Fernando.- ¿Tierra firme?
Chole.- ¡Y qué tierra! Montañas con sol y nieve, un lago, un hotel confortable, ¡y nosotros! Mira qué nombres tan bonitos: "Galería del Silencio". . . "Jardín de la Meditación". . . Y en el parque, ¿has visto? "Sauce de los enamorados", con cuerdas colgadas. . . Para los columpios. Dame las gracias ahora mismo, Fernando.
Fernando.- Gracias, Chole. . . ¡Qué aspecto extraño tiene todo esto!
Chole.- ¡Encantador!
Fernando.- Encantador, pero extraño. Seguramente uno de esos paradores de turismo para ingleses y enamorados.
Chole.- Lo que nos hacía falta. ¡Ay, qué vacaciones, Fernando! ¿Ves? Siempre deberías dejarme conducir a mí. Te vuelves de espaldas a los mapas, te metes por las carreteras donde no va nadie cierras los ojos en los cruces apretando el acelerador. . . y siempre sales a algún sitio inesperado y maravilloso. La primera vez que me dejaste el volante descubrimos así unas ruinas góticas, ¿te acuerdas? La segunda. . .
Fernando.- La segunda nos fuimos contra un castaño de Indias.
Chole.- Pero no se destrozó más que el coche. ¿Y aquella cabaña de pescadores donde nos recogieron? ¿Y aquella herida, tan bonita, que te hiciste en el hombro? ¡Qué bien te sentaba aquel gesto triste, Fernando! No te lo había visto nunca. ¿Dónde fue?
Fernando.- En una costa: el Cantábrico. . ., el Báltico. . . Ya no me acuerdo.
Chole.- Yo tampoco; pero era un mar auténtico: sin bañistas, sin casino. ¡Con unos hombres rubios y grandes, que cantaban a coro! Y ahora, ¿qué me dices ahora? ¿He sido un buen timonel?
Fernando.- ¡Magnífico!
Chole.- Me dijiste: tenemos una semana de vacaciones en el periódico; vámonos a guarecer nuestro amor en cualquier rincón tranquilo y feliz. . . Aquí lo tienes.
Fernando.- Decididamente, ¿nos quedamos aquí?
Chole.- ¿Dónde mejor? Además, no podríamos seguír aunque quisiéramos. ¡Si todo ha sido providencial en este viaje! Tomé esta carretera porque no figura en la guía; justo al llegar se nos acabó la gasolina. Y en cuanto nos apeamos saltó una alondra a la derecha. ¡Buen augurio!
Fernando.- Así sea. Pero ¿es que no hay nadie en este hotel? (Llamado a gritos hacia un lado.) ¡Ohoh! (pausa.)
Chole.- (hacia el otro) .- ¡Ohoh! (Pausa).
Fernando.- Nadie.
Chole.- Mejor. ¡La montaña y nosotros! ¿Qué más nos hace falta? (Solemne.) En nombre de España, tomamos posesión de esta isla desierta. ¡Hurra, capitán!
Fernando.- ¡Hurra, timonel!
Chole (abriendo los brazos).- ¿Cómo llamaremos a este rincón feliz?
Fernando.- ¿Cómo se llaman todos los rincones de la tierra donde estemos tú y yo?
Chole.- ¡El paraíso!
Fernando.- El paraíso. . . (Se besan riendo, dichosos de amor y juventud. Entra la Dama Triste. Los contempla con una ternura llena de lástima. Fernando se aparta al verla.) ¡La serpiente!
Dama.- Pobres. . . ¿Ustedes también?
Fernando.- Señora. . .
Dama.- ¡Qué pena! Tan jóvenes, con toda una vida por delante y queriéndose así. . . Novios, ¿verdad?. . . ¡Qué pena, Señor, qué pena!. . . (Cruza la escena y sale).
Fernando.- ¿Por qué le dará pena a esa señora que seamos tan jóvenes?
Chole.- No lo habrá sido nunca. ¿Has visto qué aire melancólico?
Fernando.- Enferma del hígado, seguro. Lo siento por ti, Chole: me habías prometido llevarme al paraíso, pero creo que me has metido en un balneario.
Chole (que se ha quedado mirando los cuadros eztrañada).- Pues tampoco es un balneario.
Fernando.- ¿No?
Chole.- Mira. . .
Fernando.- (leyendo los cuadros que ella señale).- "Sócrates. Siglo quinto de Grecia. Cicuta". . .
"Séneca. Siglo primero de Roma. Sangria". . .Chole.- "Larra. Siglo romántico de España. Pistola"
Fernando (comenzando a inquietarse).- Huy, huy, huy. . .
Chole.- ¿Y aquí? Sobre el arco: (Lee.) "Ven, Muerte, tan escondida - que no te sienta venir - porque el placer de morir - no me vuelva a dar la vida". Santa Teresa. (Pausa. Se miran desconcertados.)
Fernando.- ¡A que nos hemos metido en un convento!
Chole.- ¡Un convento! No digas. . . El claustro de mirtos con un surtidor, las filas de hábitos blancos por las galerías, los maitines. . . ¡Sería magnífico!
Fernando.- Para el turismo. Pero no me parece lo más indicado para dos novios en vacaciones.
Chole.- Dos novios, dos novios. . . Dicho así, parecemos dos novios como los demás. ¡Y no! (Con fuego.) ¡Los novios! ¡Los únicos! ¿Quién se ha querido en el mundo antes que nosotros?
Fernando.- ¡Nadie!
Chole.- ¿Quién se atreverá a quererse después?
Fernando.- ¡Nadie!
Chole.- (abriendo nuevamente los brazos).- ¡Capitán!
Fernando.- ¡Timonel. . .!
(Rompiendo el abrazo, pasa Hans por el arco del jardín. Va tocando una campanilla. Se asoma a escena y grita.)Hans.- Sala de la cicuta. . . ¡libre!
(Sigue con su campanilla. Pausa. Chole y Fernando se miran inmóviles.)Chole (aterrada).- ¿Ha dicho sala de la cicuta?
Fernando.- Huy, huy, huy. . . (Toma un libro sobre la mesa del Doctor.) ¡Demonio!
Chole.- ¿Qué?
Fernando.- ¡Este libro!. . . "El suicidio considerado como una de las Bellas Artes". (Suelta el libro.) Me parece Chole que no te vuelvo a dejar el volante.
Chole (disponiéndose a huir).- ¿Dónde pusiste en maletín?
Fernando.- ¡Eh, alto! ¡Huir, no! Somos periodistas, Chole. Cuando un periodista se tropieza con algo sensacional, no retrocede aunque lo que tenga delante sea un rinoceronte. Antes morir. Deja ese maletín
(Entra el Doctor. Va hacia su mesa. Se detiene al verlos.)
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Prohibido🚫 Suicidarse🔫 En Primavera🐦
RandomEste libro relata el sentido de que el suicidio, es una salida falsa que toman aquellas personas que se hunden en un mar de desesperanza sin rumbo.