Cora Yako y el Amante

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Cora. - ¿Dónde se esconde mi cachorro?

Amante ( Sobresaltado). - ¡Tú!

Cora. - Mi héroe, mi lobezno. Alégrate, corazón: salta, grita, aúlla. ¡Ya me tienes aquí!

Amante. - Te esperaba.

Cora. - Nadie lo diría; con esa cara... Parece que me huyes.

Amante. - ¡Yo! Te he estado buscando toda la mañana.

Cora. - ¿Por dónde, mi jilguero? Me he levantado cantando, he corrido por esas montañas gritando tu nombre, me he bañado en el torrente. . . Después he estado tirando piedras a tu ventana. ¿Tan dormido estabas?

Amante. - ¡Pero si estoy despierto desde el amanecer!

Cora. - ¿Y me oías? Te tiré ramos de violetas. ¿Tampoco las violetas te llegaron?

Amante. - Tampoco.

Cora. - ¡Ah, cruel; estabas dormido! Y Cora, a tu puerta esperando como una alondra. Cora, que te buscaba; Cora, que te necesita. ¡Cora Yako, lobezno, Cora Yako! (Se sienta en el brazo de su butaca. Lo arrulla con caricias y palabras. ) ¿Eres feliz? ¿Has pensado en mi? ¿Soy como tú me soñabas?. . . (El contesta con unas exclamaciones guturales en superlativo. Ella le imita.) ¡Hum, hum! ¿Es que no sabes hablar?

Amante. - ¡Es que no me dejas!

Cora. - ¿Qué es lo que te gusta de mi? No, todo no; siempre hay algo. . . ¿El cuello? ¿Las manos? . . .

Amante. - Los ojos. Los ojos sobre todo. ¡Son los de aquella noche!

Cora. - ¡Aquella noche que estuve cantando para ti sólo sin darme cuenta! Mira esos ojos, lobezno; aquí los tienes, son tuyos. . . ¿No me besas?

Amante. - Sí.

Cora. - ¿Por qué estás temblando? ¿Te doy miedo? Ay, qué pobre muchacho eres, mi héroe, mi poeta. . ., mi pobre apasionado. . . ¡Subiéndote por las paredes al verme, arrancando las retamasal correr, saltándome a los hombros!. . .

Amante. - Tú te imaginabas un cruce de jabalí y orangután.

Cora. - Algo así. Pero no importa. No estés triste tú, mi jilguero mojado, mi poeta de bolsillo. Te quiero como eres: pequeño, acobardado, soñador. . . ¿Por qué has leído tanto, pobrecito mío? Tú no sabes cómo debilita eso. No lo volverás a hacer. ¿verdad? (Voluble, persiguiendo sus propias palabras por la escena.) ¡Ahora vamos a vivir!, a correr el mundo juntos, ¡abrazados!

Amante ( Con ilusión). ¡Cora!

Cora. - Ahora vas a tener conmigo todo lo que soñaste: Egipto, y el desierto, y las selvas, y las islas de jardines. . .

Amante. - ¡Los lotos y los elefantes blancos! ¡Las pagodas budistas con sus tejidos en forma de zueco, colgados de campanillas!

Cora. - Y tantas cosas más que tú no sabes, que no están en los libros. Pero hay que hacerse fuerte, mi lobezno: en cuando sales de Europa, ya no hay más que mosquitos.

Amante. - ¿Mosquitos?

Cora. - Unos mosquitos verdes, venenosos y pequeños, que se cuelan por todas partes. Y que dan la fiebre, y el sueño. . . y a veces, la locura. Pero no te asustes tú, mi héroe. . ., también hay mosquiteros, y cremas especiales para la piel. ¡Y luego la ciencia! Por cada mosquito que produce Dios, producen una inyección los alemanes.

Prohibido🚫 Suicidarse🔫 En Primavera🐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora