Capítulo 21

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Lo miré esperando no llorar.

-Harry…

-Oye Eli, no. No voy a soportar lo de Evan. –se acercó a mi- Pero no podría perderte a ti. He estado sentado ahí, aguantando toda esa mierda, por ti. No voy a tirar la toalla. Pero no me lo hagas pasar mal, no así. Preferiría que me dieras una patada en las pelotas antes que volver a aguantar a otro tío diciéndote todo eso.

Harry me miraba con los ojos decepcionados y todo había sido culpa mía. Todo a raíz de mis inseguridades, de toda la mierda que me había rodeado en un pasado y que seguía rodeándome. Evan no sabía nada, y aún así me entendía a su manera. Harry quería entenderme, quería saber la razón por la cual yo no podía perder a Evan.

-Harry…Yo, soy muy inestable...hay razones por las que me cueste decirle a Evan que no siento nada por él.

-¿Qué quieres decir?

-Quiero hablarte de algo. Voy a poner toda mi confianza en ti. Puede que huyas, o no sé. Pero no me juzgues.

-Eli, no tienes porque hacerlo.

-No, enserio. Quiero hacerlo, puedo hacerlo. Quiero que entiendas muchas cosas y no quiero mentirte.

No estaba segura de cómo iba a reaccionar, pero yo estaba decidida a contarle quien era yo y que llevaba conmigo.

No quise quedarme en el comedor y fuimos hacia mi habitación. Yo me senté en la alfombra, y Harry se sentó delante de mi mientras me cogía de la mano.

-Yo vivía en Norwich. No era Londres, pero era precioso. Tenía a mi mejor amiga Luce. Ella y yo éramos inseparables, nuestras madres habían ido juntas a las clases de preparación para el parto y de ahí se conocieron.

-Que original.

-¿Verdad? Luce y yo siempre bromeábamos con eso. Y esperábamos ir juntas a las clases de preparación para el parto. –me reí- De pequeñas nos poníamos una almohada en la barriga y hacíamos que estábamos a punto de dar a luz y nos peleábamos por cual almohada era más preciosa.

Harry se rió.

-A decir verdad yo siempre quería superar a Luce, como si de mi hermana se tratase. De pequeña era muy enérgica y muy movida. Y yo, como no, también lo quería ser. Aunque ella le iba más el rollo hacer ballet y esas cosas, y yo en cambio me apunté al equipo de fútbol. Adoraba ir detrás de la pelota y lo mejor: ensuciarme con el barro.

-¿Jugabas a fútbol?

-Sí, lo adoraba. Empecé a los diez y estuve unos tres años más o menos, antes de que ocurriera todo aquello. Luce siempre ha sido más femenina que yo. A decir verdad yo siempre he sido muy basta. Pero cuando estaba en casa de Luce, siempre me peinaba y me arreglaba.

-¿Y eso?

-Porque yo iba siempre despeinada y hecha un desastre pero para estar con Luce siempre intentaba ir perfecta. Mi madre no quería cortarme el pelo, siempre lo he llevado así de largo. –me lo cogí y me lo pasé por encima del hombro y me llegó más a bajo de los pecho- ¿Ves? Y en cambio, Luce llevaba el pelo corto, más o menos a medio cuello. Pero como tenía el pelo de un color naranja precioso y su madre siempre la peinaba iba impecable. Y con esos ojos verdes oliva, Luce siempre llamaba la atención.

-Así que las dos eráis guapas.

-Yo siempre pensé que ella lo era más que yo.

-Te imagino a ti de pequeña y solo puedo pensar en una niña preciosa, con su pelo largo, sus preciosos ojos y su mancha de barro en la cara.

-Qué imbécil.-le dije sacándole la lengua- El caso es que empezamos muy pronto con el tema chicos.

-Tema que a mi no me gusta. ¿No eráis muy pequeñas?

Déjame Amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora