Capítulo 3. [Editado]

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Paul.

Cuando por fin pude conciliar el sueño, fui despertado por el azotar de la puerta contra la pared, seguido por el griterío que desató una de las rabietas de Brian. 

    ―¡¿Qué demonios hacen dormidos aún?! ―gritó Brian, haciendo que abriera los ojos de par en par―. ¡Muévete, Ringo! ¿Dónde demonios están Lennon y McCartney? ―escuché que decía a través de la puerta. Rápidamente me obligué a levantarme de la cama y salir hacia donde estaba Brian, no tenía ganas de seguir mostrándome débil frente a nadie, y mucho menos a que me siguieran viendo con lástima. 

   Con todo el esfuerzo del mundo para no gritar por el dolor que sentía en el trasero, y para no caminar como pingüino, caminé hasta la pequeña sala de la suite, donde Brian intentaba despertar a George.

    ―¡McCartney! ¿Dónde demonios está Lennon? ―gritó Brian una vez que me vio.

   ―No tengo idea ―contesté con mi voz completamente ronca que raspaba mi garganta.

   ―¿Te enfermaste? ―me preguntó nuestro manager con una enorme expresión de preocupación. Sabía que todo esto iba a traer muchos problemas.

   Ringo me miró un poco angustiado antes de que contestara―: Sí, fue algo que me dio en la noche ―contesté, encogiéndome de hombros para intentar aparentar naturalidad. Brian se dio un golpe en el rostro y comenzó a negar con la cabeza― ¿Y John? ¿Sigue dormido? ―preguntó, intentando conservar la calma. 

    Ringo, George y yo nos miramos preocupados un instante. John aún no había vuelto de donde sea que hubiera ido. 

   ―¿Debo repetir la pregunta? ¡¿Dónde demonios se ha metido Lennon?! ―gritó Brian, haciendo que me comenzara a doler la cabeza―. El problema es que no sabemos donde está... ―susurró George. Brian abrió los ojos como platos―. ¿Dejaron salir a John? ―todos nos quedamos en silencio 

   ―¡Contesten! ―exigió Brian.  

    ―No pudimos detenerlo, simplemente salió... ―contestó Ringo.

   ―¡¿Tienen una idea de que demonios le pudo haber pasado?! ¡Son unos irresponsables! ―Brian salió de la habitación echando humos y dando un portazo. Seguramente iría a buscar a John, algo que no me tranquilizaba en lo absoluto, no quería verlo, estar cerca de él, cruzar miradas o hacer cualquier cosa que tuviera que ver con su presencia. 

   Me dejé caer en el sillón de la suite, recibiendo así una descarga de dolor en mi trasero que me hizo soltar un alarido.

    ―¿Estás bien? ―preguntó Ringo ligeramente alarmado.

    ―Sólo me violaron, Ringo, me siento estupendamente ―contesté sarcásticamente

    ―No deberías de ser tan grosero, Paul ―contestó George, que no supe de donde demonios había sacado un sándwich. 

   ―Lo siento, chicos ―me disculpé rápidamente―, es solo que... me siento mal.

   Ringo se sentó a mi lado.

   ―Lo sé, Paul ¿Qué piensas hacer ahora? ¿Te quedarás en la banda? ―me preguntó, casi innecesariamente. 

   Sabía que George y él se sentirían mal si dejaba la banda, y seguramente Brian se volvería loco, al igual que todas nuestras fans, pero no podía quedarme. No después de esto. 

   ―Saldré de la banda, no puedo hacer otra cosa ―contesté.

   ―¡P-Pero Paul! ¡La banda no será nada si te vas! The Beatles no serían lo mismo ―apeló rápidamente George. Sonreí un poco de lado y bajé la vista―. Quizá puedas incluir tus canciones en los álbumes al fin, George. Te aseguro que todas tus canciones son geniales ―contesté―, y le puedes ayudar al narizón a que componga algo ―agregué.

    Ringo sonrió ligeramente, sabía que quería mantenerse positivo.

    ―Paul, sé que John la cagó cuando te... ―George pasó saliva―. Bueno, eso. Pero estoy seguro de que se sentirá muy mal si sales.

    ―No puedo quedarme con él, George ―expliqué―. No quiero volver a verlo... ― susurré, sintiendo como las lágrimas volvían a intentar salir. Rápidamente me concentré en otra cosa y me obligué a sonreír. 

   George y Ringo rápidamente se abalanzaron a abrazarme y pude sentirme feliz un pequeño segundo, en cuanto la puerta fue abierta de nuevo, revelando a Mal y a Brian sujetando a John, que parecía estar completamente fuera de sí. 

    ―A un lado ―pidió Mal, arrastrando a John. 

   Rápidamente me puse de pie del sillón y corrí a refugiarme lo más lejos que mi dolor me permitió. Acostaron a John en el sillón, permitiéndome verlo ligeramente y de verdad que se veía terrible; tenía los ojos hinchados y completamente rojos, estaba despeinado y tenía la camisa manchada de sangre seca, que supuse que era mía. 

   ―Ya les dije que me d-dejen ―susurró John, sujetándose al sillón y hablándole a la nada. 

   ―Estaba en el cuarto de lavado del hotel, completamente drogado ―explicó Mal al notar nuestro desconcierto.

    ―¡Cómo si fueras un niño pequeño, Lennon! ―se quejó Brian, que intentaba hacer reaccionar a John. 

   ―¿Deberíamos de llevarlo al hospital? ―preguntó George―. ¡No! ¡Será una pesadilla! Ya he cancelado los dos conciertos de hoy por culpa de la voz de Paul, pero si se enteran que John ha estado drogado toda la noche no tardarán en rodearnos los paparatzi ―explico angustiando Brian.

    ―¿Entonces que hacemos? ¿Nos sentamos a esperar? ―preguntó Ringo, acercándose a mí lentamente, creo que se dio cuenta de que de pronto las piernas comenzaron a temblarme y que me había sujetado de una pequeña mesa para no caer.

    ―¡Déjenme morir! ―gritó de pronto John, haciéndome pegar un brinco―. Parece ser que está teniendo un mal viaje ―me susurró Ringo.

   ―¡Te escuché, narizón! ―contestó John, señalando amenazadoramente a Ringo y levantando un poco la cabeza para fulminarlo con la mirada. Éste cambió su semblante en cuanto su mirada cruzó con la mía y rápidamente se puso de pie―. ¡Paulie! ¡Paulie! Perdóname, Paullie ―John comenzó a caminar hacia mí y tuve que hacer un esfuerzo descomunal para no salir corriendo.

   ―Paulie, te amo, te amo demasiado ¿Puedes perdonarme? ―John se abalanzó contra mí y me sujetó de las mejillas fuertemente. No pude reprimir mi instinto de arrojarlo hacia atrás, haciéndolo caer estrepitosamente. Retrocedí unos pasos hasta quedar con la espalda en la pared; sin escapatoria. 

    ―¿De que está hablando Lennon? ―preguntó Brian con cierto toque de celos en su voz, aunque intenté no tomarle importancia. Con todo gusto le habría cedido mi posición a Brian en ese momento. 

   ―No tengo idea, Eppy ―contesté rápidamente.

   ―¡Diles la verdad, Paulie! ―gritó John, peleando con Mal para que lo soltara―. ¡Diles que fue lo que he hecho! ―volvió a gritar, seguido de un llanto terrible, como si acabaran de matar a alguien. Eso me sorprendió demasiado, John nunca lloraba, decía que era algo demasiado débil. Mal dejó caer a John al piso y éste no hizo ningún esfuerzo en levantarse. Era extraño ver a John de esa forma, tan vulnerable. Nunca había podido imaginarmelo pidiéndome perdón por algo, o tan siquiera llorando por mi culpa. 

   ―¡¿De qué demonios está hablando?! ―gritó Brian. 

   Fue como si el tiempo se parara un instante. John estaba en el piso, llorando, George había dejado de comer, Ringo y Mal me miraban fijamente y Brian parecía querer matarme, y después la voz de John resonó por todo el salón―: ¡Lo violé!

The little Beatle. [McLennon] [MPREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora