Capítulo 41.

2.3K 232 59
                                    

Semana 32.

John había logrado abstenerse a la droga siete días, pero ahora subía y bajaba por la casa Beatle, repitiéndose a si mismo que no debía de consumir nada. El encierro no nos hacía ningún bien, solo convivir con nosotros dos, con distintos cambios de ánimo cada media hora era algo terrible. A veces yo me ponía a llorar mientras John gritaba por toda la casa que estaba harto, o luego yo me ponía a gritar mientras este paseaba alegremente por los pasillos. 

   Estaba a punto de volverme loco. 

   -Johnny ¿Qué te parece si hoy vamos a pintar el cuarto de Jude?- le pregunté mientras desayunábamos, ya que generalmente esta era la única hora del día en el que podíamos hablar como personas civilizadas. -Sabes que es peligroso salir si es de día, Paul- contestó este comiendo su cereal sin prestarme ni un poco de atención -¡Pero tenemos el cabello largo! Nadie nos reconocerá, tenemos meses sin salir en televisión o por lo menos un mísero artículo de periódico- 

   Y era cierto, la última mención que habían echo sobre nosotros fue durante la muerte de Brian, pero ahora parecía como si los Beatles hubieran desaparecido de la faz de la tierra. -Bien, pero tendrás que ponerte un vestido si es que alguien nos llega a ver- me retó este, haciendo que me sonrojara, en circunstancias normales ponerme un vestido hubiera sido lo más terrible que me podría pasar, pero si seguía dos horas más encerrado iba a explotar -¡Genial!- contesté con fingida alegría. John me miró como si no pudiera creerlo, y salí de la cocina. 

   Subí hasta la habitación de Freda, donde aún habían algunas cosas de ella. Comencé a buscar algo que pudiera quedarme, pero ella era mucho más baja que yo, además de que la enorme barriga haría que se me levantara un vestido, haciendo que se me vieran los boxers. -Maldita sea- musité para mi mismo, una vez que me di por vencido. No había nada que pudiera ayudarme. 

   -¿De verdad te ibas a poner un vestido?- la voz de John me tomó por sorpresa, haciendo que diera un pequeño brinco -Pues si, estoy harto de no salir ¡Me estoy poniendo amarillo! Necesito un poco de sol, o por lo menos entretenerme con un libro nuevo, todos los que tengo ya los releí tres veces- y era cierto, ya no encontraba absolutamente nada más que hacer. Era casi como estar en prisión. 

   -¿Hablar con Cacahuatito ya no te ayuda?- preguntó este, sentándose en la cama -Hablo con él todos los días, y creo que ya está harto de oír mis quejas- contesté, intentando sonreír. John y yo nos quedamos en silencio un momento, hasta que este musitó -Perdón- 

   -¿Qué?- pregunté un poco confundido -Sé que te haz estado preocupando mucho por mi, y por eso no duermes, además que desde que se fueron George y Ringo no haz hablado con nadie, y yo no soy la mejor compañía del mundo- me senté al lado de este y recargué mi cabeza en su hombro -Eres una compañía horrible, definitivamente, pero me gusta estar contigo- John rió un poco y comenzó a acariciar mi cabello -¿Me dejarías compensarte tu esfuerzo?- 

   -¿A que te refieres?- pregunté. John se separó de mi y me miró pícaramente, haciéndome reír -Ni lo pienses, no puedo tener sexo con un bebé dentro de mi- contesté -¿Y quién habló de sexo?- preguntó, poniéndose de cuclillas frente a mi -¿Qué planeas?- este me guiñó un ojo y se abalanzó a besarme, tenía mucho que no nos besábamos de esa forma. Este mordía ligeramente mis labios, introducía su lengua a mi boca y volvía a morderme. 

    El beso había comenzado a dar frutos, ya que comencé a sentir como mi erección iba creciendo dentro de mi pantalón. John comenzó a besar mi cuello tan endemoniadamente lento que mi respiración comenzó a agitarse -Johnny... no podemos tener sexo- volví a insistir -Cállate y disfruta- me ordenó, separándose de mi. 

    -Perdón por esto, bebé, pero si sigo sin tocar a tu papá me voy a volver loco- se disculpó John con mi barriga, antes de comenzar a desabrocharme la camisa -Acuéstate- me ordenó este, que había comenzado a desabrochar mis pantalones. Obedecí sin replicar. John acercó su boca a mi boxer, y entendí que era lo que venía.

The little Beatle. [McLennon] [MPREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora