Parte 1-

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Bellatrix se levantó de la tumbona en la cual había pasado tres horas, cerró el libro y lo dejo encima de la mesa.

-¿Cuántas hojas te quedan para acabarlo?-le preguntó su abuela, que estaba colgando la ropa que acababa de lavar en el río.

-Ya lo he acabado.-dijo Bellatrix y entró en la casa en la que vivan, dejando a su abuela sorprendida.

Cuando Anna murió Bellatrix intentó separarse de su familia, pero su padre iba a ser nombrado líder de la manada si pasaba una serie de pruebas. Y así había hecho, había acabado, literalmente, con todo sus contrincantes y ahora era el líder de la manada de las Montañas del Norte.

El día que su padre fue nombrado líder de esta manda, una de las cuatro que había, se celebró una fiesta a la cual Bellatrix se vio obligada a asistir. Ese día se dio cuenta de que no podía abandonar a sus padres, o mejor dicho, no podía dejar a su madre sola entre tanto lobo. Por esto, decidió quedarse con ellos.

Todos los días, antes de dormir, planeaba en su mente como acabaría con la muerte de Alexander. Soñaba con matarle, con verle arder ante el sol. Esperaba tanto ese momento. Quería venganza, y la iba a conseguir.

Cuando entró en la casa un olor a sopa le vino desde la cocina. Sonrió. Iba en sandalias, unos vaqueros cortos y una blusa blanca que contrastaba con el moreno de su piel; algo que había heredado de su padre. Llegó hasta la cocina, donde Michael preparaba la comida.

-¿Qué tal la lectura?-le preguntó este, mientras sacaba un salero del armario que estaba situado encima de su cabeza.

La casa era una casa familiar, con tres habitaciones y un baño en el segundo piso; otro baño, junto con la cocina, la sala de estar y el comedor en la planta baja; y un desván en el último piso. Además tenía un enorme jardín, con una fuente de piedra en la cual una sirena tallada en la piedra vertía agua.

-Corta.-dijo Bellatrix sentándose en la pequeña mesa que había en la cocina.

Cogió una manzana y le dio un mordisco.

-¿Tu empiezas por el postre?-dijo su padre con una sonrisa.

-Una vez me dijeron que la fruta se tomaba antes de la comida.

Su padre le miró extrañado.

-¿Quién te ha dicho eso?

Bellatrix iba a decir que un tío suyo, pero ninguno de sus padres de este mundo tenía hermanos, así que prefirió levantarse e ir a la sala.

Su padre no dijo nada. Bellatrix les había contado por encima el día de su "resurrección" lo de su reencarnación. Pero los tres habían preferido no entrar en detalles.

Las sala estaba completamente a oscuras y sabia porque. Podía notar su sangre fría a pocos centímetros de ella, sentada en el sofá.

-¿Mama?-dijo Bellatrix esquivando la mesita que había a su derecha.

-Dime.-contestó Isabelle desde el fondo en la sala.

-¿Te he molestado?

-No,-dijo su madre-en realidad ven, siéntate y hazme compañía.

Estar allí era muy aburrido para Isabelle, en un lugar que hacia buen tiempo la mayor parte del año. Ademas de que todos los allí presentes eran de una raza distinta y con unas costumbres distintas.

Madre e hija estaban sentadas, en silencio y a oscuras.

-Mama.-dijo Bellatrix pasándose la mano por la cabeza, echándose el pelo hacia atrás.

-¿Si?

-Quiero decirte una cosa.-la híbrida tragó saliva y continuó sin esperar respuesta de su madre-No me quedaré mucho tiempo aquí.

Su madre puso una mano en el hombro de su hija.

-Sabía que te irías, en realidad me extrañó verte aquí el día del nombramiento de tu padre.-Bellatrix se mordió el labio ante las palabras de su madre-¿De verdad quieres hacerlo?

Ella asintió, aun sabiendo que su madre no la veía y hablo más seria y fríamente de lo que había querido para hablar con su madre. 

-Me quitó a lo que más he querido en este mundo,-cerró su mano en un puño-y lo peor es que no seré la única a quien ha hecho daño.-se levantó del sofá-Pienso acabar con su existencia antes de que el acabe con la de alguien más.-y cuando iba a salir de la sala se giró-Espero que lo entiendas.

Su madre encendió una vela.

-Lo entiendo hija.-una lagrima recorrió la cara de la vampiresa.

"Pensaba que los vampiros no lloraban".-pensó Bellatrix y subió a su cuarto.

Se metió en su habitación y se tiró sobre la cama. Se quedó boca bajo con los ojos abiertos. Lentamente los fue cerrando, escuchaba a su padre andar por la cocina, a su abuela tararear una antigua nana mientras se acercaba a la casa, olía y sentía a su madre en el piso de abajo, sentada frente a la vela que se iba consumiendo poco a poco. Si se concentraba un poco más podía escuchar a los niños de la casa de enfrente correr y reír por toda la casa, además olía la barbacoa que estaban haciendo cuatro casas más lejos de la suya. También escuchaba la discusión que estaban teniendo dos hermanos en la casa de enfrente, mientras su padre pasaba las hojas del periódico y su madre las de un libro. Después se concentró en la casa de al lado de esta, donde vivían dos chicos que eran pareja, escucho como se decían 'Te quiero' y podía incluso escuchar el roce de las manos de uno sobre el otro. Se incorporó en la cama y se quedó de rodillas mirando a la pared.

-Anna.-inclinó la cabeza hacia atrás-¿Cómo pudiste dejarme sola?

Una lágrima recorrió la mejilla de Bellatrix.

Recordó el último momento que estuvo con ella, ambas tumbadas en la cama, Anna respirando cada vez más lento, mientras la híbrida le iba acariciando la espalda. Un silencio largo, un último 'te amo' y Anna dejó de respirar. Bellatrix se detuvo en seco, miró a su amada y las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos sin intención de detenerse. Abrazó a Anna fuerte, como si aquel abrazo le pudiese devolver la vida. Pero ya era tarde, Anna se había ido.

Jamas olvidaría aquel día. Cogió la almohada que tenía enfrente y la abrazo tan fuerte que le clavó las uñas, un aullido desgarrados salió de su garganta e hizo temblar la casa. Su padre subió corriendo aun con una cuchara en la mano.

-Bellatrix.-la abrazó por la espalda-Hija, ya está.-verla así le partía el corazón.

Su abuela había subido también, no sin antes tapar ventanas y puertas para que Isabelle, que estaba contemplando la escena con lágrimas en los ojos, pudiese también subir.

Los cuatro estaban allí, era una escena triste. Las lágrimas cesaron y el silencio se apoderó de la habitación. Poco a poco Michael fue tumbando a su hija, la cual se había quedado dormida, en la cama. Cogió una manta y se la hecho por encima.

-Vayámonos.-dijo, abrazando a su mujer y poniendo una mano sobre el hombro de su madre.

Bellatrix se quedó allí con una última lágrima que resbaló por su mejilla.

Guerra entre razas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora