ver.

Evan iba con ropa informal, aún así, estaba guapísimo. Pero pareció que no se acercaba a nosotras porque nos hubiera visto, ya que un poco más y nos pasa de largo.

-¡Evan!-me quejé.

Él se giró y ladeó la cabeza, me miró con los ojos entrecerrados y cuando sonreí, abrió los ojos de golpe.

-¿Eli?-preguntó y asentí dolida- Perdona, no te había reconocido. Es que, no pareces tu...

-Ya, ya...

-¡Enserio! Ya sabes que hubiera venido hasta corriendo si te hubiera visto.

-Lo que tu digas -puse morros- te has vengado de mi por lo de los auriculares. Que yo lo sé.

-¿Qué? ¿Cómo puedes pensar eso? Eli....

Al verlo desesperado, solté una carcajada. Y él me dio un golpe en el hombro.

-Eres realmente mala -sonrió.

-En el fondo sabes que no. ¿A dónde ibas con tanta prisa?

-Pues iba a ir a la cafetería. He quedado con unos amigos.

-¿Con que siguiéndome, eh?-solté.

-Eli, ¿cómo puedes decir eso? -sonreí- No pensaba que fueras así, se te veía más, tímida. Pero mírate. -parpadeé- Me refiero a que te lo tenías bien callado.

-Puede.

La verdad era que con Evan no me hacia falta fingir una sonrisa, y lo que pensaba lo decía porque sentía como si él nunca me fuera a juzgar por quien soy, o por como soy. Y eso me gustaba. Me gustaba Evan y solo había estado con él unas pocas horas.

-Bueno, ve, que te deben esperar. -dije, y de golpe, se me apareció en la mente aquel chico.- Por cierto. Esos chicos con los que vas, ¿ya llevan un rato ahí?

-No, hemos quedado ahora. ¿Por?

-Ah no, por nada, curiosidad. -sonreí-

Me despedí de Evan. Las chicas no se habían movido y me miraban expectantes. No dijeron nada, solo se limitaron a asentirse entre ellas.

-No.-les advertí antes de que articularan palabra.

-Yo solo iba a decir que hacéis buena pareja. Y que Evan tiene razón, nosotras nos pensábamos que eras más tímida. Que no te abrirías fácilmente, pero me alegro de ver que las apariencias engañan. -dijo Míriam.

Las sonreí. En realidad ellas no sabían ni la mitad, y prefería que fuera así.

 Después de pasar unas horas con ellas volví a casa y cuando llegué mama estaba sentada en la mesa del comedor, con su típico moño y con las gafas puestas revisando unos papeles.

-Cariño -dijo quitándose las gafas- papá me dijo que habías ido con tus amigas a tomar algo. Estás guapísima.

Sonreí y me acerqué a ella a darle dos besos.

-Sí. ¿Cómo ha sido tu día? ¿El grupo ese, bien?

-Por la mañana me perdí y gracias a Dios que llamaron. Por otra parte todo perfecto. Son los cinco chicos más movidos que he visto nunca. Pero son muy juveniles y guapos. Van a triunfar. De eso estoy segura cariño, ya lo verás. 

Déjame Amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora