Capítulo 49.

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No supe cuanto tiempo estuve así, pero cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde. El sol se había metido, y ahora no había ni un solo sonido en el cementerio que no fuera el crujir de las ramas por el peso de las últimas personas que estaban saliendo, o maullidos de gatos. 

   -Señor, estamos a punto de cerrar- escuché que me dijo un hombre detrás de mi. Asentí. Sabía que tenía que irme. -Ya voy, solo... deme 5 minutos- le pedí, este soltó un bufido y se alejó de donde me encontraba -Vendré a verte mañana, Paris- le prometí -¿Crees que estarás bien aquí?- 

   Solté una carcajada amarga y negué con la cabeza -Debo de dejar de hablar conmigo, nunca vas a poder contestarme- solté un suspiro y pasé mi mano por la lápida una vez más -Esto apesta, detesto que nunca voy a poder saber como eras, quizá serías igual de rebelde que tu papá, o bueno en los estudios, o quizá te escaparías de casa cada que te regañara- volví a soltar un sollozo -Perdón, Paris, tu sabes que hice todo lo que pude...-limpié mis lágrimas y me despedí de este de nuevo. 

    Salí arrastrando los pies. Sentía como si me hubieran arrancado la parte más vital de mi ser, me sentía tan incompleto... Subí al coche y comencé a conducir sin tener un rumbo fijo. Por un momento me sentí completamente desubicado del planeta, sentía como si todo se hubiera vuelto demasiado oscuro, pero eso no me detuvo, y seguí conduciendo.

   Me estacioné en una calle que no sabía si conocía y me quedé sobre el coche un momento, mirando a mi alrededor para saber donde me encontraba. Me sorprendí a mi mismo al darme cuenta de que estaba en la calle donde John había comprado nuestra casa. Salí del coche y caminé hasta la puerta, sin saber si realmente estaba caminando. 

   Llegué hasta esta, y abrí con cuidado. Todo estaba oscuro, y tenía un ligero aroma dulce. Sabía que era lo que estaba dentro, pero aún así quería entrar. Cerré la puerta tras mi y subí las escaleras de la casa con sumo cuidado. Llegué hasta la habitación con una placa azul que rezaba Paris. 

   Tomé valor y abrí la puerta, esta rechinó un poco, dejando a la vista todo lo que habíamos preparado para mi hijo. Las paredes seguían tapizadas de azul, el ropero seguía ahí, al igual que los juguetes, y la cuna. Nadie había tocado nada desde la última vez que había estado aquí, pero ahora todo lucía tan triste... 

    Recargué mi espalda en la pared y me deje caer. Escondí mi rostro entre mis rodillas y seguí con mi lamento. Lloré mucho. No supe cuanto. Y lloré hasta quedarme dormido. 

The little Beatle. [McLennon] [MPREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora