John.
Estábamos en medio de una orgía.
Sí, una orgía. Los grandes Beatles se estaban divirtiendo en una orgía con grouppies, en una habitación de hotel.
Una grouppie para cada uno, esa era la regla número uno.
Prohibidos los besos y caricias entre nosotros, regla número dos.
En algún punto de todo eso, lancé las jodidas reglas por la boda y desvié la mirada a Paul, pero demonios ¿Quién no lo hubiera hecho? Se veía tan jodidamente bien, concentrado en llegar al orgasmo, con esa grouppie que parecía ser una estrella. No lo digo porque fuera brillante o bella, sino porque se abrió de piernas en la cama y no cambió de posición una sola vez ¿Lo entienden?
Carajo, me sentía mal porque no parecía estar disfrutándolo, y la forma en la que dijo mi nombre ¡Demonios! ¡No pude contenerme! Lo explicaré bien, necesito sacar el recuerdo de mi interior...
Los cuatro estábamos en la habitación, donde solo se podían oír nuestras respiraciones agitadas y los gemidos de las grouppies, todas estaban buenas, pero la de Paul era increíblemente torpe; sabía que Paul no lo estaba disfrutando en lo absoluto, sólo intentaba concentrarse en sentir algo, y de pronto pasó.
Llegué al orgasmo y me vacié en el condón, sencillo.
Pudo haber sido como cualquier otra orgía en el mundo, si no hubiera sido por la mirada de Paul sobre mi cuerpo al expulsar mi semen, nunca lo habíamos hecho, no debíamos de vernos el pene por una gran cantidad de tiempo, eso era un código entre nosotros. Pero lo hicimos.
Él vio como llegué al orgasmo y yo vi como su erección aumentaba solo un poco más al verme, y supe que debía de ayudarlo a tener una buena noche.
―John... ―gimió, sonrojándose un poco al notar lo que acababa de hacer. Creo que quiso disculparse, pero por un acto telepático, ambos nos encontramos caminando rápidamente hacia el baño, desnudos, con ansiedad en nuestro interior. Dejamos que Ringo y George se dieran a nuestras respectivas grouppies y, al llegar al baño, comencé a besar y a masturbar a Paul.
Lo cargué con una habilidad bastante impropia de mi y seguí besándolo como un maldito loco, mientras él gemía en mi boca e intentaba agarrarme el ritmo. Él sabía que era lo que estábamos haciendo, ambos estábamos perfectamente sobrios, lo que era raro en nosotros, pero a fin de cuentas ahí estábamos, besándonos y a punto de tener sexo.
Estaba volviéndome loco.
Coloqué la punta de mi miembro en la entrada de Paul, que hizo que diera un pequeño brinco y se aferrara a mi cuello.
―No lo hagas ―me suplicó, sujetándose a mi cuello e intentando bajar las piernas de mi cadera, pero lo retuve contra la pared y mi cuerpo―. Te va a gustar ―le aseguré. No porque alguna vez lo hubiera experimentado, o porque me considerara bueno teniendo sexo gay, pero sabía que le gustaría. A Paul le gustaba todo lo que yo le diera, una buena cogida seguro que también le gustaría.
―No, Johnny, por favor ―me suplicó en el oído, intentando detenerme, pero tuvo el efecto contrario.
Johnny. Eso sonaba tan bien en su boca.
No me contuve, ignoré sus súplicas y lo embestí rápidamente, sin prepararlo antes, sin siquiera avisarle―. ¡John! ¡Por favor, no! ¡Para! ―gritó una vez que estuve dentro de él. Comenzó a rasguñar mi espalda con una ferocidad que sabía yo que me dejaría marcas que durarían por lo menos un mes.
Comencé a moverme dentro de él, y era tan malditamente apretado que se sentía delicioso. El roce seco de su interior con mi cuerpo, la fricción que nuestros cuerpos estaban creando, la unión que sentía con él.
Sabía que estaba llorando, sus lágrimas estaban mojando mi hombro, y sollozaba, algo que nunca quise que pasara, nunca quise que Paul llorara por mi, pero lo había hecho.
Él gritaba demasiado alto, tanto que en un momento solo se podían escuchar sus gritos y alaridos en el baño, quería detenerme, maldita sea, quería hacerlo. La parte racional de mí me decía que debía de detenerme, que debía de dejar de hacerle daño a Paul, pero no lo hice. Permanecí dentro de él ignorando todos los ruidos a mi alrededor, los chillidos y gritos de Paul y los golpes incesantes que Ringo y George estaban dando para intentar detenerme.
Entré y salí de él tantas veces que la cadera me dolió, llegó un momento en donde Paul cesó su llanto y parecía que por fin lo podría disfrutar, pero en cambio sólo estaba con los ojos cerrados, intentando detener las lágrimas; sabía que él odiaba llorar y sabía que yo odiaba verlo llorar, así que dejó de hacerlo.
Me vine dentro de él, después de media hora de gritos y súplicas.
No lo había disfrutado. Bueno, si lo había hecho, de una forma carnal claro que lo había hecho, nunca me había sentido así, era tan fantástica la sensación... pero como persona, me sentí terrible. Me sentí terrible al ver a Paul, con lágrimas secas en las mejillas y una clara expresión de odio, y me sentí aún peor al ver la poca sangre que estaba en el blanco piso del baño, sabía de donde venía esa sangre, sabía porque estaba ahí. Y luego la voz en mi cabeza.
Violaste a Paul. Violaste a Paul. Violaste a Paul.
Salí del baño completamente avergonzado por lo que había hecho, pero creí que podríamos olvidarlo, al día siguiente Paul lo olvidaría y todo volvería a la normalidad.
El problema de esa noche fue que después de eso, nada volvió a ser normal.
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The little Beatle. [McLennon] [MPREG]
Fanfiction¿Los hombres se embarazan? Recuerdo haberme preguntado eso en algún momento, pero no recuerdo haber obtenido la respuesta correcta ¿O si?