Capítulo 47. [Editado]

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Paul.

John y Johan entraron de nuevo al consultorio. 

   John tomó mi mano nuevamente, mientras Johan volvía a revisarme, aunque sinceramente no sabía qué tanto hacía. ¡Estaba a punto de tener un bebé! ¡¿Eso no era demasiado obvio?!

   ―Bien, Paul, no hace falta que te diga que esto va a doler ―anunció este, logrando que pasara saliva al incrementar mis nervios. 

   ―Por ahora no puedo hacer mucho, solo necesitas relajar tu cuerpo. Debes de dejar que las contracciones surjan ―ordenó éste. 

   Estuvimos así un par de minutos, conmigo retorciéndome en la camilla a causa del dolor. Durante ese tiempo Lizzy había aparecido y ahora había comenzado a administrarme suero en las venas, mientras que John me repetía una y otra vez que iba a estar bien. 

   Volví a gritar, al sentir mi cuerpo dilatarse de nuevo. 

   ―¡Ya está, Paul! ¡Ya pasaste a la segunda fase! ―anunció alegremente Johan. 

   ―¡¿Y que no esa es la que más duele?! ―pregunté apretando la mano de John con toda mi fuerza. No me sentía capaz de soportar tanto dolor. 

   ―Sí, pero es más rápido ―contestó éste tranquilamente―. Bien, cuando te lo diga, debes de pujar con todas tus fuerzas ¿De acuerdo? ―asentí. 

   Todo lo que quería era que el dolor se fuera. 

   ―Bien ¡Lizzy, anota todo! 2 de noviembre de 1967, 1:23 de la tarde, Liverpool, Inglaterra ―dictó, y por un momento me dieron ganas de asesinarlo ¡¿Pero que demonios estaba esperando?! 

   ―Bien, empecemos ya ¡Puja ahora, Paul! ―sin pensarlo más, comencé. Toda la habitación se llenó de gritos, esto se sentía mucho, mucho, mucho peor que cuando lo veías en las películas. 

   Tenía ganas de retorcerme, mi garganta ya picaba por tantos gritos que habían salido de mi boca, y las manos de John ahora se encontraban frías y blancas por la presión que ejercía yo sobre estas, pero a él parecía no importarle. 

   ―Falta poco, Paul ―anunció Johan, después de lo que parecía haber sido una eternidad, pero según en reloj de la pared, habían sido cuarenta y cinco minutos. 

   ―Bien, Paul ¡Lo vas a lograr! ―anunció John con una sonrisa. 

   ―¡Oh, cállate! ¡Todo esto es tu culpa! ―gité. Eché la cabeza hacia atrás y volví a pujar con todas mis fuerzas.  

   ―¡Ya está, Paul! ―anunció Johan, sentí como mi cuerpo se liberaba de toda la tensión, mientras el dolor aminoraba a toda velocidad. Sonreí.

    John soltó mi mano y rápidamente corrió hacia donde estaba Johan. 

   Sequé mi sudor con mis manos y Lizzy me regaló una pequeña sonrisa. Pero no pude pasar desapercibido que todo estaba en un particular silencio.

   Levanté la vista hacia donde se encontraban Johan y John, que sostenía un pequeño bulto rojo, cubierto de sangre, contra su pecho. 

   ―¿Johnny? ―pregunté con miedo. 

   John sollozó y pegó el pequeño bulto un poco más hacia su cuerpo. Sentí como las lágrimas invadían mis ojos. 

   ―Johnny ¿Qué sucedió? ―pregunté titubeante. Johan soltó un suspiro y salió de la habitación. Parecía frustrado.

   John caminó lentamente hacia mí y me mostró a Paris. Era lo más bonito que jamás hubiera podido haber visto; estaba cubierto de sangre, pero aún así se podía distinguir su cabello negro, sus manitas echas un puño fuertemente apretado, su pequeño cuerpo, sus labios iguales a los míos, sus ojitos... todo en él era tan malditamente perfecto. 

   Pero el silencio seguía ahí. 

   ―No lo logró, Paul ―susurró John, ahogando un gemido de dolor. No supe en que momento pasó, pero ya estaba cubierto de lágrimas. 

   ¿Pero a quién le importaba eso? ¿A quién le importaba algo? ¿Cómo era que el mundo seguía girando? 

   John me pasó a nuestro bebé con sumo cuidado de no lastimarlo. Tenerlo entre mis brazos se sentía tan mágico como lo describían, pero nunca nadie había dicho lo trágico que sería.

   Tenía un nudo en la garganta ¿Qué debía de decir? ¿Qué debía de sentir?

   Pasé mi mano por su cabello y lo acaricié un poco, sabiendo qué significaba todo esto.

   ―Eres hermoso, bebé ―susurré, intentando reprimir mi llanto―. Sabes que te amo ¿Verdad, Paris? ―a pesar de mis esfuerzos, terminé rompiendo en un llanto desconsolado―. Sabes que tu papi te ama ¿Verdad? ―le dije, acariciando su cabello lentamente.

   John pasó sus manos por mi cuerpo y se echó a llorar conmigo, abrazando a nuestro bebé. 

   Y entonces supe que el silencio nunca se iba a ir de nuestras vidas. Ya no. 

The little Beatle. [McLennon] [MPREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora